En el enclave de la cornisa madrileña oeste se levantan imponentes edificios. Rodeada por un bosque exuberante, la cornisa se convierte en la Acrópolis de la ciudad, con una subida solemne hasta su culminación. Por ello, se trata de un contexto idóneo para rematar el borde de la escarpada colina, poniendo en valor la presencia de la Muralla Árabe. 

El proyecto no sólo se encuentra en una posición estratégica por su posición geográfica, si no que goza de una situación privilegiada al situarse junto a edificios tan imponentes como el Palacio Real, la Catedral de la Almudena o el propio viaducto de Segovia, símbolos representativos de la ciudad de Madrid. Teniendo en cuenta esto, nos surge la siguiente pregunta: 

¿Cómo podríamos trasladar la escala monumental de dichos edificios singulares a la escala usuario del proyecto?

Por otro lado, conforme nos acercamos a la parcela propuesta, nos encontramos con que el trazado original de la Muralla ha desaparecido casi por completo, con la aparición de construcciones que han optado por obviar o aprovecharse de los restos de Muralla. El proyecto por tanto debe responder a la siguiente cuestión:

¿Cómo reordenar el caos de encuentros y alturas en el solar propuesto?

Estas dos cuestiones se resuelven mediante la creación del Orden Monumental.

El Orden Monumental enfatiza la presencia del eje Palacio-Catedral. Respetando las naves de la Catedral, se extienden ejes estructurales que marcarán la presencia de una imponente cubierta que albergará los restos de Muralla, dando lugar a una sala hipóstila con vistas sobre la ciudad de Madrid. 

Dicha cubierta recuerda a las medinas árabes y sus protecciones solares, los toldos de tela se convierten en un com ponente tecnológico que cubre y protege las ruinas, a la vez que unifica el caos que queda por debajo de ella.

Los elementos que componen la cubierta son ligeros, creados a partir del ensamble de piezas metálicas que podrán  ser desatornilladas y reutilizadas en otro contexto.

Una vez resuelta la implantación en el entorno y la relación con los restos de la Muralla nos preguntamos,

¿Dónde quedaría el programa?

El programa se resuelve como si de una ruina se tratase, recién hallada bajo tierra y protegida por una nueva cubierta. Para descubrir esta ruina enterrada se abre un gran hueco sobre la plaza, que además de permitir el acceso al Centro, da luz a los volúmenes bajo tierra. De esta forma se genera el núcleo del proyecto, un gran atrio donde se funde el exterior con el interior. 

Los volúmenes enterrados se proyectan sobre el valle de la calle Segovia, ofreciendo vistas al Jardín de las Vistillas, y quedando separados por el atrio de forma que se agrupen los servicios y las salas de exposición. El edificio se remata con un volumen que emerge del terreno en el borde de la cornisa, remarcando la presencia del edificio, convirtiéndose en un bastión que contiene las tierras que vierten sobre la Cuesta de la Vega. 

Más proyectos