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Carta abierta a los diabéticos

Natalia López Moratalla.
Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular, Universidad de Navarra.
Publicado en ABC de Madrid, 29 de septiembre de 2002.

Hace unas semanas me llegaba el manifiesto de la Asociación de Diabéticos navarros ¿Por qué no avanzar en la curación de la diabetes y otras enfermedades? dirigida a sensibilizar a ciudadanos y fuerzas políticas de la importancia de que científicos sigamos investigando. Yo estoy totalmente sensibilizada. Sé bien que la diabetes (la de tipo I) es una enfermedad dura, frecuente y que además comienza a edad temprana. Las células de los islotes beta del páncreas, las que fabrican insulina, son poco a poco, pero muy eficazmente, destruidas porque las células del sistema de defensa del organismo frente a lo extraño enloquecen y atacan lo propio. Investigo precisamente la maquinaria demoledora de estas células en esta, y otras enfermedades autoinmunes, buscando frenarlas.

Como dicen en el manifiesto, el equipo del Prof. Bernat Soria propone la obtención de células madre pluripotenciales obtenidas de los embriones sobrantes de la fecundación in vitro, que son potencialmente capaces de ser transformadas en células productoras de insulina y, por tanto, potencialmente capaces de aportar esta hormona al organismo al regenerar los islotes de páncreas una vez trasplantadas al paciente. Desde la perspectiva de esta posibilidad terapéutica, piden que las leyes autoricen la importación de líneas celulares derivadas de embriones, del uso de los embriones congelados y de la clonación terapéutica. Y, en definitiva, como muy bien dicen, desean que se proceda a la financiación con Fondos Públicos de la investigación aplicada dirigida al tratamiento de estas enfermedades. Es un esfuerzo encomiable por curar la diabetes, pero lamentablemente dando unas esperanzas que tienen hoy por hoy más de buenos deseos que de realidad.

Les pido que lean detenidamente, y sin prejuicios, mi propuesta de que sean más ambiciosos. Pienso que tienen derecho (la sociedad entera lo tiene) a "exigirnos" a los investigadores creatividad, rigor, y además libertad ante imposiciones marcadas por intereses ajenos a la ciencia misma. Es todo un reto curar sin destruir, curar sin estropear tanto o más otros órganos o sistemas del paciente; curar sin introducir riesgo de tumores. Es decir, curar.

Sabemos bien que en el caso de enfermedades autoinmunes como la diabetes tipo I no basta trasplantar nuevas células al páncreas o nuevos islotes pancreáticos al paciente; si no se corrige la agresividad de las células del sistema inmunitario "asesinas" antes o después, que siempre es a corto plazo para un enfermo joven, las células que se le trasplantes (de los islotes de un donante, células madre suyas, o de un embrión, o de un clon), serán destruidas como lo fueron las de su páncreas, y la enfermedad rebrota. Es muy importante que Denise Faustman haya dado ya con una clave importante, y con ello ha puesto en marcha un método que funciona; lo publicaba el pasado 19 de julio en la revista Harvard University. Han paliado la raíz misma de la enfermedad no sólo "inmunosuprimiendo" el sistema inmune del paciente sino además eliminando del páncreas dañado las células destructoras presentes en los islotes. La sorpresa, lo que no esperaban, es que con este sistema no es necesario acudir a los siempre difíciles trasplantes. Se sabía ya en el 2000 que el páncreas también tiene células madres, las de adulto, y que estas pueden diferenciarse a productoras de insulina (Nature Medicine 6, 278-288). Pues bien, estos investigadores de Harvard se han encontrado con que son estas células madre las capaces de regenerar el páncreas, si se quitan de en medio las células dañinas.

Esto abre el horizonte de la investigación terapéutica de una forma espectacular, deseada, buscada y soñada. El Dr. Soria ha reconocido recientemente, en el seno de la comunidad científica, que no estaba al alcance de la mano dominar con seguridad las células embrionarias para que produzcan insulina. Además, no está técnicamente resuelto el problema (que algunos llaman secundario por desconocer la complejidad de la respuesta autoinmune) del rechazo. Ni está resuelta técnicamente la reprogramación celular para una clonación terapéutica. Ni está resuelto si las células madre embrionarias procedentes de embriones sobrantes de las clínicas de fecundación asistida heredarán las numerosas taras genéticas y malformaciones que se observan en los que han sido producidos in vitro.

Pero de nuevo se ha abierto el horizonte en dos vías muy claras. Una vía es la que pasa por las células madre (pluripotenciales o ya más maduras) del mismo paciente; se ha conseguido una hormona que insta a las células a producir insulina y se ha conseguido que células del hígado cultivadas en un medio con glucosa se conviertan nada menos que en células que producen insulina. Pero no sólo hay noticias positivas para la enfermedad de la que hablamos. Ahora podemos producir células madre del tipo embrionario sin destruir embriones. En estos meses del 2002 se ha resuelto el problema más serio de las tecnologías de obtención de células madre pluripotenciales. Por una parte, el equipo de Cibelli, de la empresa ACT, ha conseguido células con las características de las células madre embrionarias de monos sólo activando sin fecundar los óvulos (Science 295, pag. 819): las células derivadas en sólo un conjunto celular, no es un embrión, aunque se le suela llamar "embrión partenogénico". De otra, en Oslo se ha conseguido transformar células sin clonación del paciente (Nature Biotechnology). Son técnicas nuevas que tienen que ser validadas, pero dan un mensaje que merece la pena escuchar: el progreso científico no pasa (al menos no exclusivamente) por el uso de embriones humanos, ni la clonación. Hay todo un abanico de promesas que son además mejores promesas.

Para que el debate sea justo no se puede prescindir de que hay realmente alternativas: una promover la producción de insulina inducida por la recién conocida nueva hormona; otra aprovechar el potencial de las células madre del paciente, y otra obtener células madre embrionarias sin necesidad de destruir embriones. Hay más ciencia.

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