Educación sexual y abstinencia
Jokin de Irala.
Profesor titular de universidad, doctor en Salud Pública.
Unidad de Epidemiología y Salud Pública. Universidad de Navarra.
Publicado en Diario de Navarra, sección Opinión, 20 de enero de 2002.
Acaba de aprobarse una ley en el estado americano de Nueva Jersey que da especial prioridad a la promoción de la abstinencia de relaciones sexuales en los programas de educación sexual en colegios públicos (Agencia ACI digital, 19-12-01). La ley insiste en que deben replantearse los materiales pedagógicos a fin de que siempre quede claro y contundente el mensaje de que la abstinencia de relaciones sexuales es la medida más eficaz y razonable contra los embarazos imprevistos y las enfermedades de transmisión sexual, auténticas epidemias de nuestro tiempo.
En el Estado Español, los mensajes que hemos ido oyendo en los medios de comunicación, así como los defendidos desde diversos grupos de presión social y órganos de gobierno han sido fundamentalmente del estilo de "póntelo pónselo", "contra el sida presérvate" o de anuncios donde se ve a una madre "amiga" de su hija que le pone un preservativo en el bolsillo antes de que salga. Estos mensajes no tienen nada que ver con la abstinencia, más bien por el contrario, dan al público una falsa idea de seguridad frente al sida y los embarazos imprevistos.
El argumento que impera en la calle para justificar la exclusividad del mensaje del preservativo es fundamentalmente que "no es posible, realista, pedir a los jóvenes que se abstengan". Por otra parte, muchos dirán, siguiendo el antiamericanismo superficial que parece ser lo políticamente correcto en la actualidad, que dicha ley es fruto de lo exagerados y puritanos que son los americanos para todo.
El problema es grave, estamos ante epidemias de embarazos imprevistos y enfermedades de transmisión sexual sin precedentes, millones de jóvenes se quedan infértiles o adquieren el virus del papiloma humano que es el principal responsable del cáncer genital. Son enfermedades de transmisión sexual contra las cuales poco hacen los preservativos y no olvidemos que en diferentes países del continente africano la esperanza de vida es en la actualidad de unos 45 años debido al sida. Tenemos que valorar diferentes soluciones, pero debemos evitar discusiones populacheras como las que a veces se oyen en algunas tertulias radiofónicas con pseudoexpertos. Podemos o no tratar el problema bajo el interesante punto de vista moral. Sin embargo, nunca debemos obviar la evidencia científica existente al respecto.
Lo indudable es que el mensaje que abunda en este país no tiene nada que ver con el mensaje oficial de otras autoridades sanitarias como la Organización Mundial de la Salud, donde se afirman tres recomendaciones y por este orden: 1) El único medio eficaz de prevención del sida es la abstinencia de relaciones sexuales. 2) En el caso de que esto no sea posible, que se tengan relaciones sexuales mutuamente monógamas con una persona no infectada. 3) En el caso de que los anteriores no sean posibles, informar de que el uso consistente del preservativo puede disminuir, aunque no eliminar, el riesgo de transmisión del sida. Hay en la actualidad bastante evidencia científica que sugiere que es un error omitir este mensaje de la abstinencia: en primer lugar, los científicos están apelando a que este mensaje se introduzca de manera prioritaria en las escuelas (McIlhaney JS, Am J Obstet Gynecol 2000;183:334-9). En segundo lugar, en el congreso sobre sida celebrado en Durban en el verano del 2000 quedó muy patente la grave situación en diferentes países africanos. En Uganda, sin embargo, se ha conseguido disminuir mucho la incidencia de infección por el virus del sida a base de programas de educación sanitaria, apelando al retraso del inicio de las relaciones sexuales en los jóvenes y en contra de las relaciones sexuales promiscuas fuera de una pareja estable. Podemos señalar por último que las recientes revisiones de medicina basada en evidencias realizada por la prestigiosa fundación Cochrane (especializados en realizar revisiones críticas de toda la evidencia científica que existe sobre un tema determinado) indican claramente que el preservativo disminuye la probabilidad de infección por el virus del sida en un 80%, lejos de ese 100% sugerido por nuestras campañas que a la vista son claramente engañosas (Weller S, Davis K, Cochrane Review, Issue 4, 2001).
Con todos estos datos, que cualquiera puede consultar, no podemos menos que preguntarnos cómo es posible que nuestros jóvenes, y nosotros todos, seamos capaces de abstenernos de dormir si queremos jugar un partido pronto por la mañana, abstenernos de ver la televisión si queremos aprobar un examen, abstenernos de una dieta que nos apetezca para mantener la línea o incluso de no comer en una huelga de hambre para defender un ideal, y sin embargo no sea posible hablar de abstinencia en la sexualidad. Quizás debemos examinar con más detenimiento las experiencias en otros países (como el ejemplo de Uganda o la nueva ley norteamericana antes citada) para valorar en qué medida nos puedan ser útiles al menos algunas de las decisiones que se están tomando. En realidad, la juventud actual está claramente engañada y en consecuencia no pueden ser plenamente libres en el campo de la sexualidad. Hasta que no se les informe claramente de que la abstinencia es la mejor garantía que tienen contra estos problemas y hasta que no se les informe de que el preservativo solamente reduce el riego de transmisión en un 80%, no podemos hablar de auténtica libertad de elección.