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Ángela Aparisi: “La sociedad necesita leyes justas y juristas justos”

La profesora presenta su obra ‘Ética y deontología para juristas’ en Brasil

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FOTO: Cedida
01/04/19 09:51 Blanca Rodríguez

La ética y la deontología son fundamentales en el día a día del jurista, porque, como apunta la profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Navarra Ángela Aparisi, “muestran y proponen un modelo de profesionalidad excelente”.

La catedrática de Filosofía del Derecho presentó recientemente en Brasil una nueva edición de su libro –traducido al portugués– ‘Ética y deontología para juristas’.

Este libro continúa sumando ediciones y alcanzando otros países. ¿Por qué la ética y la deontología son tan importantes para el jurista?

Estamos en un momento histórico en que se ha hecho evidente que, para alcanzar el bien común y la justicia en una sociedad, no es suficiente con tener leyes adecuadas. Es también importante que los juristas actúen conforme a unos estándares éticos y deontológicos íntegros. En realidad, la ética y la deontología añaden una nueva perspectiva al trabajo del jurista: muestran y proponen un modelo de profesional excelente. No solo indican actuaciones que se alejan de los principios que inspiran una profesión, sino también, y especialmente, cuál es el modelo de persona y de profesional al que se debe de tender: un jurista que no solo vive del Derecho, sino en el Derecho, con todo lo que ello significa.

¿El jurista es consciente de la trascendencia y repercusión social de su trabajo?

No podemos generalizar, pero creo que en ocasiones los juristas no somos del todo conscientes de la trascendencia del fin que la sociedad nos ha confiado. Es claro que cada profesión desempeña una función en la sociedad, única e insustituible. Los juristas tenemos encomendada la justicia particular -o personal-, dando a cada uno lo que le corresponde y actuando de intermediarios entre la ley, siempre general y abstracta, y los problemas –en ocasiones muy graves- que sufren los ciudadanos. Por otro lado, como la paz es el resultado de la justicia, se podría afirmar que los juristas somos también, de alguna manera, “arquitectos” de la paz. Pero, efectivamente, en ocasiones no llegamos a ser conscientes de la trascendencia de la función que la sociedad ha depositado en nosotros.

¿La ética y la deontología ayudan a poner a la persona en el centro?

Así es. La ética y la deontología profesional tienen su raíz en la realidad personal de todo ser humano. El jurista es una persona cuyo trabajo siempre va destinado a otra u otras personas. En ese sentido, nuestra profesión se asemeja, por ejemplo, a la de los médicos, que también trabajan directamente con las personas. Por ello, nuestra responsabilidad ética es especialmente significativa.

A este respecto, ¿por qué es necesario que se reflexione y se debata en torno a ello?

Porque, como he señalado anteriormente, una sociedad no solo necesita leyes justas, sino también juristas justos. De nada servirían leyes perfectas si los profesionales del derecho fuéramos poco íntegros o injustos.   

Recientemente la obra se ha traducido al portugués, ¿cuál ha sido su impresión tras la presentación de la obra en Brasil?

Muy positiva. Brasil es un país con muchas inquietudes en este tema.

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