"Los padres no deben perder la batuta en la educación de sus hijos"
La escritora Natalia Sanmartín Fenollera impartió una conferencia en el patrón de la Facultad de Educación y Psicología
La periodista y escritora Natalia Sanmartín Fenollera, autora del libro El despertar de la señorita Prim, impartió una conferencia en el marco del Día del Patrón de la Facultad de Eduación y Psicología, en la que habló del amor a la lectura, de la importancia de transmitir esa pasión en las familias y en los colegios, y de la necesidad de acercarse a los clásicos.
¿Cómo surge la historia que se relata en El despertar de la señorita Prim?
En realidad, el libro es una excusa para hablar sobre algunos temas de los que me interesaba hablar. Se trata de una historia sobre la rebelión contra el mundo moderno, entre otras cosas. Es una especie de grito de rebeldía contra los demonios de la modernidad. Yo quería hablar sobre dos visiones del mundo: la tradicional y la moderna. Estos dos mundos se ven encarnados en los diferentes personajes que aparecen en el libro.
La rebelión, en ocasiones, implica disconformidad con lo que pasa. En este sentido, ¿qué valores cree que deberíamos transmitir desde la Facultad de Educación y Psicología a nuestros alumnos que van a ser los educadores y los psicólogos del futuro?
Yo soy muy rebelde y disconforme con el sistema educativo moderno, de los últimos 50 años, e incluso de más atrás. Si me preguntas sobre valores, desde mi punto de vista, deberíamos transmitirles valores cristianos, evangélicos, yo soy católica, y esa es mi visión del mundo antes que cualquier otra cosa; y luego sustraerse de los esquemas educativos, e intentar salirse de lo que todo el mundo hace, y mirar cómo fueron educadas generaciones anteriores europeas, en las que, evidentemente, el acceso a la educación superior era más limitado, pero tenían un nivel bastante mayor que el que tenemos ahora. De todas maneras, hay que tener en cuenta que la cultura, la educación, no sólo se imparte en las aulas, en las universidades, ni siquiera en las escuelas, sino que los primeros educadores, son las propias familias. Lógicamente, muchas veces éstas deben delegar, pero no deben perder la batuta en este asunto.
En este tipo de vida moderna que llevamos, en la que el tiempo se ha convertido en un bien escaso, y vamos con el pie en el acelerador, ¿qué cosas nos estamos dejando por el camino?
Vivimos en un mundo que es absolutamente desmesurado en todo: en celeridad, en dimensiones… esto nos ha hecho perder un poco la perspectiva de lo que es la vida humana, que es una vida a escala pequeña; y esa desmesura yo creo que ha creado un mundo muy hostil a lo humano: corremos, tenemos prisas, ya no hay casi diferencia entre la vida laboral y la privada, ya que las nuevas tecnologías nos han metido el trabajo en casa… Creo que habría que recordar una idea antigua, que es que la vida humana debe tener un orden, un balance; hace falta un tiempo para trabajar, pero también para descansar, para dedicar a la familia, a las relaciones con las personas de nuestro entorno, necesitamos tiempo para cultivar el intelecto, el alma, tiempo para el silencio. Todo esto es complicado con los estilos de vida que llevamos, pero el simple hecho de ser conscientes de ello, creo que ya es un paso.
Volviendo al éxito de su primer libro, ¿cómo lo ha vivido?
Ha sido una cascada de publicaciones en diferentes países, a día de hoy son hasta 76 en los que se ha publicado, el libro está traducido a varios idiomas. La verdad es que ha sido una experiencia vertiginosa, pero muy bonita. El contacto con los lectores, por ejemplo, es algo muy especial. La verdad es que me gustaría poder encontrar tiempo de nuevo para volver a ponerme a escribir, pero, ese balance del que hablábamos antes, es complicado, yo soy la primera consciente de esta dificultad. De hecho, tengo ya alguna idea, pero tiene que pasar de la mente al papel para que cristalice, y se ordene. Pero todo esto requiere un tiempo.