"Cuando regresó a Pamplona, tras titularse en Madrid en 1957, el arquitecto navarro Fernando Redón emprendió una lucha contra los esquemas que, repetidos desde centurias, componían el tejido urbano de la ciudad", afirma Luis M. Fernández Salido. Su tesis, defendida en la Universidad de Navarra, analiza la figura de este arquitecto, autor de obras como la Casa Huarte o el Edificio de las Hiedras de Pamplona.

"Durante la carrera colaboré en el estudio de Fernando Redón. Desde entonces, mi interés por su obra no ha dejado de crecer", indica. Así, Luis M. Fernández decidió investigar la figura de este arquitecto navarro, nacido en Pamplona en 1929. "Redón comenzó su trabajo cuando la fe en el progreso científico y el idealismo de las vanguardias se desplazaban a favor de corrientes críticas, como el organicismo y el neorrealismo. Al mismo tiempo, en España, el ansia de recuperar el tiempo perdido generó una situación compleja y plural, en la que se mezclaban ortodoxia y revisión", destaca el autor de la tesis. "Esas tensiones -agrega- le llevaron a trazar su andadura desde el lado humanista de la disciplina, a través del arraigo y la expresión".

Una nueva arquitectura en Pamplona y Navarra

Durante la primera mitad de los años 60, Redón formó, junto al arquitecto pamplonés Javier Guibert, "uno de los equipos más interesantes del norte de España", señala. De esta colaboración surgieron algunas de las piezas más emblemáticas de la ciudad, como las Torres de Huarte o la Torre de Erroz, y de su entorno, como el Club Klinker de Olazagutía o el Club de Golf de la Ulzama. A partir de 1966, añade el doctor, "continuó buscando, de nuevo en solitario, una interpretación enraizada y confortable de la arquitectura moderna". Entonces concibió edificios como la Clínica Ubarmin (Elcano), el Edificio de Control de la Fábrica de Cementos Portland (Olazagutía) y un gran número de viviendas unifamiliares y de locales comerciales.

Para Luis M. Fernández, "su obra supuso el comienzo de las profundas transformaciones que tanto Pamplona como Navarra experimentaron en la segunda mitad del siglo XX, en términos de cultura arquitectónica". En esta investigación sostiene que "sus edificios son un ejemplo de cómo la nueva arquitectura se puede reencontrar con los valores domésticos y de pertenencia a un lugar. En ellos, la comodidad, la calidez y la intimidad se integran en el ideal moderno de vida al exterior, en contacto con la naturaleza".

Fernando Redón representó a Navarra en la Exposición Universal de Sevilla de 1992 a través de dos de sus emblemas: sus casas populares y sus bosques. "Con esta propuesta, el arquitecto cierra el círculo que, desde sus inicios, describe en torno a la forma arquetípica del habitar", termina el autor de esta tesis, que obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude.