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Volver 2013_10_08_COM_Entrevista-Javier-Ocaña

"Solo tengo dos compromisos: uno, conmigo mismo; y otro, con el lector"

Javier Ocaña, crítico de cine de El País, compartió con los alumnos su visión del panorama actual en España

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Javier Ocaña preparando una conferencia FOTO: L. Fraile
El estilo ha cambiado, parece ser que ahora en España se sacan productos de cine diferenciados
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Los críticos ahora tenemos que demostrar que sabemos más cine que los demás
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Según Miguel Ángel Barroso y Fernando Gil Delgado, autores del libro Cine español en cien películas (2002), el recorrido del cine en España se define de la siguiente manera: "La historia del cine español es parte integrante de la historia del siglo XX y no un simple ‘adorno cultural'... la cronología de nuestro cine es parte de la historia de nuestro país". La semana pasada tuvo lugar una charla sobre el cine español en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Como invitado especial en una asignatura optativa dirigida por el profesor Alberto N. García, vino Javier Ocaña, crítico cinematográfico del diario El País. Ocaña estuvo explicando las pautas por las cuales se rige el cine en España, cuál ha sido su relación con la industria, así como su visión de cómo ve el panorama español. También contestó a las preguntas más polémicas sobre el oficio de ser crítico de cine.

Conociendo la actividad frenética de los periodistas en una redacción de un periódico o de cualquier medio, ¿cómo es su día a día en El País?

En diez años que llevo trabajando en este diario, escribiendo todos los viernes una crítica de cine, he ido solo dos veces al periódico, una vez cuando me iba a ir de Cinemanía para hablar con una de mis jefas en El País, y la otra, muy reciente, para grabar un vídeo sobre la gala de los Oscar. No voy nunca, trabajo en casa, para bien o para mal. Nosotros tenemos una lista que nos avisa de los estrenos que hay y, a partir de ahí, es cuando montamos la crítica. Nos repartimos las críticas y ya cada uno se va al cine con su acreditación de prensa para ver la película que le toque. No he sufrido la actividad frenética del periodista, sino la vida tranquila del periodista, y la verdad es que estoy muy contento con esta forma de trabajar.

En su biografía de Twitter menciona que no es contradictorio estar licenciado en Derecho y ser crítico de cine…

Y no solo eso, también soy futbolero, amante del teatro y aficionado al rugby [risas]. Toda esta conglomeración de aficiones no es contradictoria: soy una persona que ha tenido la suerte, y no todos la suelen tener, que de pequeño le han gustado muchas cosas, he jugado al fútbol toda mi vida, me ha gustado leer siempre, me ha gustado ir al teatro… Toda esa formación humana que yo he ido adquiriendo desde que tenía cuatro o cinco años hasta ahora, es la que a veces me sirve para captar determinadas cosas de una película, también saber entender qué cosas pasan en el mundo, qué ocurre en el conflicto de Siria, cuál ha sido la última triquiñuela de Berlusconi… Esta formación es la que me ha ayudado a entender el mundo, y esto me ha terminado arrastrando a ser crítico de cine.

Con la irrupción de internet en el mundo de la comunicación, cualquiera puede opinar y montar sus propias críticas de cine en un blog, foro, etcétera. ¿Qué repercusión ha tenido este fenómeno en su oficio?

Afecta en el sentido de que es ahora cuando los profesionales, los que cobramos por esto, tenemos que demostrar que lo hacemos mejor que los que no cobran. Es decir, si alguien con un blog en su casa o desde Twitter, está consiguiendo que con menos ‘armas' de actuación consigue estar a la misma altura que un crítico de cine, es que algo estamos haciendo mal. Tenemos que demostrar que sabemos más cine que los demás, que hemos visto más cine, que escribimos algo mejor que los demás, que tenemos más garra a la hora de plantear unos conceptos. Tenemos que darle ese plus, si realmente demostramos esto, es que nos estamos ganando el sueldo de verdad.

Respecto a España, ¿cuál es la relación que tiene usted con la industria del cine?

Yo, ninguna, sinceramente. Por suerte o por desgracia, como yo no provenía del mundo del cine, la relación que tengo es con los jefes de prensa, que son los que me mandan la información para ver una determinada película. Más allá no tengo ninguna relación, ni siquiera conozco a los productores. Los pocos directores que he conocido han sido cortometrajistas. Si he hecho cosas que hayan sido del agrado de esta gente, sí que he recibido algún correo electrónico como muestra de agradecimiento, pero más allá de eso… No tengo ningún compromiso con los altos cargos, y eso me da una total libertad en mi trabajo. Solo tengo dos compromisos: uno, conmigo mismo; y otro, con el lector. Si eso funciona, está todo claro.

Muchas veces se ha achacado la falta de criterio e independencia en el cine español. ¿Es esta una afirmación correcta?

Al cine español se le pueden achacar muchas cosas, pero últimamente se están haciendo cosas muy distintas, ya no es ese cine tan homogéneo en el que una película es exactamente igual que otra en contenido, espacios, actores, etcétera. El estilo ha cambiado, la narración, la estética, parece ser que ahora en España se sacan productos diferenciados. La película Pan negro (2010) no se parece absolutamente en nada a las películas de Álex de la Iglesia, y viceversa. Te estoy hablando de un tramo de unos siete u ocho años en los que esa falta de criterio ha cambiado a mejor. Cada año se sacan cuatro o cinco películas españolas que son medianamente buenas. También es verdad que de las ciento cincuenta películas españolas aproximadamente que se publican durante un año, hay muchas que no merecen ni siquiera una mención en esta entrevista. Un caso peculiar que me viene a la cabeza es Torrente, que a mí me parece una basura, pero si trae a un número considerable de personas al cine, me parece una buena idea.

Es conocido que en España no hay una relación demasiado cordial entre Cahiers du cinema El País, concretamente entre el primero mencionado y Carlos Boyero, que trabaja con usted también como crítico cinematográfico. ¿A qué se debe esta pugna?

Son estilos totalmente opuestos. Carlos es una persona tajante, de las que dice directamente si le gusta una película o no y por qué. Y Cahiers du cinema es el análisis exhaustivo, académico, desmenuzado, mucho menos directo pero más completo, y eso choca muchísimo con una personalidad tan marcada y peculiar como la de Boyero. Yo, personalmente, no tengo nada en contra de los compañeros de Cahiers du cinema. De hecho, conozco a varias personas dentro de esta revista con las que mantengo una buena relación y nos escribimos correos intercambiando opiniones e impresiones sobre el mundo del cine. Más que una pugna de El País, es una batallita de pullas entre Carlos Boyero y Cahiers du cinema. 

En su vídeo de youtube Los siete pecados capitales del cine español, menciona que ya no quedan referentes éticos e intelectuales. ¿Por qué?

Aquí explico que ya no quedan referentes conocidos en el cine español como Fernando Fernán Gómez, se ha perdido esa esencia o fuente intelectual en la que se establecían las bases de las películas españolas. Fernán Gómez era un líder de la vieja escuela, que le daba forma a la industria cinematográfica. Una persona que vivió las diferentes épocas en España y supo adaptarse y entender las circunstancias de cada momento, cosa que otros directores, por muy buenos que fueran, no supieron hacerlo. Pedro Almodóvar pudo ser este referente ético o intelectual para España, pero prefirió seguir un camino mucho más personal que colectivo, se preocupó por hacer su cine, y esta actitud no tiene mucha cabida para ser un referente. Es un director bueno, pero aquí perdió una oportunidad única para estar a la misma altura que Fernán Gómez. Pero no dramaticemos, que no haya referentes en España no significa que no se hagan buenas películas, pero eso es otra historia…

¿Cómo ve el panorama actual en España?

El panorama en España es medianamente bueno. Ya he comentado antes que el cine español ha cambiado mucho en los últimos años, y eso se ha reflejado en las películas que se estrenan cada año. Se plantean otras temáticas, se tienen diferentes objetivos, con variedad de visiones y opiniones, y eso hace mucho bien al colectivo, ya no es solo ‘Guerra civil'. Si se sigue en esta línea, es posible que la gente se dé cuenta de que el cine que se hace en España es un buen cine, pero no hay que perder el norte y seguir mejorando, ahí entra en juego el papel del director, que se sepa adaptar a las circunstancias del momento.

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