“La universidad es mucho más que ir a clase y estudiar” asegura Alejandro Iribas, alumno de primero del grado en Management Assistance y uno de los 570 estudiantes que han hecho voluntariado con Tantaka durante el primer cuatrimestre del curso. Además colabora con el grupo de alumnos UNMUN.

Alejandro acude todos los jueves, durante una hora y media, a dar clase de castellano a un grupo de mujeres búlgaras. “Cuando escuché la propuesta me asusté. Sin embargo, me di cuenta de que era un gran reto y una oportunidad única de hacer algo. Acepté la propuesta y, sin saber muy bien qué contenidos iba a enseñar en las clases, llegó la primera sesión”, explica.

Cuenta que desde el primer momento mostraron muchas ganas de aprender, lo que hizo que se sintiese muy cómodo. De manera que no le resultó complicado adaptar las clases a las necesidades que ellas le transmitían: “Sobre todo situaciones de la vida cotidiana: cómo explicarle al médico cómo se encuentran o cómo pedir un medicamento”.

Cuando comenzó el curso se acercó a Tantaka (el Banco de Tiempo Solidario de la Universidad de Navarra) porque, tras su experiencia de voluntariado en un comedor social y en una residencia de ancianos cuando iba al colegio, “no quería que el paso a la universidad conllevara tener que dejar de hacer otras cosas”, relata.

“Aunque muchas veces no nos damos cuenta, muy cerca de nosotros hay personas que lo están pasando realmente mal y que nos necesitan. Es muy fácil ayudar a los demás con pequeñas cosas. Es evidente que no podemos solucionar todos los problemas del mundo pero podemos ayudar a mejorar la vida de las personas de nuestro alrededor y que nos necesitan”, señala.