El pasado miércoles 24 de febrero Jorge Lafuente del Cano, miembro del Grupo de Investigación en Historia Reciente (GIHRE) de la Universidad de Navarra y profesor en la Universidad de Valladolid, presentó la publicación de la Fundación Transición española Le llamaban Trinidad. Recoge la historia del Ministerio para las Relaciones con las Comunidades Europeas, creado en 1978 para iniciar la negociación española con el Mercado Común y que desapareció en 1981 tras su integración en el Ministerio de Asuntos Exteriores.

El acto tuvo lugar en la Sede de las Instituciones Europeas en España y fue presidido por su jefe de comunicación, Carlos Martín. Completaban la mesa, además del autor, el director de la Fundación Transición, Pablo Zavala, y dos antiguos miembros del equipo de trabajo del Ministerio, protagonistas de la historia narrada: Matías Rodríguez Inciarte, ministro de Administraciones Públicas en el Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo y actual vicepresidente del Banco Santander; y Carlos Westendorp, ministro de Asuntos Exteriores en el último Gobierno de Felipe González y Embajador de España.

El diálogo se desarrolló en torno a la creación y los retos principales del Ministerio, cuya sede se encontraba en el madrileño palacio de la Trinidad, nombre  que se usó desde entonces para referirse al equipo negociador. Rodríguez Inciarte y Westendorp narraron su llegada y sus primeros pasos en el Ministerio. Ambos tuvieron como hilo conductor la figura de Leopoldo Calvo-Sotelo, primer ministro encargado de la negociación. Calvo-Sotelo puso en marcha un pequeño equipo de trabajo, de carácter eminentemente técnico que pudiese desarrollar dos funciones principales: en primer lugar, coordinar y preparar a la administración española para iniciar la negociación con la Comunidad y, en segundo, llevar a cabo una amplia tarea pedagógica por todo el país para explicar por qué España deseaba adherirse al Mercado Común, cuándo iba a hacerlo y qué consecuencias económicas y políticas supondría ese reto histórico.

Otra de las cuestiones que se abordaron fueron las graves dificultades que aparecieron en la negociación y que retrasaron la entrada de España hasta 1986. De modo singular el papel de Francia, que temía la competencia agrícola española y que puso continuas trabas al proceso, de forma emblemática en junio de 1980 cuando el presidente de la República, Valery Giscard d´Estaing, se mostró partidario de hacer una pausa en la negociaciones de ampliación hasta que la Comunidad Europea pudiese resolver sus problemas internos. Entre ellos el famoso cheque británico, que suponía un replanteamiento del papel del Reino Unido en la Comunidad, tan de actualidad nuevamente hoy en día.

Durante el acto se evocó también el singular momento histórico en que se desarrolló la vida del Ministerio, es decir, los años del cambio político en España tras la muerte de Franco. Se pudo establecer un cierto paralelismo entre un Ministerio nuevo, creado de cero, con enormes posibilidades, pero sin referencias útiles en el pasado a las que acogerse, con el propio proceso de Transición a la democracia, en el que se unieron grandes dificultades, retos, pero sobre todo la convicción de que se debía llevar a cabo el cambio de régimen de manera pacífica y desde el consenso político.

Finalmente, a modo de balance, los miembros de la mesa concordaron en señalar la importancia que supuso para España el inicio de la negociación y la posterior adhesión a la Comunidad. Del mismo modo la trascendencia que, desde entonces, ha tenido el anclaje europeo del país, convirtiéndose en una cuestión de Estado que —a pesar de todas las circunstancias que se han vivido desde entonces— nadie pone en tela de juicio.