Fallece el sacerdote Carmelo de Diego Lora, profesor emérito de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad
El profesor Carmelo de Diego Lora, emérito de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra, ha fallecido hoy en Pamplona. Nacido en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 29 de septiembre de 1920, se licenció en Derecho por la Universidad de Sevilla en 1943. Un año más tarde se presentó a las oposiciones de judicatura, y obtuvo plaza de Juez de Primera Instancia e Instrucción. En los años sucesivos compaginó el desempeño de la magistratura con la investigación académica, que culminó con el doctorado en Derecho, el año 1949, por la entonces Universidad Central, en Madrid. Fue Juez y Magistrado en diversos Juzgados españoles y en la Audiencia Territorial de Pamplona.
En 1956 se incorporó a la Universidad de Navarra como profesor de Derecho procesal de la Facultad de Derecho. Inició los estudios en Derecho Canónico y se doctoró en esa facultad en 1963.
En 1964 se ordenó sacerdote y desde entonces combinó la labor sacerdotal con la dedicación a la Universidad de Navarra. Fue profesor en el IESE de Barcelona y después capellán mayor de la Universidad. Más adelante, profesor ordinario, Vicedecano (1970-87) y Decano (1987-91) de la Facultad de Derecho Canónico, cargos que compaginó con su pertenencia tanto al Consejo Presbiteral de la Archidiócesis de Pamplona (1978-1985), como a la Junta de Asesores Jurídicos de la Conferencia Episcopal Española (desde 1980).
Su producción científica es muy abundante, centrada principalmente en tres áreas temáticas: Derecho procesal civil, Derecho eclesiástico del Estado, y Derecho procesal canónico.
Decano sobre el profesor De Diego-Lora: afabilidad y laboriosidadEl decano de la facultad de Derecho Canónico, Antonio Viana, ha destacado dos características del profesor De Diego Lora: su afabilidad y su laboriosidad. “De conversación atenta y agradable, era muy acogedor. Siempre tenía tiempo para una consulta, escuchar un desahogo ante el aumento de trabajo o dar un consejo oportuno a quien se lo pedía. No parecía tener prisa y siempre te esperaba con una sonrisa. Mantuvo su buen humor durante los últimos años de su vida. Cuando le visitaba en la Clínica, donde ocupaba una habitación en la que no faltaba una imagen de la Virgen del Rocío, se interesaba sobre todo por las personas que ambos conocíamos, preguntaba por cada una y hacía comentarios siempre alegres y positivos”.
“Ha sido también muy laborioso. Estaba donde se le necesitaba. Estudió muchos libros y publicó numerosos ensayos de derecho procesal; sirvió a la Universidad de Navarra en tareas muy diversas y prestó un gran servicio a la Conferencia Episcopal Española, pues durante muchos años formó parte de su Junta de asuntos jurídicos. El Señor le habrá premiado con la vida eterna un trabajo sacerdotal tan intenso, alegre y fecundo”.