Homenaje en la Universidad de Navarra al profesor Eduardo Ortiz de Landázuri, con motivo del centenario de su nacimiento
Homenaje en la Universidad de Navarra al profesor Eduardo Ortiz de Landázuri, con motivo del centenario de su nacimiento
Expertos destacan su pasión por la universidad, la medicina y los enfermos, su generosidad y su humildad intelectual
La Universidad de Navarra ha celebrado hoy un homenaje al profesor Eduardo Ortiz de Landázuri, médico internista de la Clínica Universidad de Navarra y catedrático de su Facultad de Medicina, fallecido en 1985. El acto, con motivo del centenario de su nacimiento, fue presidido por el rector, Ángel J. Gómez-Montoro, quien recordó "su amor apasionado a la institución universitaria".
"Lo manifestó, día tras día, con su buen hacer. Decía que, al mirar atrás se daba cuenta de que lo único que había hecho había sido ‘amar a la Universidad: a esta Universidad y ¡a todas!", señaló. "Su magnanimidad y su amor por la Universidad es un verdadero estímulo para seguir trabajando con pasión para sacar adelante este gran proyecto universitario", agregó.
El homenaje comenzó con una conferencia de Manuel Pérez Miranda, catedrático de Patología Médica de la Universidad de Badajoz, sobre la "Evolución de la medicina interna en los últimos 50 años".
A continuación, se celebró una mesa redonda moderada por Jesús Prieto, catedrático de la Universidad de Navarra y especialista del departamento de Medicina Interna de la Clínica. En ella intervinieron Manuel Muñoz, jefe del servicio de Medicina Interna del Complejo Hospitalario de León; Jesús Flórez, catedrático de Farmacología de la Universidad de Cantabria; y los profesores de la Universidad de Navarra Andrés Purroy, especialista en Nefrología y consultor de la Clínica; y Gonzalo Herranz, profesor de Bioética.
Pasión, generosidad y humildad intelectual
Manuel Muñoz afirmó que Eduardo Ortiz de Landázuri fue "un promotor neto de todo cuanto es hoy la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra. Estimuló a cuantos tuvo a su lado, creando inquietudes encaminadas a realizar una labor bien hecha en cuya cúspide se situó la entrega desinteresada al enfermo por encima de todo".
Asistentes al acto de homenaje de Eduardo Ortiz de Landázuri. |
Foto: Manuel Castells |
Según el catedrático Jesús Flórez, la generosidad y la pasión fueron su gran legado como maestro: "Pasión por la medicina, pasión por los enfermos, pasión por nosotros sus alumnos, pasión por la ciencia y pasión por la investigación clínica".
Por su parte, el profesor Gonzalo Herranz afirmó que lo que más le interesaba "era proporcionarse a sí mismo, a sus colaboradores y a los estudiantes una oportunidad para la humildad intelectual: reconocer que los diagnósticos podían haber sido más certeros o más completos. Y quería que esa humildad les moviera a seguir estudiando, no para saber más, sino para mejor servir a sus pacientes".
Andrés Purroy, por último, lo definió como "un vitalista empedernido, que siempre estaba dispuesto a dar un paso adelante en favor de la Facultad y, sobre todo, fue muy leal a la Universidad. Siempre se sintió un gran universitario porque, como él mismo decía, fue muy leal con sus maestros".
Dilatada trayectoria profesional
Eduardo Ortiz de Landázuri, nacido en Segovia en 1910, se incorporó a la naciente Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra y a la Clínica en 1958. Allí, el catedrático de Patología Médica fue decano y vicerrector. También fue director del Centro Coordinado de Investigaciones Médicas de Pamplona, consejero del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), miembro de la Sociedad Española de Medicina Interna -de la que fue presidente-, y de las reales sociedades de Medicina de Gran Bretaña, Francesa de Gastroenterología y de la Asociación Argentina de Farmacología y Terapéutica Experimental.
Por su dilatada carrera, el Dr. Ortiz de Landázuri recibió la Cruz de Sanidad, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio y la Cruz del Mérito Civil de la República Federal de Alemania. Asimismo, el Colegio de Médicos de Navarra le nombró Colegial de Honor en 1984, y en 1985 obtuvo el Premio Couder y Moratilla de la Real Academia Nacional de Medicina. En 1983 dejó la docencia y poco tiempo después se le diagnosticó un tumor canceroso que provocó su muerte en 1985. Pasados 13 años se inició la Causa de su canonización en Pamplona.