Marta Poza: “En la Edad Media, la muerte se vivía de forma mucho más cotidiana que en la actualidad”
La experta en arte medieval impartió la segunda conferencia del ciclo Francisco Calvo Serraller sobre la representación de la muerte en obras de la época
“Durante muchos años, el hombre medieval trató de esquivar la muerte, pero acabó incorporándose al discurso vital y viviéndose de manera cotidiana”. Así lo ha afirmado en la Universidad de Navarra la historiadora Marta Poza, segunda ponente del ciclo de conferencias Francisco Calvo Serraller, que la Fundación Amigos del Museo del Prado organiza en colaboración con la Facultad de Filosofía y Letras.
Doctora en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid, donde defiende su tesis doctoral, impartió una sesión que llevaba por título “Seras a pocos dias deste mundo passada. Imágenes de vida y muerte en el arte medieval”. En su intervención, la experta apuntó en qué aspectos se diferencia nuestra visión de la muerte con la de nuestros antepasados medievales. “En la actualidad, hemos sometido la muerte a un tratamiento casi aséptico y quirúrgico. La gente ya no muere en su casa y la conducen rápidamente a tanatorios”.
Como ha recordado en su ponencia, “saber cuándo uno se va a morir parece algo terrible, pero a cualquier hombre o mujer medieval le hubiera gustado que de alguna manera alguien les informara de cómo iba a acontecer su muerte”. Así, tal y como ha señalado, el saber suponía una ventaja, porque les permitía diseñar su propia escenografía funeraria y prepararse espiritualmente para afrontar el juicio de Dios. Poza ha explicado que “solían hacer un diseño escenográfico en el que se emulaba la muerte de algún personaje notable, normalmente un santo, porque si aquel personaje sagrado había conseguido ascender a la gloria, tendrían la esperanza de conocer el mismo destino”. En este sentido, ha citado la muerte de Fernando I de León, uno de los casos mejor documentados, en la que imita a San Isidoro.
En su intervención, también ha explicado que junto a las puertas de muchas iglesias esperaba un personaje cinocéfalo a los feligreses. Antiguas creencias decían que si después de la misa, uno se plantaba ante San Cristóbal y le decía “hoy no me llevas”, no morirían en las próximas veinticuatro horas. “Si nadie les decía cómo, los hombres y mujeres del Medievo pensaban que al menos tenían toda una vida para aspirar a una buena muerte. San Cristóbal era el que ayudaba al traslado de las almas, como el Anubis egipcio, que también tenía cabeza de perro”, ha apuntado.
Como ha recordado, al final, por mucho que uno intente saber y planear, nadie puede escapar de la muerte. En línea con esta afirmación, Marta Poza ha proyectado una página del libro de horas de Ana de Francia que representa a una muerte cazadora, con un haz de flechas y una mueca pícara. “Fíjense en cómo nos está mirando, como diciendo: no te vas a escapar”. Es un personaje que al final nos recuerda que “como sois fui, como me veis seréis”, como un memento mori. Porque ante ella, todos somos iguales.
La próxima sesión del ciclo dará un salto en el tiempo hasta el Renacimiento. David García Cueto, jefe de Departamento de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800 del Museo del Prado, hablará sobre el “deseo en la pintura del siglo XVII, entre la fascinación y la censura”.