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El Museo acoge los rostros y miradas de Luis González Palma en una muestra producida por Fundación Telefónica

El autor explora las posibilidades técnicas y formales de la fotografía y experimenta con otros materiales

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El artista Luis González Palma junto a una de sus obras expuestas FOTO: Manuel Castells
28/09/16 10:44 María Zárate

El Museo ha inaugurado Constelaciones de lo intangible, una muestra del artista guatemalteco Luis González Palma, organizada y producida por Fundación Telefónica. La exposición recorre su producción desde los años 80 hasta la actualidad y se completa con obras  pertenecientes a la Colección del Museo y producidas tras su participación en el programa de creación artística Tender Puentes en 2013.

La exposición, que se pudo ver en Espacio Fundación Telefónica de Madrid en el marco del festival PHotoEspaña y en el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), recorre el universo íntimo y enigmático del fotógrafo en una retrospectiva que aglutina más de 80 obras. “La itinerancia de la muestra se ha visto enriquecida en cada lugar donde se ha expuesto haciéndola única y singular. Esta es la primera colaboración con el Museo Universidad de Navarra, con el que tenemos muchas similitudes que espero puedan forjar una alianza”, ha afirmado Laura Fernández Orgaz, responsable de Proyectos de Arte y Tecnología de Fundación Telefónica.

En la muestra, el autor explora las posibilidades técnicas y formales de la fotografía experimentando con la aplicación de betún de judea y pan de oro, redefiniendo los límites entre la fotografía y la pintura, combinando imágenes y textos o proponiendo una experiencia escultórica de la imagen. Su universo está formado por constelaciones temáticas que orbitan alrededor de su obra en un ciclo de permanente ida y retorno. “González Palma apela a la inteligencia del visitante a través de la mirada que desprenden sus obras”, ha destacado Rafael Levenfeld, del Comité de Dirección Artística del Museo. La identidad y la memoria, la introspección, la intimidad, la reflexión sobre el poder y la representación de lo no visible son algunos de los grandes temas que sobrevuelan su producción. “Aunque utilice diferentes técnicas y aproximaciones, los temas de mi trabajo siempre son los mismos y giran en torno a una reflexión sobra la condición humana”, ha declarado el artista.


Luis González Palma

Entre las obras producidas para Tender Puentes, el programa que promueve el Museo desde 2002 y que plantea un diálogo entre fotógrafos contemporáneos, como en este caso Luis González Palma, con la Colección del Museo, una producción de aquellos pioneros en España del siglo XIX, se encuentran 17 piezas que se exponen dentro de la serie Möbius. El artista descubrió la Colección en 2013 y se fijó en unas planchas de Carte de visite sin cortar del fotógrafo André Disderi, en las que se muestra al mismo personaje retratado ocho veces en diferentes poses. Estas piezas, evocaron en el artista la conciencia de que en el retrato queremos ser percibidos según el concepto que tenemos de nosotros mismos, y en este sentido somos personas complejas, que nos manifestamos de manera múltiple a través de nuestros gestos y nuestro rostro, lo mismo que los diferentes retratos que aparecían en estas planchas. El trabajo del artista para Tender Puentes cuenta con una publicación ya a la venta en el Museo, en la web y en otros establecimientos. 

En su primera etapa, que se desarrolla a finales de los años 80, el artista tiene como objetivo entender la diversidad étnica y cultural latente en su país, con constantes menciones a su historia, a los documentos generados por el poder colonial y a la memoria colectiva.

Sus obras contienen numerosas referencias visuales e iconográficas configurando niveles de lectura e interpretación ambiguas y extremadamente sutiles. A través del rostro y la mirada, González Palma explora aspectos inmateriales como el trauma, la pérdida, el dolor y el silencio, todos ellos sentimientos derivados de la violencia vivida en Guatemala durante más de cinco siglos.

Pocos creadores basados en la fotografía llevaron tan lejos las posibilidades y los límites del soporte fotográfico incorporando a su obra elementos de la pintura, la escritura o la escultura. “Me interesa alejarme de la fotografía entendida como clásica y prefiero incluirla en un espacio escultórico y pictórico”, ha afirmado González Palma.

A partir de los años 90 su obra transita por un camino que lo lleva de lo popular a lo íntimo. Comienza a concentrarse en la exploración de la memoria y de las obsesiones personales. Es lo que se podría identificar como una segunda etapa en la que el trabajo derivado del contexto sociopolítico es abandonado progresivamente para dar paso a una reflexión mucho más introspectiva.

En sus obras de 2002 a 2012, asuntos como la intimidad, la incomunicación, la frustración de la pasión amorosa, la angustia y el deseo insatisfecho inundan su trabajo. En este momento, muchas de sus obras dejan de lado el retrato para centrarse en los espacios y los objetos que sugieren y evocan metáforas del mundo emocional del artista: sillas en las que no se puede descansar, objetos que desprenden una sensación de amenaza, presencias ausentes o escenarios desolados. En su mayoría, imágenes ancladas en espacios irreales y fantásticos con ciertos ecos surrealistas y un marcado aspecto teatral.

En su última etapa, González Palma experimenta con la abstracción interviniendo fotografías antiguas y nuevas, a través del uso de figuras geométricas y del color, que recuerdan al concretismo y el neoconcretismo brasileño. Con la superposición de formas abstractas sobre imágenes figurativas aborda una vez más el análisis de la mirada.

En esta etapa encuentra su máxima expresión en el formato de las catóptricas: fotografías proyectadas sobre cilindros o dispositivos ópticos que reconfiguran la imagen posada en horizontal en las que por más que el espectador trate de buscar el punto de vista perfecto la imagen permanece siempre fragmentada, parcial e incompleta. “Estos elementos nos enseñan cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo una persona es muchas personas al mismo tiempo. Se trata de un reflejo de la complejidad de la representación del ser humano”, ha explicado el artista.

Luis González Palma nació en Ciudad de Guatemala en 1957. Después de finalizar la carrera de Arquitectura su interés por el arte, la pintura y la fotografía le llevaron a formarse más intensamente en estos campos y a entrar en contacto con otros artistas guatemaltecos. En 1987 participó en la creación de Imaginaria, una galería que acogió en La Antigua a las voces disidentes del arte de su país. Más tarde, a finales de los años noventa, formó parte del grupo fundador de Colloquia, una iniciativa destinada al debate, la promoción y la difusión del arte contemporáneo en Guatemala. Tras varias estancias en Europa y a su regreso a Guatemala en 1998, se traslada en el año 2001 a Córdoba, Argentina, donde comienza a colaborar en varios proyectos con Graciela De Oliveira.

Desde sus primeras exposiciones en Centroamérica, EEUU y Europa hasta la actualidad, su obra ha sido fundamental para entender la fotografía latinoamericana. Entre sus innumerables muestras individuales destacan las celebradas en The Art Institute of Chicago, The Lannan Foundation, The Australian Centre fuere Photography, el Palacio de Bellas Artes de México, The Royal Festival Hall en Londres, el Palazzo Ducale di Genova, los Museos MACRO y Castagnino de Rosario, Argentina. También participó en numerosos festivales internacionales como el Photofest de Houston o Les Rencontres de Arles en Francia. Luis González Palma fue representante de su país en la 51ª Edición de la Bienal de Venecia.

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