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“Cuando visité el campus por primera vez pensé que esta Universidad tenía un carácter muy singular”

Eduardo Bayo, profesor de la Escuela de Arquitectura, repasa algunos de sus recuerdos y anécdotas en sus tres décadas como docente en la Universidad

31 | 03 | 2025

La mañana del 31 de marzo, la Escuela de Arquitectura fue testigo de la última clase impartida por el profesor Eduardo Bayo, quien aprovechó la ocasión para hacer un recorrido por su trayectoria académica, explicando el análisis y diseño de estructuras ante riesgo sísmico. En esta entrevista Bayo repasa los más de treinta años que ha dedicado a la vida universitaria, el impacto que han dejado en él sus estudiantes y sus próximos proyectos.

¿Cuál es tu primer recuerdo en la Universidad?

Fue durante mi primera visita al campus, en 1993. Me invitó José María Bastero, quien entonces era vicerrector de Investigación (1991-1996), y recuerdo que me agradó mucho la visita al edificio Central. Bajé al sótano y vi el camarote, el compartimento de tren, el reloj de la estación y las fotos del legado de Ortiz Echagüe, que por entonces se albergaban en el sótano. Todo aquello me impactó y me hizo mucha gracia, y pensé que esta Universidad tenía un carácter realmente muy singular. 

¿Qué o quién te motivó a hacer la tesis e iniciar tu vida académica?

Yo estudié Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos en Madrid y, al acabar, comencé a trabajar en una consultora especializada en estructuras, sobre temas sísmicos y análisis dinámicos de estructuras, que por entonces estaban a la vanguardia del diseño estructural aplicado a la ingeniería civil y a la arquitectura. 

Solicité una beca de una fundación española para estudiar un máster en la Universidad de Berkeley, en California. Y allá que me fui para cursar el posgrado. A raíz de mi tesina, mi profesor, Edward Wilson, me invitó a hacer la tesis doctoral. Recibí una beca de la National Science Foundation (NSF) de Estados Unidos y así fue cómo comencé mi vida académica en Estados Unidos. Berkeley fue la motivación. 

¿Y cómo llegaste a la Universidad?

En el año 1995, después de pasar diez años como profesor en la Universidad de Santa Bárbara, en California, José María Bastero me ofreció ocupar la cátedra de Estructuras de la Escuela de Arquitectura, que estaba vacante. Tras consultarlo con mi esposa, nos animamos a volver a España. 

¿Qué es lo que más te ha gustado de trabajar en la Universidad?

Sin duda, el contacto con las personas. Llevar a cabo mi docencia y mi investigación, rodeado de buenos colegas de la Escuela y de otras universidades con las que hemos colaborado. Con todos mis doctorandos he tenido un trato muy especial, así como con mis asesorados. También he disfrutado mucho el trabajo de investigación que he podido realizar en la Escuela, especialmente, en el Laboratorio de Edificación. Voy a recordar con cariño el contacto y el trabajo con los técnicos, con un recuerdo especial a Javier Bada, fallecido en 2017.

¿Tienes algún recuerdo o anécdota que guardes con un cariño especial?

Todos los recuerdos que tengo son especialmente gratos. El año que comencé a dar clases impartía una asignatura en el aula más grande de la Escuela, que estaba abarrotada de estudiantes. De esa primera promoción guardo un buen recuerdo, y dos de esos estudiantes se animaron a hacer la tesis doctoral conmigo. 

Además, un grupo de alumnos de la promoción anterior me pidió que impartiera un seminario intensivo para tratar temas más avanzados de análisis de estructuras. Duraba pocas semanas y, en el transcurso de ese seminario, uno de mis hijos se puso enfermo y tuvimos que ingresarlo en la Clínica. Por alguna razón, mis estudiantes se enteraron y cuando retomé las clases, me llevaron unos juguetes y caramelos para mi hijo. Aquello me impactó mucho. Esa muestra de cariño de aquellos estudiantes me hizo mucha ilusión. 

¿Qué es lo que más vas a echar de menos de la docencia?

Sobre todo, el contacto con los estudiantes, especialmente con aquellos que en clase se interesan, que están motivados y que plantean preguntas que suponen un reto. 

Si tuvieras que dar algún consejo, ¿cuál sería?

A los estudiantes de doctorado, que van a ser el relevo, les diría que se esfuercen por conseguir la excelencia, tanto en su docencia como en la investigación. Con el tiempo, verán los frutos de ese esfuerzo. 

Y a los estudiantes de Arquitectura les diría que siempre actúen en el espíritu de servicio hacia aquellos que hay detrás de sus proyectos, y que se pongan siempre en el lugar de las personas que van a habitar los edificios que ellos van a diseñar. 

¿A qué te vas a dedicar a partir de ahora?

Quizá continue ayudando en el departamento. Pero no voy a dejar la docencia, pues la voy a sustituir por la docencia familiar: me voy a dedicar, sobre todo, a mis nietos. 

Me jubilo con agrado y agradecimiento a la Universidad. Solo puedo dar las gracias a ella y a la Escuela de Arquitectura, que me han permitido desarrollar mi labor docente e investigadora.

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