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En línea con una de los temas que marcan el mes de marzo, Claudia Arocena, estudiante del Grado en Lengua y Literatura Españolas, aborda el papel de la mujer en la sociedad. También plantea una reflexión en torno a la concepción de belleza femenina que ha marcado las últimas décadas.


Mujeres, belleza y sociedad


Si Norma Jean, popularmente conocida como Marilyn Monroe, hubiera nacido en el siglo XXI, me arriesgo a afirmar que no sería el icono de belleza que fue en los años 50 y sigue siendo a día de hoy. La imagen de esta mujer es icónica, enormemente reconocible y su físico infinitamente aclamado; esta era, de forma indiscutible, la característica que cimentó su carrera. Una belleza tal que se convirtió en el deseo y la envidia de varias generaciones. Sin embargo, nada tiene que ver aquella mujer rubia y voluptuosa que revolucionó el mundo con el concepto de belleza actual. Aun y todo, el poder que tiene la belleza femenina no ha cambiado.

¿Cuánto poder tiene la belleza? ¿Qué papel tiene en el género femenino?

Antes de responder a estas preguntas, corresponde realizar primero una pequeña reflexión sobre este concepto. ¿Qué se entiende por belleza? El ser humano lleva milenios intentando responder esta pregunta sin éxito, pues la naturaleza humana nos lleva a sentirnos atraídos por cosas bellas. Nos causa una extraña sensación de plenitud, una forma de placer inmaterial alcanzable a través de los sentidos, que puede ser una experiencia trascendental o incluso intelectual. La belleza como concepto es difícil de definir, puede ser muchas cosas, puede ser un paisaje, una flor, un cuadro o un concepto filosófico. La concepción de belleza es totalmente única para cada individuo. Sin embargo, podemos percibir y admitir cuando algo es indiscutiblemente bello, pues esta concepción se encuentra también vinculada a la sociedad y los valores que la rigen. Qué es hermoso y qué no lo es; el criterio está parcialmente ligado al tiempo, la época y la cosmovisión de una comunidad.

A pesar del significado cambiante de la belleza, las mujeres y la feminidad siempre han parecido estar ligadas a esta, en mayor o menor medida según la época. La belleza de las mujeres ha tenido un poder incalculable desde la antigüedad. Pasando por Helena de Troya, que causó la destrucción de una ciudad, hasta Marilyn Monroe, Liz Taylor, o Sofía Loren, que revolucionaron el concepto de belleza de varias generaciones.

Pero, ¿de qué forma se diferencia la belleza femenina de cualquier otra? Las mujeres reflejan de forma innata la naturaleza del mundo; forman parte de esta, están vinculadas a una gran obra. Las montañas, los valles y los ríos se ven en las curvas y formas de una mujer. Las mujeres, por naturaleza, creadoras y dadoras de vida, están conectadas con el mundo de una forma totalmente ancestral, pues, al igual que la naturaleza, son generadoras de vida. Esta fuerza de la naturaleza, salvaje e indómita que vive en el interior de todas las mujeres, las diferencias de cualquier otra criatura; tal vez sea esto lo que dote al sexo femenino de esa cualidad innata, incomprensible y transformadora.

Sin embargo, este don de la belleza, debido a la evolución de nuestra sociedad, se ha convertido en un arma de doble filo. El siglo XXI, su tecnología y novedades, han traído consigo un concepto y canon de belleza muy distinto a cualquier otro que hubiera habido en una época anterior a la nuestra. Un canon de belleza que escapa de la realidad. Se esconde detrás de filtros, de maquillaje utilizado con maestría, de ácido hialurónico y del bisturí. Las redes sociales y los medios se han convertido en un bombardeo constante de belleza inalcanzable. No se puede negar que existe belleza en esas imágenes y, sin embargo, se aleja enormemente de lo natural, genera inseguridades y complejos que hieren la autoestima de mujeres preciosas, que buscan hermosura donde ya existe. Pues en toda mujer vive una llama especial, una belleza única, una belleza en forma de poder.

La belleza, ese sentimiento que parece inalcanzable e intangible, mueve el mundo. Nos mueve a las mujeres, vive en nuestro interior. El poder que nos otorga es capaz de cambiar el mundo y moldearlo; pero, tal vez, para poder alcanzarlo, para ser capaces de generar un cambio, sea necesario realizar una transformación desde los cimientos, para lo que tenemos que cuestionar qué significa realmente la belleza y el papel que tiene en nuestra vida y sociedad.      

Por todo esto, la pregunta que lanzamos este mes es la siguiente: ¿crees que ha habido un renacimiento femenino?


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