El otro día hablaba con una amiga de qué le preguntaríamos a Dios cuando llegáramos al cielo. A ella la mataba la curiosidad por saber quién asesinó al presidente Kennedy. Mi pregunta, algo más sencilla, quizás trivial, era saber el porqué de la existencia de las moscas (nunca he entendido qué papel tienen aparte de molestar).
Qué ironía de la vida el que al día siguiente de mantener esa conversación abriera al azar las Poesías Completas de Antonio Machado y me topara con su poema Las Moscas. Empieza así: Vosotras, las familiares, / inevitables golosas, / vosotras, moscas vulgares, / me evocáis todas las cosas.
Al leer el poema me preguntaba qué diferencia hay entre las moscas que yo veo y las que ve Machado. Yo había visto estos insectos muchas veces pero nunca les hubiera dado el papel de musas ni de evocadoras de recuerdos. Pienso que quizás las moscas eran las mismas y la diferencia entre Machado y yo es que él sabía mirar despacio, como indica Eloy Sánchez Rosillo en su poema Cuando miras despacio:
Si te quedas mirando largamente
cualquier cosa del mundo
(…)
y dejas que entre en ti,
que te vacíe de tu oscuridad
y que en tu ser halle cobijo y sea,
verás y sentirás que cuando miras
tú eres mundo también,
que en ti la vida se entrecruza y canta,
y que todo es sagrado.
Machado supo mirar largamente a las moscas, tan ignoradas, y supo ser su digno cantor. La mirada de Machado es la mirada de un artista, de un poeta; una mirada de la que muchas veces carecemos los humanos. Según Pablo d’Ors esto es así porque nos falta contemplar. Le escuché decir esto en una ocasión, y añadía que, al contrario que Saint-Exupéry, él no creía que lo esencial fuera invisible a los ojos sino que nosotros somos ciegos.
Somos ciegos ante la realidad que se nos presenta y nos falta la mirada del poeta que contempla y —con palabras de d’Ors— asiste al milagro de la creación de Dios. Me atrevo a afirmar que Machado venció la ceguera y por eso pudo componer un poema a las moscas, vulgares y familiares para muchos, pero musas para él, que supo mirar. Y con su mirada de poeta, al contemplar, descubrió que todas las cosas pueden ser amadas y que en eso radica su belleza; con su mirada de poeta descubrió que todo es sagrado.