Mi querido marinero:
Una profunda pena oscurece hasta las venas más recónditas de mi alma al pensar en ti. Hace muchas lunas, cuando el mundo era más joven, el mar me contó que estabas en la última estrella del universo, una que no tiene nombre. Me dijo que allí había una playa de cristal, donde la arena parece nieve y cada grano es un sueño roto.
A pesar de que ha pasado tanto tiempo, cada atardecer, cuando el cielo se tiñe de fuego y las estrellas empiezan a nacer anunciando la nostálgica oscuridad, las gaviotas me preguntan por ti y las olas del mar susurran tu nombre. Cuando las lágrimas caen por mis mejillas como ángeles destrozados, las caracolas me recitan poemas que algún día me escribiste y el viento canta todas las melodías que se perdieron después de tantas noches.
Cada minuto, cada instante, extraño tus caricias y sueño con el día en que un velero blanco se acerque dibujando estelas en el agua. Mi corazón continúa quemándose por el fuego de nuestro romance. Todavía hay potentes llamas que crean un incendio tan fuerte que hace ver los infiernos como solo una cerilla. Sé que aún me amas; las noches de luna llena escucho tus llantos desgarrando los recuerdos que las palmeras cobijan bajo sus hojas. Oigo cómo me llamas tantas veces que la aurora responde por mí y el sol llora de pena. Todavía le hablo a los peces de ti, trazando tu rostro en el agua y sacando viejas memorias de un cajón olvidado. Recuerdo que cuando nos mirábamos a los ojos, congelando el tiempo como si fuera el alma de un cruel tirano, ambos nos perdíamos en un laberinto de poemas y rosas.
Los pájaros sienten lástima por mí, lloran cada mañana y me gritan que te olvide, que espere a otro desafortunado hombre que se pierda en una violenta tormenta. Sin embargo, no eres solo un hombre, eres un marinero enamorado que destrozó mi corazón y una isla con su marcha. Algún día esta playa desaparecerá, el mar se secará, el sol en mil pedazos se romperá y mi alma se marchitará. Ojalá vuelvas a naufragar y regreses a esta isla antes de que los sueños que nos atrevimos a imaginar hace tantos abriles se rompan. Ojalá esta luna fuera de miel y no de piedra. Ojalá vuelvas a abrazarme mientras me pintas de azul, de verde, de rojo…
Te he esperado demasiado tiempo tendida en la arena, acompañada únicamente por la soledad y rogando al viento que traiga de nuevo tu velero blanco a estas orillas. Sé que también me escuchas cantar al alba, sé que también me ves en tus sueños y que sigues deseándome con la misma fuerza que hace tantos años. Aunque somos seres diferentes y nuestro amor parece imposible, te esperaré. Voy a esperarte hasta el final de los tiempos, cuando la noche deje de existir y todos los pájaros del mundo queden mudos. Esta playa es nuestra y lo será hasta que el sol se apague. Ahora entonces, me despido; nos vemos en el próximo sueño.
Tuya hasta el infinito:
Tu sirena.