Ante mi tierno sabio comprendí
que recordar es traer de vuelta al corazón.
Las lluvias de octubre
y la siesta del lunes
arrancaron la pureza
de la fuerza del sino.
Es la voz del alma
que grita cuando García Márquez
vuelve a conocerse
ante los oídos inocentes
de una intranquila emoción.
Despertar. Volver hacia atrás.
Soy una línea difusa
de pasado y proyección.
El realismo mágico es una cápsula
que se remonta a los tiempos
de los trajes manchados,
de la frustración, desesperación y cambio.
es el principal aliento del hoy.
No soy crónica, sino retrospección.
lo sutil invade la delicadeza
del amor de Lope
y los oxímoros de Quevedo.
La adolescencia gana leyendas.
La imaginación se aguijoneó
por una condena romántica
que destruía el racionalismo pragmático.
El inicio llora por los versos de Machado
y la mano ensangrentada de destruir
y escribir.
El inicio es la unión a este tormento.
“Tomó a la niña de la mano y salió a la calle”.
Vuelvo al presente con esta sentencia
y el silencio de la mente por fin llora.
Por fin acompaña a una verdad escrita.
Esta tortura ha sido el camino
que el sabio terminó por hacerme comprender.
El inicio me enganchó
y la continuación fue el dulce castigo
que me ha traído hasta aquí.
Aún no sé si son mis amantes mariposa,
pero he nacido para ellos
y soy porque somos.
La serendipia de los cuentos
es el pequeño juego del recuerdo.