“Puedo decir con toda seguridad que, tanto tú como yo, hemos tenido esa sensación de no poder enfrentar ese pedazo de papel en blanco, esa inmensidad que hasta podría absorbernos, ¿verdad?"
Sigo frente al blanco vacío anhelando lo que aún no siento, esperando lo que aún no existe y odiando lo que aún me arrastra. Por mucho que intente alejarme del abismo tan tangible, noto su presencia atravesándome infinitamente mientras borra las marcas de lo que recuerdo de mi vida. He perdido de vista los bordes de mi propia prisión y ahora tengo la inmensidad encerrada en mis manos. Lo único que ahora notan mis ojos es el terrible cambio que sufre el recipiente de mis caminos entintados. En mí recorre un temblor desde la columna hasta el rostro deformándolo en un gesto frustrado. Un temblor en mí me recorre la columna hasta mi rostro deformándolo en un gesto frustrado. El tacto en mis manos marca líneas rojas que gritan por la rendición, lo único que queda es deshacerme de mi encierro. Noto su fuerza golpeando lo que me rodea y me doy cuenta de que mi realidad ya tenía un color propio. Miro a mi alrededor detallando las bolas de papel, los bolígrafos y lápices rotos por el suelo. Es verdad, ya recuerdo, yo tenía que escribir un . . .