Escribir
Río escarlata
Laura Carapeto, graduada en Filosofía y Periodismo, nos presenta
otra artesanía literaria: un poema. El yo lírico descubre una libertad
interior por la que se constituye. Esta libertad, según parece,
también tiene un color.
No todo fluye. No todo pasa.
Solo se queda aquello a lo que
quieras otorgar la palabra,
aquello en lo que te des licencia
para plasmar,
solo aquello que quieras que te cale,
que se meta hasta las profundidades
más oscuras de tu intimidad.
Solo eso.
Solo eso te cambia. Te habla.
El resto, bah, son solo palabras.
Deja que te muerda,
¿lo sientes?
Es todo aquello a lo que diste importancia,
forma parte de ti, de tu carne,
de tu piel, de tus entrañas.
¿Ves?, no te dejas.
Son aquellas palabras que piden
ser conservadas, no arrancadas.
Gracias por dejar que me suba
a tus pestañas.
Aire. Abismo.
¡Si supieras lo lejos que estás
de todo ese vertedero,
por el que sufres, por el que te inquietas!
Si supieras lo lejos que estás
de lo que te pasa.
Qué tú no eres tu acción, ni tus montañas.
Que eres el aire que oxigena mi alma.
Sientes miedo, angustia.
De qué.
De lo desconocido.
Déjame que te diga que ese es tu
mayor tesoro: saberte pequeño,
y traspasado. Alcanzado.
Miedo a ser vulnerable,
a no saber coger las riendas.
No importa, aprenderás.
Y si no, no te preocupes, te dejará
de importar, porque todas
esas cosas ya no serán extrañas, serán
heridas, condecoraciones de batalla.
Eres un río escarlata.
Rojo, sí. ¿Te asusta?
Solo te diré que es color de la muerte,
de la pasión y de la vida.
De tu propia sangre, esa que no valoras
y que no deberías dejar que
se muera en tus venas.
Vive, porque todo es rojo, pero
tienes suficiente rojo dentro de ti,
como para elegir en qué quieres
que se transforme
muerte, pasado, vida, presente o sangre,
sangre escarlata.