Pensar
En esta ocasión, debemos la publicación a Gabriel Garza, jefe de redacción de la sección Pensar, y estudiante del Grado de Historia y del Diploma en Arqueología, así como del Grado en Filología Hispánica. Las Humanidades siempre han estado en el foco de la discusión, pero ahora están siendo especialmente atacadas. ¿Vosotros qué creéis? ¿Son útiles? ¿Merece la pena invertir dinero en ellas?
Humanidades. El pensamiento olvidado
Estimados lectores de BeBrave. La revista comienza hoy una etapa con nombres nuevos. No concebimos una mejor forma de celebrarlo que dedicándoos unas breves líneas desde nuestra sección “Pensar”, que estará a cargo de Carlos Poole, Dálida Grassetti, Claudia Aracena, Eva Infante y Gabriel Garza.
Durante mis años en la universidad he visto pasar por el Diploma de Arqueología los grandes referentes en el estudio de la Antigüedad llegados de todos los rincones de Europa, como pueden ser Darío Bernal, o Greg Woolf, entre muchos otros. En este caso, me apoyaré en la conferencia de David Hernández de la Fuente, catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid, titulada: «El valor de la herencia clásica en el mundo moderno», e impartida en los seminarios arqueológicos de este curso. Como las Humanidades son, precisamente, palabras y pensamientos compartidos, considero que la mención de esta ponencia puede ayudarme a mostraros la presencia de los clásicos en muchos de los movimientos de la actualidad.
Las Humanidades han sido consideradas por muchos como una disciplina estéril. Desde la Antigua Grecia, pasando por el Imperio romano, la Edad Media o la Ilustración; en todas las épocas siempre han llovido las críticas hacia sus integrantes.
Sin embargo, en la actualidad la reivindicación de las Humanidades se está convirtiendo en un aspecto muy necesario. Nos encontramos en un momento en el que las ideologías destacan por sus constantes ataques contra el mundo de las Letras, rechazadas incluso por aquellos que, a la hora de elaborar sus discursos, ignoran la importancia de los parámetros establecidos por Marco Antonio, por Séneca o por otros de los grandes oradores de la antigüedad. Parece que las humanidades han perdido su valor, o eso nos hacen creer con preguntas como “¿Para qué estudias eso?”, “¿en qué vas a trabajar?”. Nosotros, defensores de la cultura humana, venimos a mostraros la realidad de nuestra sociedad, para que volváis a pensar de una forma que ha quedado en el olvido.
A lo largo del siglo pasado tuvieron lugar dos sucesos importantes que provocaron un deseo de vuelta al pasado: las revueltas de mayo del 68 y del 15M. En ambas protestas se buscaba retornar una democracia de gran semejanza con la griega, pero ¿cómo volver a algo que no se conoce? Los ciudadanos buscaban una libertad e igualdad que ya había reinado en Atenas, ignorando que los atenienses la legitimaron en la tiranía. Liderando la Liga de Delfos, todos sus «aliados» se convirtieron en súbditos. Eso sí, el precio de la libertad no lo pagaron ellos, sino las polis colindantes. Este pequeño ejemplo sirve para ilustrar la forma en la que el ser humano tiende a actuar, independientemente del siglo en el que se encuentre. La siguiente pregunta que podríamos plantearnos es: ¿el hombre también piensa de la misma forma que antes?
Las dos revueltas señaladas son muestra de un movimiento contracultural que decidió instalarse en los márgenes de la sociedad. Estos actos parecen tener cierta relación con aspectos intelectuales como el cinismo, desarrollado por Diógenes, que defiende el retorno a una vida sencilla y afirma que tenemos los elementos básicos para obtener la felicidad, que se debe conquistar con nuestra libertad. Por su parte, el estoicismo, la gran filosofía del Imperio Romano, predicaba que los problemas son perturbaciones ajenas a nuestro centro, de las que hay que liberarse para tomar el control. Sin duda, estos pensamientos se pueden aplicar a conceptos actuales; las tecnologías, por ejemplo, nos prometen la felicidad, pero no nos la dan.
Por otro lado, el epicureísmo antecede a la modernidad. Lleva a cabo una visión de una ética sin Dios y promueve una manera de vivir centrada, en la que todo se disuelve: hay que vivir contra el miedo. Epicuro afirma que la felicidad está a nuestro alcance y que debemos entender lo absurdo de nuestros miedos. La única forma de conocimiento es la vía sensorial, por lo que hay que entender la naturaleza y lograr establecer un equilibrio entre el placer y el dolor. De estas ideas surgen los conocidos tópicos de Carpe diem y Aurea mediocritas.
No son únicamente las corrientes filosóficas determinantes en la actualidad; hay diversas figuras como Aristóteles, Pitágoras o Platón, que también están presentes en nuestros días.
Aristóteles es el fundador teórico de muchas de las ciencias especializadas, precursor del método científico y experimental, y maestro de la ética de la virtud individual en el marco de la virtud colectiva. Él siempre nos afirma que el verdadero camino de la felicidad está en la realización de nuestra razón de ser. Por su parte, Pitágoras fue el gran precursor de lo que actualmente llamamos «vida alternativa». Curiosamente, es el que mejor simboliza los desafíos del hombre de hoy en día. Concibió la proporción numérica como principio que ordena todo el cosmos, lo que está muy relacionado con el algoritmo en la gran red de redes que controla el mundo actual. Además, su persona representa varias vertientes muy actuales: por un lado, el modelo de vida alternativo basado en el vegetarianismo y en el pacifismo (renuncia a la carne y a la violencia) y, por el otro, preconiza la meditación, la música y el autoconocimiento como vías de mejora del individuo. Por último, no nos podemos olvidar de Platón, personaje presente en cualquier discusión sobre sucesos políticos. Es el gran catalizador entre el mundo de la oratoria y de la escritura. En su filosofía, desarrolla el conflicto entre el relativismo y el fondo moral y promueve el «bien común» en vez del «interés general». Encarna para el hombre moderno la buena administración y las virtudes individuales, la armonía en la vida ciudadana y las decisiones que se toman por la familia y por el bien de la comunidad.
Como habéis podido observar, la cultura clásica tiene una gran presencia en nuestras acciones y pensamientos diarios; sin embargo, durante los últimos siglos el ser humano se ha desarrollado exponencialmente en la faceta tecnológica. Desde la industrialización hasta la aparición de los ordenadores, todos los avances han aportado un cierto progreso en las disciplinas… entonces, ¿no deberían las humanidades seguir acompañando al ser humano en su proceso de vida?, ¿por qué iban ahora a quedarse atrás, si han conformado durante siglos todo lo que somos?
No lo han hecho. En las últimas décadas se ha desarrollado una vertiente humanística conocida como «Humanidades Digitales». Algunos expertos consideran al padre Bucha como su fundador, quien, junto a la empresa IBM (International Business Machines Corporation), creó el Index Thomisticus, un índice con los textos de Santo Tomás de Aquino. Esto demuestra que las humanidades son capaces de adaptarse y seguir acompañando al hombre, pero este debe, necesariamente, comprometerse a no abandonarlas.
Por medio de este íntimo y humano diálogo que hemos comenzado, nos atrevemos a preguntaros: ¿Qué opináis vosotros?, ¿qué valor tienen las humanidades en la actualidad?
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