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El cartel de Sanfermines
Leer carteles no es lo mismo que leer los anuncios, mucho menos
las noticias o los libros. Sin embargo, se trata de leer una historia,
oír su “grito en la pared” que llama nuestra atención. Esta vez,
como no, se trata de los Sanfermines: todo un arte.
Francisco Goya, Ligereza y atrevimiento de Juanito Apinani en la de Madrid, 1816
La R.A.E. en su Diccionario de la Lengua Española define el cartel como: Lámina de papel u otra materia en que hay inscripciones o figuras y que se exhibe con fines noticieros, de publicidad, etc. Entendemos por tanto el cartel como un conjunto de elementos gráficos: textos e imágenes, impreso en papel, cuyo objeto es informar de un hecho. Es un soporte de comunicación que pretende dar la máxima difusión a aquello que anuncia, con los sencillos medios de que dispone: Un papel impreso, generalmente en un formato grande, para ser colocado en lugares visibles, y, de este modo, pueda ser visto por cuanto más público y a mayor distancia sea posible. Su capacidad comunicativa dependerá tanto de su calidad técnica y estética como de su adecuada difusión o ubicación.
Ya en su definición encontramos aspectos que lo sitúan cerca de ese “grito en la pared” que es capaz de llamar nuestra atención entre una selva urbana plagada de anuncios y estímulos visuales que captan nuestros sentidos, y, por ello mismo, lo alejan de aquello que entendemos habitualmente por una obra de arte.
Características propias del cartel
Origen: Surge siempre de un encargo, de un promotor, que desea anunciar, publicitar o difundir “su” información.
Finalidad: Es un soporte de comunicación, pretende informar, en definitiva publicitar y difundir aquello que anuncia.
Público: Debe ser el más amplio posible para cumplir ese objetivo funcional que es su razón de existencia.
Reproducibilidad: Debe ser una obra capaz de multiplicarse fácilmente tanto como sea posible y de adaptarse a los diferentes espacios donde puede encontrar ese “hueco” donde anunciarse.
Ubicuidad y Adaptabilidad: Hoy todo cartel que se precie, es decir que quiera tener la máxima difusión posible, debe se capaz de tener una buena adaptación para su reproducción en camisetas, pines y chapas, e infinidad de productos de merchandising.
Temporalidad: Efímero, dura el tiempo que dura aquello que anuncia.
Carteles que iluminan la historia
La historia del cartelismo se remonta al siglo XIX, asociada al desarrollo de la imprenta litográfica y es también en este momento cuando se inicia la costumbre de anunciar los sanfermines mediante un cartel. Recorrer esa historia aporta conocimientos desde múltiples perspectivas, desde la etnográfica, la sociológica o la histórica a la gráfica y artística.
Como expresa José Luis Molins en la página web del Archivo Municipal de Pamplona, que custodia la mayor colección de los carteles conservados,
“en un primer momento, allá por la primera mitad del s. XIX, se presentan como pasquines monocolores,
meros textos anunciadores en pequeña parte ilustrados con escenas adecuadas. Más adelante se
contempla ya la creación de reclamos pictóricos, iconográficos y dotados de color…”.
Los carteles aportan mucha información sobre la historia de la ciudad, las costumbres, las vestimentas, el tipo de actos que se celebraban o la propia duración de las ferias.
En su vertiente gráfica y artística, un recorrido por los carteles permite observar desde la implantación de las diversas modas tipográficas y compositivas a los gustos cromáticos de cada época y, sobre todo, las influencias de determinadas tendencias artísticas. La historia del cartel de San Fermín, recoge de una manera muy didáctica y visual la evolución del diseño gráfico en España.
El cartel, como los sanfermines, ha ido evolucionando y de aquella función inicial, fundamentalmente informativa que llenaba los carteles de textos durante la segunda mitad del s. XIX y los primeros años del s. XX, se evolucionó hacia una concepción artística del cartel, en las primeras décadas del s. XX con el auge del cartel moderno y la ilustración de revistas, la influencia del art nouveau -y su afán de llevar la belleza a lo cotidiano- y su convivencia con tendencias más costumbristas…. En 1964 irrumpe la imagen fotográfica-periodística, que será utilizada en los años 70, tan sólo interrumpida por las propuestas innovadoras de Mariano Sinués. A partir de los años 80, se irá imponiendo una nueva forma de entender el cartel, con la incorporación de tendencias de la vanguardia plástica a la iconografía sanferminera: desde la abstracción, el arte conceptual, el pop art, el grafitti, la nueva figuración y junto a ellos nuevos conceptos y herramientas técnicas propios del diseño gráfico. Serán los años del ¿diseñas o trabajas? y de la aparición del diseño como algo presente en todas las facetas de nuestra vida. Esta nueva concepción del cartel y de su nueva funcionalidad coincide con la irrupción de la televisión en nuestras vidas. En 1982 se inician los encierros televisados. En 1993 ya se emiten para toda España y hoy se emiten en directo en todo el mundo. (Desde luego el cartel ya no puede competir “propagandísticamente” con la imagen real en movimiento que la televisión introduce en cada una de las casas de todo el mundo).
Cátedra del Patrimonio y Arte navarro, “El cartel de San Fermín hoy”,
D. Javier Manzanos Garayoa, Director del Centro de Arte Contemporáneo de Huarte.
Imagen e iconografía de San Fermín (fragmento)
La extraordinaria popularidad de los Sanfermines y su proyección internacional han multiplicado las imágenes de San Fermín de una manera incomparable, proporcionándole una difusión que seguramente no han experimentado ninguna otra imagen religiosa, tanto en número como en variedad y, desde luego, en soportes, mucho más allá de la devoción y el culto. Véase el ejemplo del Cartel anunciador ganador 2014 (Ignacio Domenech, Equipazo).
De esta manera, a partir de la segunda mitad del siglo XX, y acentuándose en los años ya andados del siglo XXI, junto a las representaciones tradicionales, que se han mantenido casi sin variación, hemos asistido a una progresiva banalización de la imagen sagrada, que ha sido despojada de ese carácter y convertido muchas veces en mero símbolo o referencia de la fiesta. Y junto a esta desacralización, se ha producido un proceso de simplificación de la imagen, que se reconoce, curiosamente, por la minimización y simplificación de los atributos episcopales: la mitra, el báculo y muchas veces la capa pluvial, que, por una curiosa interpretación popular del conocidísimo busto-relicario que se saca en Pamplona en procesión el 7 de julio, se ha querido interpretar como un capote de torero.
Cátedra de Patrimonio y Arte navarro,
“Imagen e iconografía de San Fermín. Del mártir de Amiens a los carteles de las Fiestas”,
D. Emilio Quintanilla Martínez.
Otros carteles destacados
(cedidos desde la Cátedra de Patrimonio y Arte navarro):
Cartel ganador de 1990
Autor: Mikel Urmeneta
Cartel ganador de 2003
Autor: Pablo Nanclares
París, Galerie Estampe Moderne et Sportive (www.estampemoderne.eu), 1954
Cartel ganador de 2005
Autor: Gorka Aizpurúa
Cartel ganador de 2012
Autor: David Alegría
Óleo ganador de 1911
Autor: Isidoro Calvete