Pensar
Devoción a San Fermín
Uno de los grandes Santos “pamplonicas” nació en siglo III.
Fue Patrono principal del Reino de Navarra y de la Diócesis de
Pamplona desde época imprecisa. He aquí algunos datos
históricos de la Cátedra de Patrimonio y Arte navarro: el origen
de la Octava; cuándo la celebración se traslada a julio;
cuándo nace Riau-riau…
Según tradición, San Fermín habría nacido en la Pompaelo romana en el siglo III. Convertido al Cristianismo tras la predicaciones del presbítero San Honesto y del obispo San Saturnino, fue bautizado a una con su familia por este prelado tolosano. Primer obispo de Pamplona, consagrado como tal por San Honorato, después de una fructífera acción pastoral en su tierra pasó a las Galias como misionero, recorriendo Aquitania, Auvernia y Anjou. Más tarde primer obispo de Amiens (norte de Francia), entró en la capital de la antigua Picardía un diez de octubre. Allí padeció martirio un 25 de septiembre. Perdida la memoria de su enterramiento, su cuerpo resultó milagrosamente recuperado el 13 de enero de 615 y conducido a la que fuera su sede, la catedral de Amiens, durante el episcopado de San Salvio.
El Ayuntamiento pide al Santo la liberación de Pamplona
de la epidemia peste. La Corte declara a San Francisco
Javier por único Patrón, el pueblo se opone. Un fragmento
de la cabeza del mártir llega a Pamplona en 1186…
San Fermín fue Patrono principal del Reino de Navarra y de la Diócesis de Pamplona desde época imprecisa. Disfrutó de capilla en la primitiva iglesia gótica de S. Lorenzo ya en s. XIV: consta que en 1534 el Regimiento (Ayuntamiento) encargó una lámpara de plata, con voto de mantenerla encendida perpetuamente con aceite, por atribuir a la intercesión del Patrono la liberación de Pamplona de una epidemia peste. Y en la Catedral tuvo también altar en Edad Media (el actual, de Francisco Gurrea, se esculpió en 1710). En 1624, las Cortes privativas declararon por único Patrón a San Francisco Javier, circunstancia que motivó disensiones y pleitos eclesiásticos en los que la Ciudad se opuso tenazmente a la variación. La solución fue conciliadora: en 1657 el Papa Alejandro VII dispuso que ambos santos se veneraran igualmente como Copatronos de Navarra. Convendría recordar que en 1725 el Papa concedió el rezo del Patrono de Navarra con rito doble para toda España. Y que en 1746 Benedicto XIV elevó a rito doble para la Ciudad, Diócesis y Reino de Navarra el oficio y misa de la conmemoración del Martirio de San Fermín, del 25 de septiembre.
En el transcurso del tiempo, el culto a San Fermín ha ido tomando cuerpo a medida que llegaban reliquias procedentes de su sepulcro. La primera de que se tiene noticia, un fragmento de la cabeza del mártir, la obtuvo en 1186 el obispo de Pamplona, don Pedro de París, del prelado de Amiens, Teobaldo de Heilly. Aquel mismo año don Pedro, también llamado, por su origen, “de Artajona”, estableció la celebración litúrgica del Santo, dándole carácter de primera clase, equiparable en solemnidad a la que solía usarse en la fiesta de los Santos Apóstoles. La seo pamplonesa conserva esta reliquia dentro de un busto guarnecido de plata, datado en 1527 y transformado en el siglo XVIII.
Los Sanfermines se celebran el 7 de julio a partir de
los finales del XVI. El Riau-riau nació en los principios
del XX de los cánticos y bailes que acompañaban la
procesión con las reliquias del santo.
Hasta fines del siglo XVI los pamploneses honraban a San Fermín en los inseguros días de otoño, el 10 de octubre, para mayor exactitud. Era la conmemoración litúrgica de la entrada del Santo Obispo en su sede de Amiens. Sorprende la elección de este acontecimiento, sucedido en la Galia, para venerar al ilustre Patrón navarro, que se explica por el componente humano de procedencia franca, que pobló a finales del siglo XI el pamplonés Burgo de San Cernin, con exclusión de gentes de otro origen. En 1590 los regidores pamploneses solicitaron del obispo D. Bernardo de Rojas, el traslado de la celebración al mes de julio, época en que el tiempo es bonancible y coincidente además con el periodo de la feria franca establecida por Carlos II en 1381. Desde 1591 la solemnidad se viene conmemorando el 7 de julio. Desde antiguo, contó esta festividad con una función de Vísperas, que ya en los tiempos medievales se celebraba en la desaparecida capilla gótica de San Lorenzo, en la tarde anterior al día principal (9 de octubre y, más tarde, 6 de julio). Acudía el Regimiento con toda solemnidad, acompañado de pueblo y ciudadanos principales en cortejo que, a partir de 1915, daría paso al Riau-riau. Durante dos siglos, el 6 de julio fue día de “vigilia penitencial”, en cumplimientodel voto que la Ciudad formuló en la Capilla de su patronato en 17 de octubre de 1599, con motivo de la virulenta epidemia de cólera que atacaba Pamplona. Hasta la conmutación de este voto, a finales del siglo XVIII, se recordaba a los vecinos, mediante pregón, la obligación de abstinencia de carne.
La Procesión del siete de julio pertenece a la clase denominada “estacional”. Partiendo de un templo importante, en este caso la Catedral, se acude a la Capilla para tomar la imagen, que además es relicario del mártir, para hacer “estación procesional” con misa, terminada la cual se retorna a la Seo. Propiamente, la procesión se inicia y finaliza en la Catedral, aunque haya quien interprete el regreso como mero acompañamiento de cortesía o etiqueta por parte del Ayuntamiento hacia el Cabildo. El itinerario secular permite recorrer los tres viejos núcleos de la Pamplona clásica: el Burgo, la Población y, mínimamente, la Navarrería. Las procesiones ocasionales con la efigie de San Fermín fueron frecuentes en otro tiempo, motivadas por rogativas, impetrando la petición de lluvias (ad petendam pluviam) o el cese de temporales (ad repelendas tempestates).
En 1689 tampoco se celebró la fiesta,
no por pandemia, sino por luto.
¿Qué pasó con el dinero ahorrado?
- Origen de la Octava.
El origen de la Octava se tiñe de duelo. Cuando en julio de 1689 es inminente la celebración de San Fermín, Pamplona, como toda la Monarquía hispánica, está de luto oficial por el fallecimiento en febrero anterior de María Luisa de Orleans, esposa de Carlos II el Hechizado. Pareció al Ayuntamiento que el obligado ahorro de gastos en toros, fuegos y danzas bien pudiera aplicarse en aumentar las demostraciones de culto, limitadas entonces a la misa y procesión. Así que, el cinco de julio, determinó incorporar a la liturgia una Octava, con misa cantada diaria y “sermón el primero y último día, concurriendo en ambos la Ciudad, como lo hace en la festividad de la Concepción”. A la vez que encarece a corporaciones posteriores el mantenimiento de la novedad. Actualmente la octava se limita a la misa del día 14, con asistencia de la Corporación.
Leer el artículo completo “Rito y protocolo en la fiesta de San Fermín”
en la web de la Cátedra de Patrimonio y Arte navarro, Ciclo de San Fermín
(D. José Luis Molins Mugueta)