Pensar
Santa Criz, un yacimiento arqueológico por resurgir
Íñigo Portela y Paola Bernal alumnos de 4º del grado en Historia + Diploma en Arqueología e Historia y Periodismo + Diploma de Arqueología, respectivamente, nos cuentan su experiencia en las recientes excavaciones arqueológicas de Santa Criz.
Desde el pasado 6 de septiembre, un grupo de alumnos del grado en Historia y Diploma en Arqueología hemos comenzado a trabajar en una campaña arqueológica que se está desarrollando en el yacimiento de Santa Criz de Eslava en Navarra. En este inicio de curso no hemos querido perder la oportunidad de contar a los lectores de BeBrave cómo se está desarrollando esta campaña, que se prolongará durante tres semanas, en un entorno cultural tan rico como es la Comarca de Sangüesa y el municipio de Eslava enclavado en ella.
El trabajo de campo ha estado dirigido por un equipo de arqueólogos entre los que se encuentran: Txaro Mateo, Luis Romero, Macu Delage y Nerea López, quienes, gracias a la financiación de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Eslava, han podido llevar a cabo cuatro sondeos en el entorno del criptopórtico de Santa Criz. Todo ello con el objetivo de seguir conociendo la planta más monumental de un foro hispanorromano que contamos en Navarra.
Un grupo de alumnos hemos tenido la oportunidad de trabajar en este yacimiento en turnos semanales (lunes a viernes) con horario de 8:00 a 15:00. En cuanto a la organización se refiere, ha recaído tanto en el director del Diploma en Arqueología, el Dr. Javier Andreu Pintado, como en la arqueóloga Txaro Mateo Pérez, quienes se han puesto en contacto con los alumnos y nos han guiado en el buen desarrollo de la campaña. Grandes conocedores de este yacimiento romano, Santa Criz de Eslava se ha convertido en todo un atractivo turístico por ser la mayor ciudad monumental romana conservada en la Comunidad Foral, así como una de las más impactantes de todo el entorno del norte peninsular. En definitiva, Santa Criz de Eslava ofrece al visitante una aproximación de cómo debió ser una ciudad romana enmarcada en el territorio de la etnia antigua peninsular de los vascones.
El yacimiento fue descubierto por el sacerdote Juan Castrillo en 1917, no siendo hasta la mitad de los años 90 cuando se sucedieron distintas campañas arqueológicas a cargo de los investigadores T. Mateo, P. Sáez y R. Armendáriz. En el yacimiento se conservan restos de la ciudad prerromana, del foro y la necrópolis de la ciudad. Alrededor del año 195 a. C., los ejércitos romanos marcharon por el norte de la península llegando a un castro vascón en lo alto de un cerro con elementos estratégicos interesantes como la cercanía con el río Indusi, un dominio sobre la Val de Aibar y sobre el valle del río Aragón. Se calcula que este castro duplicó su extensión durante la época romana hasta alcanzar cerca de 13 hectáreas, lo cual es bastante significativo (pensemos que la famosa ciudad de Numancia contaba con aproximadamente 8 hectáreas).
No se conoce a ciencia cierta el nombre de la ciudad, aunque se plantean varias hipótesis según las póleis citadas por Ptolomeo en su obra cuando habla de las principales ciudades de los Vascones en el siglo II d. C. Los nombres que se postulan son Nemanturista/Nemanturissa o Biturís; sin embargo, no puede asegurarse con total certeza y los investigadores siguen trabajando en esta cuestión.
Con la llegada al poder del emperador Augusto, las ciudades cambiaron su aspecto hasta asimilarse a la apariencia que tenía la esplendorosa Roma imperial, como es el caso de Santa Criz de Eslava que fue extendiéndose hacia el valle, trazándose un plano urbano típico romano y logrando establecerse cerca de la vía Iacca-Vareia (lo que hoy en día para nosotros sería la vía Jaca-Logroño). El foro era la estructura más importante de las ciudades romanas, el corazón de las urbes constituido por una plaza abierta y estructuras a dos niveles, el criptopórtico y una basílica, es decir, un edificio administrativo y judicial. Se ha excavado un tercio de esta plaza, lo que ha proporcionado abundante información y una colección de decoración arquitectónica con capiteles, estatuaria, inscripciones y pintura parietal.
La necrópolis se empezó a excavar a finales de los 90 y cubre una superficie de unos 2000 m2. Se organiza con diferentes tipos de enterramientos, algunos suntuosos con estatuas y otros más sencillos con estelas y fosas. Dentro se recuperaron ofrendas, ajuares, semillas y objetos de uso cotidiano que pueden conocerse gracias al catálogo de la exposición de Santa Criz. Por otro lado, desde julio de 2019 el yacimiento cuenta con una exposición de los materiales más sobresalientes de la ciudad romana en el mismo pueblo de Eslava muy cerca de la localización del yacimiento. Con miles de visitas al año, el yacimiento cuenta con una visita guiada de 90 minutos de la mano de Nerea López, graduada en Historia en la Universidad de Navarra y miembro del grupo de investigación de Santa Criz.
No queríamos terminar este artículo sin hablar de qué es la ciencia arqueológica y de cómo es el día a día de un arqueólogo. Lo cierto es que los arqueólogos no saquean templos en la India, ni corren detrás de una roca gigante, ni tampoco entran a una de las estructuras de la ciudad nabatea de Petra para encontrar el Santo Grial. El cine ha contribuido en gran medida a crear una imagen del arqueólogo o arqueóloga muy alejada de la realidad. La arqueología es la ciencia que estudia la cultura material de las sociedades del pasado y a ello debemos remitirnos. Es una ciencia, y como tal tiene un método propio que debe emplearse para que la investigación sea lo más rigurosa y científica posible.
Los arqueólogos se hacen preguntas que solo la tierra puede responder, y en el trabajo de campo siempre están acompañados de picos, palas, carretillas, cepillos y paletín con los que retiran las distintas unidades estratigráficas para hallar los restos materiales. Poner en relación, interpretar y contextualizar todo hallazgo es parte de una labor que exige pasar muchas horas a la intemperie, con múltiples madrugones y grandes desplazamientos en coche hacia zonas alejadas. No todo son ajuares, estatuas de mármol y grandes mosaicos como los que se ven en los museos de todo el mundo, ya que también existe una enorme belleza en el detalle que ofrecen los pequeños objetos cotidianos, que son, en definitiva, los que hacen atractiva a una ciencia que siempre da sorpresas a quien se dedica a ella.
Todo esto y mucho más se vive en la campaña que se está llevando a cabo en el yacimiento de Santa Criz de Eslava, donde alumnos y arqueólogos trabajan codo con codo para tratar de resolver los misterios que esconde esta ciudad que se ha convertido en todo un enclave a destacar del conjunto patrimonial arqueológico de nuestra comunidad foral.
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