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La pieza del mes de julio de 2018

EL ACETRE DE PLATA DEL MARQUÉS DE CASTELFUERTE, VIRREY DEL PERÚ (1724-1736)

 

Cristina Esteras Martín
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

 

Una de las figuras más ilustres de Navarra entre los siglos XVII y XVIII fue don José de Armendáriz y Perurena (1670-1740), nacido en Pamplona en el seno de una familia aristocrática, quien consagró gran parte de su vida a la carrera de las armas participando en las guerras de Flandes (1690 y 1693) y de Portugal, además de estar presente en el sitio de Gibraltar (1704) como Mariscal de Campo. Promovido a Teniente General (1706) desempeñó cargos en Extremadura comandando las tropas reales en la batalla de Lagudina (1708) y en Villaviciosa (1710). Fue premiado con la Orden de Santiago en 1699 y el 5 de junio de 1711 se le concedió el título de Marqués de Castelfuerte.

Siendo Gobernador y Capitán General de Guipúzcoa (1718-1723) fue nombrado, con 50 años de edad, Virrey y Capitán General de los Reinos del Perú y de Tierra Firme el día 4 de octubre de 1723, embarcándose el 31 de diciembre con un séquito de cuarenta personas rumbo a Lima, donde hizo su entrada oficial bajo palio el 14 de mayo de 1724. Su gobierno político duró nada menos que 11 años, uno de los más largos, y en el que impulsó el primer intento borbónico por reformar el Perú, regresando a España en 1736 en el navío “San Fermín” (construido bajo su mandato), a los 65 años de edad. Sometido por el fiscal de la Audiencia de Lima a Juicio de Residencia fue valorado su gobierno virreinal muy favorablemente, reconociendo que fue “buen ministro, virrey, gobernador, capitán general y presidente de la audiencia, asegurando que había actuado con la rectitud, desinterés y prudencia que cabía de esperar de tan alto puesto y dignidad”; además se le reconocería como gran católico y sobresaliente en la gestión de la ordenación del trabajo minero.

Ya en la península fue ascendido a Capitán General, grado que nunca tuvo Virrey alguno, y en 1737 Felipe V le distinguió con la Orden del Toisón de Oro, cuyos símbolos se le impusieron en Aranjuez el 24 de mayo de 1738. Viviría en Madrid hasta su muerte, acaecida el 16 de abril de 1740, siendo enterrado primero en Madrid y más tarde exhumado y trasladado a la capilla de Nuestra Señora del Rosario, del convento de Santo Domingo de Pamplona, aunque actualmente reposa en un mausoleo en el cementerio de esta ciudad. Al morir soltero y sin descendencia, sus propiedades y títulos nobiliarios pasaron a su hermano menor don Juan Francisco de Armendáriz.

Retrato del Virrey Marqués de Castelfuerte.

Retrato del Virrey Marqués de Castelfuerte.
 

Don José de Armendáriz fue, como navarro en Indias, muy generoso con su tierra de origen, pues en 1735 mandó construir a sus expensas los retablos mayor y colaterales del convento de las Benedictinas de Corella (Navarra), además de obsequiarles con importantes piezas de plata (actualmente desaparecidas): una custodia, cuatro candeleros, sesenta pebeteros y una caja-retablo grande con la Virgen de Copacabana (típica pieza del Altiplano). Asimismo, regaló otros objetos de platería a la Virgen del Camino de la parroquia de San Saturnino (Pamplona), también perdidas. Con anterioridad envió un importante obsequio desde Lima, del que se tiene noticia documental en 1730, con destino a la capilla de San Fermín, en la parroquia de San Lorenzo, de Pamplona, consistente en una cadena de oro de originales eslabones con un pectoral del mismo material en el que se engastan veinte esmeraldas, más cinco fuentes y dos jarros (aguamaniles) que, afortunadamente, hoy se conservan.

Además de las piezas señaladas arriba, existe en la Colección Várez Fisa (Madrid) un acetre de plata que, por las armas heráldicas que, dos veces, presenta grabadas a buril (en escudo cuartelado: 1º y 4º dos vacas puestas en palo y 2º y 3º un castillo; acolada una cruz de la Orden de Santiago, al timbre un coronel como corona ducal y como ornamentos exteriores en los flancos del escudo banderas, cornetas, fusiles, lanzas, alabardas y tambores, todos propios de militares), se confirma que la pieza perteneció a don José de Armendáriz y Perurena. Sin embargo, al estar el acetre descontextualizado y sin la orientación de dónde fue adquirido, nos es imposible, por ahora, saber si tuvo como destino inicial alguno de los templos de la devoción del Virrey o fue encargado para el servicio de su casa.

Acetre Colección Várez Fisa.

Acetre Colección Várez Fisa.

Escudo en el acetre.

Escudo en el acetre.

Marcas de Pamplona y de José de Yábar.

Marcas de Pamplona y de José de Yábar.
 

De cualquier forma, tuviera un destino u otro, lo que sí sabemos, y es muy importante, es que fue labrado en Pamplona, y no enviado desde el Perú, pues la presencia de la marca de esa ciudad (doble PP bajo corona de tres puntas) más otra de tipo heráldico (cabeza de perfil izquierdo con yelmo tocado con cuatro perlones) permiten, sin dudar, tal atribución pamplonesa, así como consignarle al prestigioso platero José de Yábar (1728-1773) la autoría de este acetre, pues la señal del yelmo es una de las dos variantes personales que usó para sellar sus trabajos. Documentado entre 1713 en que obtiene la maestría y 1777, se movió estilísticamente bajo las formas del Barroco, y más tarde en las del Rococó, siendo el acetre una obra de pleno barroco y de extraordinaria calidad técnica y buen diseño estructural, con un repertorio decorativo en el que triunfa el adorno naturalista a base de guirnaldas con grandes flores abiertas y en capullo, que son tratadas como un fino encaje al estar buriladas sobre un delicado fondo picado de lustre.

Pero, ¿en qué momento fue labrado? ¿Se hizo estando el Virrey en Lima o ya a su regreso del Perú cuando se instala en Madrid? Parece lógico pensar que el ser hecho el encargo a un platero pamplonés –y no a uno de los muchos y buenos maestros peruanos, de Lima o de cualquier otro centro artístico del Virreinato–, es porque don José ya se encontraba en España (desde 1736), y como en el escudo de armas grabado en el acetre no figura el Toisón de Oro concedido en 1737 y, por tanto, imprescindible de acompañar a su heráldica, entendemos que tuvo que realizarse con anterioridad a ese año y muy probablemente entre las fechas de 1736 y 1737 (o mayo de 1738, en que le imponen los símbolos), período en el que asimismo encaja la obra estilísticamente.

La producción artística conocida de José de Yábar es fundamentalmente de carácter religioso, pues tan solo se sabe de un azafate de aparato en propiedad particular, de manera que el acetre del Virrey corrobora la dedicación del platero a labrar piezas para el culto y con él se confirma como un excelente artífice, digno de la fama que tuvo y por la que fue muy solicitado.


FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

ESTERAS MARTÍN, C., La platería de la Colección Várez Fisa. Obras escogidas. Siglos XV-XVIII, Madrid, 2000, pp. 210-213.
FERNÁNDEZ GRACIA, R., “La escultura funeraria en Navarra durante el Renacimiento y el Barroco”, Príncipe de Viana, Año 49, nº 183 (1988), pp. 51-69.
HEREDIA MORENO, M. del C. y ORBE SIBATTE, M. y A. de, Arte hispanoamericano en Navarra. Plata, pintura y escultura, Institución Príncipe de Viana, Gobierno de Navarra, 1992, nº 115-119.
MIGUÉLIZ VALCARLOS, I., “Azafate de plata de José de Yábar”, Pieza del Mes, Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, febrero 2008.
MORENO CEBRIÁN, A., El virreinato del marqués de Castelfuerte, 1714-1736. El primer intento borbónico por reformar el Perú, Madrid, Editorial Catriel, 2000, 671 pp.
MORENO CEBRIÁN, A., “La liturgia de la muerte. Seis entierros y un sepulcro para José de Armendáriz y Perurena, virrey del Perú (1140-1901)”, Histórica, vol. XXV, nº 2 (2001), pp. 161-210.