Te puede interesar:
La problemática neutralidad del método científico
La problemática neutralidad del método científico
Seminario del Grupo Ciencia, Razón y Fe.
David Alcalde. Pamplona, 12 de diciembre de 2019
David Alcalde Morales es profesor del Instituto de Filosofía Edith Stein y del Instituto de Teología Lumen Gentium. Ambas son instituciones docentes de la Archidiócesis de Granada. Obtuvo su doctorado en Sagrada Teología, especialidad Matrimonio y Familia, en el Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, sede de Washington, D.C., en 2017. Es sacerdote diocesano de la Archidiócesis de Granada desde 2008. Anteriormente, obtuvo el doctorado en Ciencias Físicas, especialidad Astrofísica, por la Universidad de La Laguna en 2002. Cuenta con amplia experiencia en investigación astrofísica y su ámbito de interés es la relación entre teología, metafísica y ciencia, como demuestra su libro publicado recientemente (Cosmology Without God?: The Problematic Theology Inherent in Modern Cosmology).
Resumen:
Un presupuesto casi unánime entre los participantes del diálogo entre fe y ciencia es la existencia de un método científico neutral con respecto a la metafísica y a la teología. En otras palabras, se asume que el método científico es ajeno a consideraciones metafísicas y teológicas. Sin embargo, la aceptación de la neutralidad del método científico conlleva una serie de presupuestos metafísicos y teológicos que son defectuosos. Entre estos presupuestos destaca la indiferencia de la naturaleza con respecto a Dios. Esto implica que Dios sólo puede relacionarse extrínsecamente con la naturaleza. El extrinsecismo teológico es problemático porque falsifica y reduce la idea de Dios y la de naturaleza. Estas ideas deficientes de Dios y de naturaleza suelen ser asumidas implícitamente por muchos participantes en el diálogo entre fe y ciencia e impiden una comunicación real entre ciencia y teología. Si el diálogo entre fe y ciencia quiere ser fructífero, es absolutamente necesario afirmar la inevitable relación de la naturaleza con Dios y, por tanto, la intrínseca relación de la ciencia y la teología.