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2013 Lecture: Christianity and the ongoing challenge of Evolution

Lección conmemorativa Mariano Artigas 2019

 

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Summary

El descubrimiento en 1572 de la aparición en el firmamento de una nueva estrella provoca un verdadero terremoto cultural y religioso por la amenaza que dicho hallazgo suponía a la cosmovisión dominante de la época. La perfección del mundo celeste y su inmutabilidad chocaba con el descubrimiento de este fenómeno.

Esta aparición también desafiaba la doctrina cristiana de la creación derivada de la lectura que se hacía del Génesis.

Después de ciertas tensiones, finalmente, las distintas confesiones cristianas hacen las paces con el sistema heliocéntrico hasta el punto de que, hoy en día, nadie pone en duda el heliocentrismo.

En las tres décadas que llevo en USA tratando de abrir las mentes de los evangélicos más escépticos a las teorías evolutivas, pensaba que este ejemplo histórico me serviría de ayuda. Ahora no estoy tan convencido de ello.

He seguido más de cerca el debate sobre la figura de Adán en el contexto del cristianismo protestante de Estados Unidos confrontándolo con el caso Galileo.

El problema más grave que se presenta en el siglo XVII no es si es figurada o no la interpretación de ciertos versículos de la Escritura en relación con la posición de la Tierra y el Sol. Al final, ante la aplastante evidencia científica, que era contraria a una interpretación literal, hubo que aceptar que la interpretación de dichos fragmentos debía ser figurada. Lo que me parece verdaderamente importante fue la ruptura de la estructura de creencias y la base teológica sobre la que la cosmovisión cristiana estaba basada.

Pienso que la ansiedad existente en la actualidad respecto a la historicidad de Adán tiene el mismo origen.

En USA, sólo los fundamentalistas cristianos no se sienten urgidos a ajustar o modificar su interpretación tradicional de las palabras del Génesis.

Para los cristianos que se toman en serio la ciencia, el Adán bíblico no es tan importante como el Adán teológico, es decir, el de la fuente del pecado y de la muerte. Para estos es menos importante cuándo y dónde vivió ese Adán.

Adán juega el papel de preservar la coherencia del sistema teológico, de la misma manera que lo hizo el geocentrismo en la época en la que estuvo vigente. En ambos debates está en juego el papel teológico central que juega el ser humano.

El Adán histórico es fácil de encajar en una teología que se basa en el esquema creación-caída-redención que tiene los elementos propios de la cosmovisión medieval. Esta estaba todavía dominada por el esquema del universo griego: mundo sublunar y celeste.

Pero dicho esquema teológico, así interpretado, presenta hoy una multitud de problemas al contrastarlo con la cosmovisión actual. Por ejemplo, los problemas que se derivan de la determinación del momento en el que aparece el sufrimiento y la muerte, o de las consecuencias de la caída en posibles habitantes de otros lejanos planetas. La ciencia nos presenta hoy un mundo en el que no se aprecia la discontinuidad en el tiempo producida por la caída de Adán. En este nuevo escenario, ¿cuándo comienza a tener sentido la noción de pecado? Consiguientemente, ¿qué significa en este nuevo contexto la palabra salvación?

Muchos pensadores cristianos coinciden en señalar que no hay una solución que explique satisfactoriamente el problema del pecado y, por tanto, del mal. El tema acapara gran atención en el cristianismo protestante de USA. La tensión inherente a tomarse en serio la autoría divina de los dos libros, el de la naturaleza y el de la escritura, surge en este debate con especial fuerza.

El bioquímico Denis Alexander ha identificado cinco categorías de propuestas que buscan la armonía entre los dos libros: 1) Narración de carácter mítico que no tiene nada que ver con la historia. 2) La narración ofrece una "visión protohistórica gradualista" que hace referencia a hechos ocurridos en el tiempo aunque no sean históricos. 3) La narración ofrece una "visión protohistórica gradualista" que presenta a Adán y Eva como personajes con fuertes raíces históricas pero que no son necesariamente idénticos a la pareja del Génesis. 4) Old earth creationism. 5) Young earth creationism.

Más de un tercio de los norteamericanos abrazan la opción 5. Se presentan en la exposición algunos de los exponentes más representativos de algunas de las opciones y la posición del mismo Alexander.

Cada uno de los modelos anteriores da lugar a una imagen de Adán y Eva muy distinta y, cada una de ellas, presenta conflictos específicos cuando se trata de armonizar Biblia y Ciencia.

Mi trabajo en las últimas décadas ha sido promover la evolución entre los cristianos que caen en la opción 4, o son próximos a ella.

Pienso que la noción de pecado sigue siendo útil aunque se abandone el Adán histórico. Chesterton afirmó que la doctrina del pecado original es la única doctrina cristiana que puede ser verificada de manera empírica.

Mi propuesta, compartida con muchos cristianos que han abandonado el Adán histórico es que la evolución proporciona una manera mejor de comprender el origen del pecado. Serían los procesos naturales explicados por la evolución, junto con la libertad que Dios otorga al ser humano, la compleja situación en la que tendría lugar lo que conocemos como pecado original.

Describo algunos episodios vividos personalmente en relación con los intentos de ofrecer coherencia a la narración bíblica con la ciencia sin perder la estructura doctrinal establecida. En particular menciono mi experiencia con Biologos y mi relación con Francis Collins.

La no existencia en el protestantismo de un Papa que dirima los conflictos ha llevado a la aparición de emprendedores que han creado megaiglesias, museos, cadenas de televisión, etc., que están fundados cada una de ellas en su propia comprensión del cristianismo y que, normalmente, no están vinculados a ninguna de las grandes tradiciones religiosas.

Proteger la historicidad de Adán es un objetivo central para muchas de las organizaciones y colleges evangélicos. Aunque, irónicamente, el Adán que defienden con frecuencia es pocas veces el Adán bíblico.

Concluyo diciendo que la cosmovisión de la cultura occidental está marcada por el Cristianismo. La comprensión del mundo natural cuando ésta se implantó reforzaba sus propuestas doctrinales. La ciencia actual no parece reforzar de la misma manera que antaño dichas propuestas. Como consecuencia del contexto cultural en el que aparecen, las narraciones bíblicas son tan limitadas que no ofrecen mucha ayuda para hacer compatible la estructura doctrinal con el nuevo y mucho más amplio escenario que nos presenta la ciencia moderna. Esto es así especialmente en la narración de la actuación de la primera pareja. Por otro lado, paradójicamente, nunca como ahora se hace tan patente la necesidad que el hombre tiene de redención.

Mi conclusión es que estos debates serán teológicamente irrelevantes en el futuro. Acabarán pasando y quedará más claro que lo importante es el mensaje central de Jesús de vivir la caridad con los demás, especialmente con los más desfavorecidos, y estar alerta con nuestra tendencia al egoísmo. Es esto lo que debe prevalecer frente al interés por la naturaleza o la existencia del primer hombre.

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Karl Giberson


Prof. Karl Giberson

PhD in Physics from Rice University. Lecturer on science-and-religion debate. Biography.

Date: Tuesday, October 15, 2013. 12:30 p.m.

PlaceGreat Hall (Aula Magna). Central Building. University of Navarra. Pamplona

Financing: Developed with the financing of the Templeton Foundation.

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