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Science and Religion in Dialogue
Autor: José Manuel Fidalgo. Facultad de Teología, Universidad de Navarra
Publicado en: Reseña de Melville Y. Stewart (ed.), Science and Religion in Dialogue, Wiley-Blackwell: Oxford, 2010 (3ª impr.), 2 Vol, 1120 pp., 18×25, ISBN 978-1-4051-8921-7. Versión ampliada del artículo publicado en Scripta Theologica 43 (2011), pp. 465-469.
Fecha de publicación: 2010
La extensa producción bibliográfica en la actualidad sobre las así llamadas "cuestiones fronterizas de la ciencia", es un síntoma de la gran resonancia para la existencia y el sentido de la vida humana que tienen estos temas: el origen del universo y de la vida, la evolución y el origen del hombre, la conexión mente-cerebro, el orden y la finalidad del universo físico, la posibilidad de demostrar la existencia de Dios a partir del universo, etc. En este contexto se plantea la necesidad de establecer una relación adecuada y justa entre los ámbitos cognoscitivos de la ciencia y de la religión. ¿Son simplemente dos esferas independientes en contenidos y metodologías, como en ocasiones se quiere hacer ver o, más bien tienen un punto de encuentro real que abre la posibilidad de un verdadero diálogo interdisciplinar serio y fructífero, tomando en consideración "lo que del otro merece ser escuchado" (having (and listening to) what deserves to be heard) (p. 3)?
Decía Benedicto XVI a los participantes en la sesión plenaria de la Academia Pontificia de Ciencias, el 28 de octubre de 2010 que "mientras los logros cada vez más numerosos de las ciencias aumentan nuestra maravilla frente a la complejidad de la naturaleza, se percibe cada vez más la necesidad de un enfoque interdisciplinario vinculado a una reflexión filosófica que lleve a una síntesis". Melville J. Stewart, editor del libro, destaca a este propósito otras palabras del Papa en 2008 en las que afirmaba a un grupo de científicos –entre los que destacaba Stephen Hawking– que no había contradicción entre creer en Dios y la ciencia empírica (cfr. p. 527).
En esta línea se mueve el libro que tenemos delante. Se trata de una obra de notable interés. Y no sólo por la amplitud, la calidad científica y el prestigio reconocido de los autores de los textos presentados, sino también por la variedad, la pertinencia y el acierto en el tratamiento de los temas expuestos.
La obra en dos volúmenes es la edición inglesa del proyecto Science and Religion Series. El editor, Melville Y. Stewart (Profesor emérito de Filosofía, áreas de Filosofía de la Religión y de la Ciencia, en la Bethel University, Minessota, USA) se encargó de coordinar un equipo de expertos de reconocido prestigio (científicos, filósofos, teólogos... miembros muchos de ellos de la Society of Christian Philosophy), que –financiados por la Fundación Templeton– dieron unos ciclos de conferencias, entre 2005 y 2009 en las mejores universidades chinas: Wuhan, Fudan, Shandong, Peking y Tsinghua. Cada uno de los profesores impartía tres sesiones en un área de su especialidad con idea de tratar específicamente la conexión entre las cuestiones científicas y la religión. Las conferencias reunidas y ordenadas por temáticas (publicadas también en una traducción china) aparecen en la editorial Wiley-Blackwell de Oxford.
El libro está bien editado. Se trata de artículos recientes y de calidad científica. Muchos de los autores son científicos de renombre internacional que proceden de ámbitos variados del mundo de la ciencia y de la filosofía: Ciencias Biológicas, Física y Astronomía, Filosofía de la Religión y Antropología, Neurología y Neurociencias, Medicina, Teología Sistemática, Química, etc... Destacan algunos como Francisco J. Ayala (Premio Templeton 2010), Stephen M. Barr, Paul Davies, Owen Gingerich, Alvin Plantinga, etc. Pertenecen en líneas generales a lo que se viene en llamar el pensamiento cristiano anglosajón, y en ocasiones se pueden detectar de fondo las polémicas intelectuales (típicamente norteamericanas) entre deísmo y ateísmo. Los autores preceden de diversas universidades de Estados Unidos e Inglaterra con identidad cristiana: universidades católicas, metodistas, luteranas, baptistas, presbiterianas, reformadas. Las instituciones principales de procedencia son Calvin, Oxford, Notre Dame, Bethel, Carnegie Mellon University, y otras.
Además de los dos textos introductorios del editor (una introducción a cada uno de los volúmenes), el libro está estructurado en 26 partes. Cada parte está compuesta habitualmente por tres capítulos (conferencias) escritas por el mismo autor. Cada capítulo consta de un abstract inicial, unos subtítulos internos, notas y bibliografía propia. Hay unos semblantes biográficos de los autores de los artículos. En las páginas finales se propone un glosario de términos científicos y teológicos de gran interés didáctico así como un índice de nombres propios y de términos conceptuales. Se incluyen algunas figuras y tablas para ilustrar algunas exposiciones (no muchas).
Los temas de las 26 partes son los siguientes [la traducción es propia]:
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¿Realmente la ciencia ha destruido sus propias raíces religiosas? (D. Ratzsch)
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Dios y la realidad física: relatividad, tiempo y mecánica cuántica (T. Greenlee)
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Relaciones entre ciencia y cristianismo (D. Haarsma)
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Relación entre conocimiento científico y religioso sobre la evolución (L. Haarsma)
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El universo presenta como probable la existencia de un Dios (R. Swinburne)
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Un paleontólogo reflexiona sobre ciencia y religión (P. Dodson)
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La fe cristiana y la explicación biológica (S. Matheson)
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Religión, naturalismo y ciencia (A. Plantinga)
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Ciencia y teología como actividades humanas que nacen de la fe (G. Patterson)
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Cosmología y teología (D. Page)
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La ciencia bajo estrés en el siglo XX: lecciones a partir del caso de la Física nuclear temprana (R. Peterson)
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La ciencia de la religión (M. Murray)
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La creencia en Dios (K. J. Clark)
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Temas para el diálogo entre ciencia y religión (o. Gingerich)
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La administración y la armonía económica: sostenibilidad de la vida sobre la tierra (C. DeWitt)
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Cosmología y teísmo (W.L. Craig)
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Teología y ciencia en el contexto postmoderno (N. Murphy)
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Darwin y el Diseño Inteligente (F. J. Ayala)
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Las leyes de la Física y la Bio-acogida (P. Davies)
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El tiempo y el "teísmo abierto" (D. Zimmermann)
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Ciencia y Escritura (P. van Inwagen)
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La relación mutua de ciencia y teología (A. Padgett)
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La Física y el materialismo científico (S. M. Barr)
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Biotecnología y dignidad humana (Hurlbut)
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Ciencia, emergencia y religión (P. Clayton)
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Teorías y elementos inobservables: El debate realista/no-realista en ciencia y religión (B. Reichenbach)
Podríamos señalar algunos desarrollos iniciales relevantes:
1. Del Ratzsch en la parte 1, analiza si realmente la ciencia ha destruido sus propias raíces religiosas. Y afirma que muchos de los principios operativos de la ciencia tienen sus raíces en la creencia religiosa de la creación. La ciencia surge precisamente cuando la cultura asume la idea de la creación. La fractura entre ciencia y religión es una ficción que no soporta un análisis científico serio.
2. La conexión entre el tema de la relatividad y el conocimiento religioso aparece en varias ocasiones. Thomas Greenlee, por ejemplo, después de hacer un análisis de las diferencias (e implicaciones) entre la mecánica clásica y la teoría especial de la relatividad concluye que la idea de Dios eterno, fuera del tiempo, está en especial armonía con la teoría de la relatividad. Haciendo un recorrido sumario por las principales interpretaciones de la mecánica cuántica (interpretación de Copenhage, interpretación de los universos paralelos, de las variables ocultas) Greenlee se esfuerza por aclarar la compatibilidad de dicha mecánica cuántica con la visión cristiana
3. Una temática presente con especial insistencia es la relación misma entre ciencia y religión y las posibilidades de interrelación metodológica entre ambos saberes. Deborah B. Haarsma analiza los distintos modelos de relación entre ciencia y religión, lejos de una postura de conflicto que no está bien justificada (la posición de conflicto suele usar como caso arquetípico el de Galileo). En el fondo, señala, el gran problema es cómo conciliar los textos antiguos de la Sagrada Escritura con las afirmaciones de la ciencia moderna (sobre todo centrado en la cuestión de la cronología del mundo). Se presentan tres grandes alternativas cristianas: una interpretación es elDay-Age Interpretation y el Gap Interpretation, que se dirigen a da una interpretación concordista del Génesis buscando unas claves de equiparación con los tiempos astronómicos (un día=una época). Una interpretación más profunda sería la del "principio hermenéutico" por la que la lectura del Génesis hay que hacerla en clave teológica (no es un libro de astronomía) y además hay que entender el contexto cultural del relato (que se intenta distanciar de otros relatos sobre el origen del mundo en las civilizaciones cercanas como Egipto). Interesante por la claridad de la exposición es el capítulo 9 (pp. 141-149) en que Haarsma expone las respuestas (cristianas y ateas) a la cosmología actual que gira en torno a la teoría del Big-Bang. Destaca la exposición de cómo el universo está ajustado para la vida, de modo que cualquier pequeña variación en sus características hubiera determinado un universo sin posibilidad alguna de vida (y de inteligencia). Otros tratamientos en la misma línea aparecen en la parte 5: "El universo hace que sea probable la existencia de un Dios" (The Universe makes it probable that there is a God) de R. Swinburne; "Religión, naturalismo y ciencia" (Religion, naturalism and science) de Alvin Plantinga. De especial interés en esta línea nos parecen los capítulos correspondientes a la parte 14: "Reflexiones sobre la revolución científica" (Reflections on the scientific revolution) y "El diseño de un universo propicio a la vida" (Designing a universe congenial for life) de O. Gingerich. También es interesante la parte 22: "La relación mutua de ciencia y teología" (The mutuality of Science and Religion) de A. Padgett.
4. La relación entre ciencia y conocimiento religioso a propósito del tema de la evolución ocupa uno de los lugares centrales. Ambos tipos de conocimiento se mueven en planos distintos y no tienen porqué entrar en conflicto. En EE.UU numerosos grupos cristianos han reaccionado frente a la pretensión de que la teoría de la evolución refuta la Biblia (y rechazan en términos generales la teoría evolucionista). Grupos: Young Earth creationists, progressive creationists (la "Theory of Intelligent Design" es una de sus formas más peculiares). Posturas más moderadas (que admiten la evolución) las encontramos en theistic evolutionists o evolutionary creationists: Dios crea las formas de vida iniciales y a la vez es el autor de los mecanismos de la evolución. Varios autores tratan estas cuestiones. Así por ejemplo la parte 4: "Interacción entre el conocimiento científico y el religioso sobre la evolución" (Interplay of scientific and religious knowledge regarding Evolution) por L. Haarsma; "La fe cristiana y la explicación biológica" (Christian faith and biological explanation) de S. Matheson; parte 18: "Darwin y el Diseño Inteligente" (Darwin and Intelligen Design) de F. J. Ayala; parte 19: "Las leyes de la Física y la Bio-acogida" (The laws of Physics and Bio-friendliness) de P. Davies.
El tema central que da unidad a todos los artículos es el siguiente: Dios ha producido dos libros: el de la Naturaleza y la Revelación sobrenatural, dos revelaciones que son accesibles al hombre que está preparado para captarlas e interpretarlas con mecanismos que funcionan correctamente como formadores de creencias (properly-functioning belief-forming mechanisms) (pp. 1-2). En algunas posiciones que se desarrollan en las conferencias hay una mezcla quizá excesivamente simple (aunque bien intencionada) entre las perspectivas física, filosófica y teológica. A nuestro juicio se realizan en ocasiones lecturas teológicas demasiado precipitadas y no realmente justificadas a partir de afirmaciones (muchas veces hipotéticas) de la ciencia empírica. Sacar una conclusión teológica sobre Dios o la Creación, a partir de la teoría de la relatividad, es a nuestro juicio una imprudencia (incluso desde un punto de vista metodológico). En algunos artículos subyace una concepción un tanto fideísta, típicamente protestante, en la que una fe fiducial (en el fondo no bien argumentada racionalmente) busca unos puntos de encuentro (un tanto artificiales y forzados) con posturas científicas. Una cosa es mostrar la compatibilidad y otra deducir verdades de fe a partir de datos empíricos y teorías científicas. Conviene distinguir con nitidez (muchas de los autores lo hacen adecuadamente) un "apunte teológico" de una "deducción teológica" a partir de las afirmaciones científicas de la ciencia. La precipitación bienintencionada de un científico cristiano (como respuesta a la precipitación ideológica y poco científica de un ateo) nunca avala –a la larga– la seriedad racional de la fe cristiana.
Al margen de estas indicaciones, aplicables en algunos textos, se trata en definitiva de un buen trabajo, con cuestiones de gran actualidad, con una aproximación y una presentación seria y profunda de los temas tratados. No en vano hay detrás de estos textos, científicos y filósofos de reconocido prestigio. Un libro válido para lectores expertos en las cuestiones tratadas, pero también interesante para todo tipo de lectores con interés y cierto conocimiento sobre la materia. El enfoque de las posiciones de los autores es variado; en ocasiones –pensamos– discutible; pero la tesis de fondo resulta interesante y valiosa: la existencia de una confluencia (no fractura) entre la ciencia y la religión. La búsqueda de la verdad, que tan necesaria resulta en nuestra cultura contemporánea, la elaboración de una visión unitaria del saber es un reto permanente (e importante) del pensamiento humano.