Los jóvenes de hoy afrontan la transición a la vida adulta en un contexto social incierto y cambiante. La educación ya no parece garantizar el acceso a un trabajo estable y bien retribuido. La precariedad es una experiencia cada vez más habitual entre ellos, y la emancipación se dilata. Aunque muchos desean casarse y tener hijos, las transiciones familiares se retrasan, en espera de una estabilidad económica y personal que nunca llega. En definitiva, son cada vez más los jóvenes que cumplen 30 años sin ver cumplidas sus aspiraciones personales y profesionales.
En este proyecto buscamos identificar, desde la sociología, la demografía y la psicología, las capacidades y habilidades que facilitan el desarrollo de una identidad madura, capaz de afrontar con éxito los retos de la vida adulta. Buscamos con ello generar propuestas que puedan guiar tanto la educación como las políticas juveniles.