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Biodiversidad del suelo: efectos de la agricultura y ganadería

Los suelos son un componente vital de los ecosistemas porque incluyen entre un cuarto y un tercio de todos los organismos vivos del planeta. Son un gran reservorio de la biodiversidad, que se define como la variedad de los organismos vivos (diversidad de especies), de la variedad genética de cada uno de ellos (diversidad genética), y de los nichos ecológicos de los que forman parte (diversidad ecológica).

En los suelos crecen la mayoría de las plantas y se dan los ciclos de los nutrientes (nitrógeno, fósforo, azufre, potasio, calcio, magnesio y micronutrientes) que necesitan; los suelos, con clima y topografía, pueden determinar el agua disponible para las plantas; según sean sus condiciones (presencia de agua, aireación, acidez, presencia de metales pesados) permiten, o no, su presencia; y por todo lo anterior, los suelos y sus habitantes se influyen mutuamente y forman una pirámide trófica que descompone la materia orgánica.

Se sabe poco sobre ellos, pues solo se ha identificado alrededor del 1 % de los microorganismos que habitan en ellos (se conocen el 80% de las plantas). Según el tamaño, pueden ser clasificados en tres grandes grupos: microbios y microfauna (menos de 100 micras); mesofauna (entre 100 micras y 2 mm); y macrofauna (más de 2 mm). Desde el punto de vista taxonómico su clasificación es mucho más compleja: bacterias; hongos; protozoos; invertebrados muy pequeños: rotíferos, tardígrados, nematodos, y muchos más; invertebrados pequeños, NO insectos: ácaros y colémbolos (sobre todo); insectos, sobre todo larvas; y lombrices.

Por qué es importante el suelo y su biodiversidad
El suelo es, en una gran medida, el gran soporte de la vida terrestre. Su papel es esencial en relación con el ciclo de nutrientes, y también en parte del ciclo del agua. Puede ser muy diferente en composición, por ejemplo, en la cantidad de materia orgánica que incluye, pero también por su profundidad.

Por otra parte, la biodiversidad es una cualidad esencial de los ecosistemas naturales. Según sea su estado estos ecosistemas “funcionan” o no. Ante una disminución o alteración de la biodiversidad del suelo (en cantidad y variedad) las funciones relacionadas con ella se verán alteradas. Algunas de estas funciones (Servicios Ecosistémicos) son claves para su supervivencia. Entre otras razones, esa diversidad es crítica porque: colabora en la descomposición de la materia orgánica; es esencial para mantener el ciclo de los nutrientes del ecosistema; es necesaria para la correcta nutrición de las plantas; mejora la entrada y almacenamiento del agua en el suelo; proporciona resistencia a la erosión pues colabora en dar estructura al suelo; mantiene bajo control a las plagas, parásitos y enfermedades; y ayuda a la captura de carbono, y es importante en los ciclos de otros gases.

La biodiversidad del suelo influye críticamente en la agricultura, ya que puede mejorar su sostenibilidad.

¿Qué puede alterar la biodiversidad?
Cuando un suelo natural es transformado en un suelo agrícola industrial, se produce una gran pérdida de biodiversidad. Las causas principales son: la alteración que sufre por la mecanización (el volteo provoca la pérdida de su estructura y textura naturales, y cambia su dinámica en relación con la retención del agua; también cambia la microestructura, muy importante para el movimiento de algunos animales); la pérdida progresiva de materia orgánica (en la mayoría de las cosechas el material vegetal se extrae casi completamente del campo); y la progresiva alteración de sus características químicas, debido a los dos puntos anteriores, y también a los productos químicos: fertilizantes y fitosanitarios (herbicidas e insecticidas).

Cuando el cultivo es un monocultivo todos estos efectos se ven acentuados debido a la inexistencia de otras especies vegetales que estaban aportando diversidad de materia orgánica cuando dejaban caer sus hojas o cuando morían.

Los efectos de transformación descritos acaban provocando degradación del suelo por compactación, pérdida de suelo por erosión, lixiviación de nutrientes por falta de estructura, acidificación o alcalinización, y la degradación se agrava con la quema de residuos, la fertilización excesiva, la salinización por riego en suelos con presencia de sales, el riego con aguas residuales y la invasión de especies exóticas.

Sin embargo, la agricultura no es la única causante de la degradación o pérdida de suelo: la ganadería puede ocasionar compactación o iniciar fenómenos graves de erosión; el sellado del suelo (recubrimiento permanente con materiales impermeables, como carreteras, edificios, aceras o plazas) causa la muerte de los organismos del suelo por imposibilitarles disponer de agua, aire y nutrientes. En otros casos, la disminución de la biodiversidad del suelo puede vincularse con factores ya mencionados anteriormente que incluye la erosión, el agotamiento de la materia orgánica, la salinización, la contaminación y la compactación.

La biota del suelo tiene gran capacidad de resistir perturbaciones o cambios (resiliencia), y una variable capacidad para recuperarse de estas perturbaciones. Pero esta capacidad de recuperación tiene límites, y si tras una alteración importante no se recupera el equilibrio podremos considerar que el suelo se ha perdido.

Mantenimiento de la biodiversidad del suelo
Los suelos que sustentan ecosistemas naturales no agrícolas generalmente tienen mayor biodiversidad en el suelo. Los suelos agrícolas que reciben menos fertilizantes químicos y pesticidas generalmente tienen una mayor biodiversidad del suelo. Igualmente, los sistemas de pastoreo que fomentan la diversidad de plantas generalmente tienen una mayor biodiversidad debido a la mayor disponibilidad de recursos alimenticios de las raíces y la hojarasca.

Las técnicas de manejo de cultivos que fomentan el mantenimiento o aumento de la materia orgánica del suelo también conservan la estabilidad del suelo y su biodiversidad. Esto se puede conseguir mediante la adición de materia orgánica o el mantenimiento de los rastrojos, algo que ayuda a la presencia de una mayor población de microbiota y animales, incluidas las lombrices.

Las técnicas de gestión, como la rotación de cultivos y la labranza reducida, aumentan la cantidad y la calidad de la materia orgánica disponible para los organismos del suelo y desarrollan un entorno más sano para que se mantenga la biodiversidad.

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Enrique Baquero
Investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente de la Universidad de Navarra.

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