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La innovación social: una oportunidad para la sostenibilidad empresarial

“La pandemia representa una oportunidad inusual para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo”. Con esta frase Klaus Schwab abrió la iniciativa del Gran Reinicio en el pasado Foro Económico Mundial con la intención de encontrar nuevas ideas y aprovechar las oportunidades que nos ofrece esta situación para hacer de nuestro mundo un lugar mejor.

La sostenibilidad ha llegado para quedarse y esto supone retos para todos los actores, especialmente para las empresas. Prueba de ello son las prioridades y políticas adoptadas por la UE y la puesta en marcha del Pacto Verde con el cual se pretende lograr una recuperación sostenible post-covid, transformar la economía hacia una más moderna, eficiente, competitiva y centrada en las personas.

Este hecho puede verse como un obstáculo más del sistema o como una oportunidad para cambiar la mirada, transformar nuestros modos de hacer y gestionar pensando en esa triple dimensión económica, social y medioambiental que nos proporciona la sostenibilidad.

En este contexto, a nuestro juicio, la innovación social (IS) puede ser una herramienta, no la única, para impulsar en las empresas una estrategia de sostenibilidad que les permita lograr y demostrar su impacto real en la triple cuenta de resultados.

Afirmamos esto por dos cuestiones, la primera por su propia definición. La IS es un tipo de innovación que se caracteriza por tres aspectos:

1. Aporta valor añadido a la empresa, es decir, impacta tanto en los resultados del negocio como en los aspectos intangibles de la empresa (reputación, imagen, marca);

2. Es un tipo de innovación que provoca un impacto, es decir, un cambio social. Esto se da, ya sea porque la iniciativa de IS está orientada hacia la solución de un problema social concreto (que puede surgir por ejemplo del core de la empresa: salud, educación, etc.) o bien, porque está orientada a generar cambios en el modo de hacer y gestionar de la compañía (políticas organizacionales de diversidad, selección de proveedores, etc.)

3. Su implantación se realiza de forma conjunta con los agentes sociales involucrados.

La segunda refiere a que la IS, por su propia naturaleza, analiza y aborda los retos organizacionales y del entorno desde una mirada y enfoque transversal, en pos de lograr el mayor impacto posible en la triple cuenta de resultados, pasando así de la filantropía a la innovación.

A través de las actividades de IS las empresas pueden diseñar soluciones para atender diversas preocupaciones sociales más rápido, gestionar los problemas con mayor eficiencia, crear una ventaja competitiva y valor social. Para lograrlo es necesario:

  1. Implantar un propósito social claro y compartido alineado en términos de sostenibilidad que nos diferencie y canalizar recursos para el desarrollo de actividades de IS con la participación de los distintos agentes (internos y externos). Esto resulta un aspecto clave a la hora no sólo de resolver problemas sociales sino también para crear valor compartido.
  2. Conocer y comprender el entorno que nos rodea e identificar las problemáticas sociales a resolver es fundamental para identificar cómo compaginar la innovación con el impacto deseado. Para ello, integrar un ecosistema de innovación donde exista una interacción frecuente entre agentes es vital para reconocer aquellos aspectos que sirvan como disparadores para dinamizar ideas que den lugar a prácticas de IS.
  3. Poseer las competencias adecuadas para promover acciones de IS es también una pieza clave. De lo contrario, es crucial salir a buscarlas fuera e incorporarlas en la propia cultura corporativa. Esta capacidad de absorción es un buen ejemplo de las competencias que se deben fomentar para desarrollar actividades de IS y, en general, todas las asociadas a la búsqueda y asimilación de conocimiento, tanto interno como externo.
  4. Por último, construir un sólido caso de negocios basado en poder dar cuenta del impacto que se genera a nivel económico, social y medioambiental. Esto que exponemos aquí no es algo puramente teórico. Con la IS se pueden impulsar prácticas sostenibles ya sea o bien porque desde el core de su actividad se resuelve una problemática concreta o bien porque a través de la IS logran integrar la sostenibilidad en el modo de gestionar y hacer organizacional.

Afortunadamente, podemos encontrar ejemplos de empresas que son puntos de referencia en términos de sostenibilidad. Cabe destacar el caso de la Pyme española Ecoalf, nacida en 2012 con la idea de crear una empresa de moda sostenible cuidando los recursos naturales del planeta y a las personas. Para ellos la innovación y la sostenibilidad son indivisibles porque la innovación es la herramienta que les permite diseñar soluciones para los retos medioambientales y sociales a los que se enfrentan en la industria de la moda.

En este caso se puede ver la presencia de un propósito social claro, la inversión que realizaron en I+D+i y la búsqueda de las competencias para su organización al establecer alianzas con distintos actores para comprender la problemática, esto es, la escasa y baja calidad de oferta de materiales reciclados para crear productos de alta gama. Así lograron construir un sólido modelo de negocio sostenible: económico, amigable ambientalmente y con impacto social. Hoy, Ecoalf es una empresa B, líder a nivel mundial tanto en la fabricación y venta como en el uso de este tipo de materiales y ha sido galardonada con múltiples premios y reconocimientos.

Si queremos empresas más competitivas necesitamos pensar en clave de impacto y sostenibilidad y, para ello, debemos fomentar una cultura corporativa en la que las personas estén dispuestas a asumir riesgos, desarrollar prácticas de colaboración e impulsar en la sociedad una cultura más abierta a nuevos productos y servicios. La IS es una herramienta para que las empresas puedan repensar sus modelos de negocio, ir más allá de la generación de beneficios, innovar y colaborar en términos de impacto social.

 

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María Eugenia Clouet y José Antonio Alfaro Tanco

Instituto Empresa y Humanismo, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales Universidad de Navarra.

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