Efectos del cambio climático en los hayedos
El cambio climático afecta a muchos elementos de los ecosistemas y la vegetación es uno de ellos.
El funcionamiento de las plantas a nivel fisiológico y su desarrollo a lo largo de sus ciclos vitales se producen bajo unas condiciones ambientales específicas, por lo que es de esperar que los cambios en el clima tendrán un impacto significativo sobre las plantas, tanto a nivel de individuo como a nivel de población, comunidad, ecosistema o bioma. Además, el hecho de que las plantas sean organismos sésiles hace que, una vez establecidas en un lugar, no puedan desplazarse a otros. Ello provoca que su capacidad para evitar los efectos del cambio climático esté más limitada que en otros organismos que presentan mayor movilidad.
La mayor frecuencia de las olas de calor, de las inundaciones o de las sequías aumentan los daños y la mortalidad en las poblaciones y comunidades vegetales. Además, el aumento de las concentraciones de dióxido de carbono y de las temperaturas afectan de forma directa al crecimiento, reproducción y resiliencia de las plantas. Como consecuencia de un calentamiento de 0,5oC en los últimos años, se ha generado un desplazamiento en la distribución de las plantas y el rendimiento de los cultivos ha decrecido. Sin embargo, el impacto de las temperaturas y del CO2 en las plantas depende de muchos factores, como por ejemplo el tipo de fotosíntesis que presentan las plantas o la existencia o no de sequía para las mismas. A su vez, estos factores interactúan entre sí, lo cual dificulta nuestro entendimiento de cómo afecta el cambio climático sobre las plantas y la vegetación.
Existen evidencias claras sobre el desplazamiento del área de distribución de las especies vegetales como consecuencia del cambio climático, variando en sus rangos altitudinales y latitudinales. Estos cambios son más notorios en los límites de área de distribución de las especies o comunidades vegetales. Por ejemplo, en el norte de España, donde los bosques templados tienen su límite de distribución sur, su sensibilidad al calentamiento del clima y a una mayor intensidad y frecuencia de las sequías bajo el cambio climático podría ser mayor, dada su proximidad a la Región Mediterránea. Un conocimiento preciso del funcionamiento de los bosques en estas regiones limítrofes nos permitirá predecir y gestionar los cambios derivados por el cambio climático. Por ejemplo, el establecimiento de las plántulas de los árboles dominantes supone una de las fases donde se produce una mayor mortalidad en sus poblaciones y su estudio puede ser clave para entender la vulnerabilidad de estos bosques frente al cambio climático.
En un estudio realizado en el parque natural del Señorío de Bertiz (Navarra), examinamos el patrón espacial a pequeña escala de un banco mixto de plántulas y juveniles de hayas y robles en dos áreas de un bosque caducifolio templado no manejado con diferentes condiciones ambientales.
La estructura del rodal en ambas áreas era similar, pero mientras que en una de las parcelas el haya dominaba el dosel, en la otra estaba dominada por robles. Las plántulas de haya y roble se distribuyeron en agregados, mientras que los juveniles de haya mostraron una distribución aleatoria. A escalas más amplias, la abundancia de plántulas y juveniles estaba influenciada por las condiciones ambientales, así como por la competencia entre especies, mientras que a escalas más finas el patrón espacial se encontraba principalmente influenciado por procesos estocásticos, probablemente relacionados con la depredación y el establecimiento de semillas.
La estructura del banco de plántulas-juveniles evidenció una clara ventaja del haya sobre el roble en lo que se refiere a la regeneración. Las plántulas y juveniles de haya toleran el estrés inducido por el dosel y el sotobosque y persisten durante muchos años, mientras que las plántulas de roble disminuyen en unos pocos años. Por lo tanto, si las condiciones actuales persisten, las plántulas de haya y los juveniles podrán crecer rápidamente y los rodales se transformarán en bosques monoespecíficos de Fagus sylvatica en un futuro no muy lejano, hecho que demuestra el efecto potencial del cambio climático en la biodiversidad.