Andrea Jiménez
Pongamos que hablo de un jardín
Proyecto Fin de Carrera Máster Universitario de Arquitectura
Universidad de Navarra
Tutor: Miguel Ángel Alonso del Val
Al pasear por la calle Arturo Soria se puede observar cómo el objetivo inicial de Arturo Soria de introducir la vegetación para producir un saneamiento de la ciudad ha resultado en una serie de espacios públicos de calidad. Continuando con la línea de pensamiento de este arquitecto se decide utilizar la vegetación como hilo conductor del proyecto, la cual se convierte en un filtro urbano que actúa en dos escalas diferentes, a nivel de barrio y a nivel de la vivienda.
Los diferentes usos que componen el programa se localizan dentro de la parcela en función del grado de privacidad y la relación con los usuarios. En este caso la vegetación se convierte en un elemento clave y permite generar una graduación de espacios que van desde lo más público en la esquina de Arturo Soria con la c/ Añastro hasta el más privado que corresponde con el interior de las viviendas. La distribución en planta se caracteriza por dos volúmenes rectangulares en forma de L ubicados en la esquina noreste de la parcela. En el punto de unión entre ambos se ubica el acceso y las comunicaciones verticales del edificio.
Aprovechando que el acceso es la zona más publica de todo el edificio se decide ubicar próximo a él un salón social para el desarrollo de eventos y actividades. El objetivo final es crear una comunidad de vecinos que perdure en el tiempo en el que las personas puedan crecer dentro de la misma y dónde se fomenten las relaciones intergeneracionales, es por ello por lo que se decide dotar al edificio de un gran variedad de zonas comunes.
La manzana propuesta se convierte en un espacio organizado por una serie elementos vegetales a varias escalas que van desde la situación compartida en el barrio hasta el habitar diario de las personas. Las viviendas se concentran en las fachadas oeste y sur y su acceso se organiza mediante una serie de galerías abiertas que estructuran la planta del edificio.
Estas galerías se convierten en un conjunto de espacios públicos organizados en varias alturas, interrumpidos mediante una serie de patios verticales que permiten la entrada de luz en las viviendas. La vegetación toma un papel clave en estos espacios y además de servir como un elemento decorativo se destina al autoabastecimiento a través de una red de huertos vinculados a cada una de las viviendas. De esta manera se recupera el propósito inicial de Arturo Soria de que cada vivienda debe tener acceso a un pedazo de campo.
Las viviendas se caracterizan por su doble orientación, se componen de una zona privada orientada hacia los huertos y una zona pública que aprovecha la localización estratégica de la parcela para disfrutar de excelentes vistas de la ciudad. Esta zona más pública se articula en torno a una terraza completamente acristalada que filtra la luz por toda la vivienda. Todos los elementos de servicio se agrupan en una banda longitudinal que sirve como elemento de separación entre las dos zonas la cual se interrumpe en el punto donde se localiza la habitación inútil permitiendo así una conexión visual entre el espacio trasero y el delantero.
En cuanto a su volumetría el edificio se escalona con el objetivo de introducir luz en los huertos y en el interior de las viviendas. Se aprovecha este escalonamiento para dotar al edificio de una serie de espacios públicos ubicados en las cubiertas.
Por otro lado, en la zona más publica de la parcela se plantea la creación de una serie de espacios abiertos al barrio que permiten fomentar las relaciones intergeneracionales de los vecinos. La vegetación coloniza esta zona y activa la vida urbana mediante la creación de una serie de espacios públicos de calidad.
De la misma manera que en la planta se utiliza la vegetación para generar una graduación de espacios, esta vegetación se decide trasladar a la fachada para filtrar el espacio interior y dar privacidad al usuario alejándolo así del ruido y del ajetreo de Arturo Soria.
Para ello se propone una celosía compuesta por perfiles tubulares redondos de acero. Esta celosía se dispone en la fachadas principales y otorga al edificio una condición de árbol que nace en los patios ingleses que iluminan el sótano, coloniza el interior de las viviendas a través de las terrazas y va creciendo en altura hasta desaparecer una vez que ha cubierto la totalidad del edificio. En los huecos y en las terrazas de las viviendas se adapta la celosía y se diseña un sistema corredero que permite graduar la entrada de luz en el interior en función de las necesidades de los usuarios.
Esta celosía se dispone también en las pasarelas de acceso a las viviendas de manera que el usuario está en contacto con la naturaleza en todo el recorrido desde el acceso a la parcela hasta la llegada a la vivienda.
En definitiva mediante el uso de la vegetación se consigue recuperar la esencia del origen de Arturo Soria aunando en el mismo proyecto las ventajas de vivir en el campo con las de vivir en la ciudad.