Clara Álvarez de Toledo Pena
Zócalo para un silo
Proyecto Fin de Carrera Máster Universitario de Arquitectura
Universidad de Navarra
Tutor: Jorge Tárrago
En el vasto paisaje de España, los silos se yerguen como monumentos de una época industrial, dispersos por el territorio con una uniformidad que desafía el carácter único de cada lugar. Estos gigantes de hormigón, construidos siguiendo tipologías estandarizadas, a menudo se encuentran descontextualizados, ajenos al entorno específico que los acoge. Surge entonces una cuestión crucial: ¿cómo podemos anclar estos edificios ya construidos al territorio que los rodea?
El silo, ubicado en la ciudad de Navalcarnero, es un ejemplo perfecto de esta dicotomía.
Navalcarnero es una ciudad profundamente ligada a los caminos, con el carril del Tirabuey como eje fundacional, y enriquecida por la arquitectura castellana porticada y la herencia vinícola de sus cuevas. El silo se alza en el norte de la ciudad, sobre una suave pendiente que desciende desde el encinar. Para integrar el silo en su entorno, se propone un proyecto que aprovecha el desnivel natural del terreno, desarrollando un zócalo que adapta el edificio a la topografía.
Este zócalo se convierte en la base fundamental sobre la cual el silo se reconecta con su entor- no, esculpiendo cuidadosamente la plataforma en el terreno para que se mimetice con el paisaje. Mediante la extensión del perímetro del silo y un vaciado estratégico, se crean diversos espacios funcionales: una quesería, una nave ganadera y otras áreas auxiliares. Esta intervención permite que el edificio se funda armoniosamente con la suave pendiente y el encinar circundante, reforzando su cone- xión visual y funcional con el entorno.
El zócalo se concibe como una serie de espacios transversales al silo, interconectados por un sótano y enriquecidos con patios que inundan de luz natural el interior, creando un juego dinámico de luces y
sombras. Una galería porticada recorre estos ambientes, permitiendo a los visitantes observar tanto los procesos de la quesería como las actividades en la nave ganadera. Esta galería facilita la circulación, otorga una escala más humana al conjunto actuando como extensión del silo y generando una plaza frontal que se convierte en un punto de encuentro comunitario.
Constructivamente, el zócalo se sustenta en muros de carga de tierra compactada del propio solar, re- forzados puntualmente para soportar la cubierta ajardinada y el terreno circundante. La nave ganadera utiliza una estructura de madera para su cubierta inclinada, asegurando ventilación adecuada y gene- rando espacios de mayor altura. La combinación de madera y tierra compactada confiere a estos espa- cios una calidez vernácula que contrasta con la fría solidez del silo.
Con el propósito de transformar el silo en un espacio versátil que albergue viviendas, áreas expositivas y productivas, se emprendieron una serie de intervenciones cuidadosamente planeadas. Estas incluyen demoliciones controladas para abrir huecos en los muros interiores y fachadas, y la creación de dos nuevos forjados que permiten la adaptación del silo a sus nuevas funciones. Un nuevo sótano facilita la conexión con el zócalo y mejora la circulación interna. Estas transformaciones respetan el carácter original del silo, utilizando materiales como el acero y el acero corten, dejando los muros de hormigón visto y mostrando los cortes de los muros para revelar la esencia del espacio original, manteniendo un diálogo honesto con su pasado industrial.
La esencia del silo se conserva mediante soluciones constructivas sencillas y eficientes, como la implementación de perfiles UPE sobre perfiles en L como forjado, cubierto con una solera tecnificada que integra todas las instalaciones necesarias en el suelo. Este enfoque permite utilizar el espacio tanto para viviendas temporales como para oficinas, logrando una integración armoniosa entre lo nuevo y lo existente.
El proyecto busca generar un nuevo edificio que no compita con el silo, sino que se mimetice con el entorno, creando una conexión visual y funcional con el paisaje circundante. Así, no solo recontextualiza el silo en Navalcarnero, sino que también lo transforma en un hito arquitectónico que celebra la historia y la identidad del lugar, mientras se abre a nuevas funciones y formas de habitar. Se generan distintas dualidades entre lo industrial y lo vernáculo, lo preexistente y lo nuevo, demostrando que es posible anclar un edificio a su contexto, respondiendo así a la pregunta inicial con una rotunda afirmación.