María Gil García
M. Confidencial
Proyecto Fin de Carrera Máster Universitario de Arquitectura
Universidad de Navarra
Tutor: Luis Tena
El legado de pintura y escultura contemporánea española y alta costura de dos hermanas, convierten una gran parcela del barrio de Somosaguas en un privado y peculiar complejo artístico; el cual debe incluir un amplio programa residencial, espacios expositivos, un estudio y un invernadero entre otros.
En el presente barrio, los espacios públicos son mínimos y quedan estrictamente limitados por las parcelas, lo que crea un gran contraste con La Casa de Campo, situada a escasos metros. El proyecto nace de la concepción del complejo como espacio capaz de proporcionar un lugar de encuentro al resto del barrio. Se trata de una aproximación paradójica ya que el planteamiento inicial responde al ámbito residencial privado.
La propuesta trata de responder a las anteriores cuestiones, dando lugar a un proyecto definido por las precisas y singulares necesidades de los clientes, sin caer en el exceso que muchas veces el lujo residencial trae de la mano.
Se plantea una respuesta radical determinada por un retranqueo de prácticamente el contorno completo de la parcela, generando así un jardín abierto al resto del barrio. El programa poco convencional permite que el proyecto no se conciba como una casa, sino como un complejo que debe ser capaz de cohesionar espacios de carácter más público con espacios privados. Además, se tiene en cuenta la independencia que deben tener estos espacios entre sí para aumentar la flexibilidad del proyecto.
Se genera un elemento perimetral que constituye el límite retranqueado ya mencionado; y el cual alberga las distintas entradas al complejo, siendo un paseo cubierto que comunica los distintos espacios.
El programa queda dividido de manera sencilla en cuatro paquetes. El volumen central, de proporción cuadrada en planta, alberga la parte residencial. Los otros tres volúmenes secundarios que lo rodean constituyen: el estudio de pintura (pabellón norte), el vestíbulo (pabellón este) y el invernadero (pabellón sur). Los cuatro edificios se resuelven a través de muros portantes de hormigón, los cuales forman pequeños volúmenes que sirven a los espacios principales. Sobre esta base común, cada edificio queda diferenciado por la manera en que su cubierta queda resuelta para potenciar cada espacio y salvar las grandes luces.
La residencia debe responder a un cliente muy sociable que recibe y acoge a numerosos invitados. Esta, queda cubierta por una gran losa con sus correspondientes huecos, generando una altura libre más bien doméstica. La zona de día y de noche quedan claramente diferenciadas. Se procura reducir las estancias tradicionales unificándolas y prescindiendo de compartimentaciones innecesarias.
Por una parte, en la cara sur se encuentra un gran vacío en el que quedarían reducidas las zonas de estar, comedor, entrada principal, etc. A partir de este, aparecen tres ejes que guían a una zona de noche menos directa espacialmente, entre los distintos “cajones” se encuentra, por una parte, la sala de baños que congrega los aseos y demás cuartos necesarios para todo el volumen, a excepción de los referentes a los invitados. Por otra parte, se encuentran las estancias de noche de las dos hermanas y la de los invitados; además de un vestidor destinado a la colección de alta costura. A pesar de tratarse de un volumen compacto, se ordena y se proyectan las instalaciones de manera que las distintas partes del edificio puedan ser utilizadas de manera independiente.
El estudio de pintura queda cubierto por un plano de hormigón inclinado 30º, revestido al completo por paneles fotovoltaicos, que sirven energéticamente a todo el complejo. Se crea así un gran ventanal a norte, dejando pasar la luz óptima para el trabajo.
Sobre los muros del vestíbulo se posa una estructura reticular, también de hormigón, que dobla la altura libre del espacio, permitiendo reuniones multitudinarias. En este caso, aparece anexo el pasillo comunicador, con una altura libre inferior y pavimento en adoquín, igual que en los paseos exteriores.
Ocurre lo mismo en el invernadero. Esta vez en cambio, la cubierta constituye una bóveda acristalada, la cual se sostiene a través de costillas de vidrio semicirculares.
El proyecto resulta en una arquitectura de estética más bien neutra, la cual busca realzar las obras de arte, así como el jardín entre el que se emplazan los distintos volúmenes.