Actas del Congreso Internacional de Bioética 1999. Bioética y dignidad en una sociedad plural
Índice del Libro
Nuevas tecnologías reproductivas y enseñanza católica
William E. May
Michael J. McGivney, Profesor de Teología Moral
John Paul II Institute for Studies on Marriage and the Family
Washington, D.C.
I.- Las nuevas tecnologías reproductivas
1.2. Fecundación in vitro y transferencia de embrión
1.3. Tecnologías alternativas haciendo uso de células gaméticas masculinas y femeninas.
2.- Clonación o reproducción agamética
II.- Enseñanza de la Iglesia sobre las tecnologías reproductivas
1.- La enseñanza del Papa Pío XII (+1958)
2.- La enseñanza de la Donum Vitae
3.- Reflexiones sobre la clonación
III.- Una evaluación ética y teológica de las nuevas tecnologías reproductivas
1.1. Derechos y capacidades matrimoniales, el acto matrimonial y la generación de vida humana.
1.2. Procreación versus reproducción
2.- La razón teológica básica por la que la vida humana debe darse sólo en el acto matrimonial
IV.- Inseminación/fecundación "asistida"
2. Algunos procedimientos específicos.
2.1. Transferencia tubárica baja del óvulo (TTBO)
Este trabajo examina las "nuevas tecnologías reproductivas", esto es, los modos de generar vida humana que no necesitan de una unión coital entre un varón y una mujer, sea matrimonial o no. En él defenderé la enseñanza de la Iglesia de que Dios, en su sabio y amoroso plan para la existencia humana, desea que la vida humana sea dada -"engendrada"- sólo a través del abrazo matrimonial, es decir, a través de un acto matrimonial procreador, y que, consecuentemente, es siempre equivocado generar vida humana a través de procedimientos que sustituyen al acto matrimonial.
Describiré, lo primero de todo, las nuevas tecnologías reproductivas; segundo, resumiré las enseñanzas relevantes de la Iglesia; tercero, daré argumentos razonados en apoyo de la verdad de la enseñanza de la Iglesia. Como veremos, el Magisterio de la Iglesia distingue entre inseminación artificial (un procedimiento tecnológico que sustituye al acto matrimonial) e inseminación asistida (un procedimiento tecnológico que hace posible que un acto matrimonial sea coronado por el don de la vida), declarando la primera intrínsecamente inmoral y la segunda, moralmente permisible. Por lo tanto, la parte final de este trabajo considerará la cuestión de la "inseminación asistida", y en particular el procedimiento conocido como TGTF o transferencia de gametos a la trompa de Falopio que, como algunos teólogos católicos afirman, "presta asistencia" al acto matrimonial y de ahí que sea moralmente permisible, mientras que otros lo rechazan por "sustituir" al acto matrimonial.
I.- Las nuevas tecnologías reproductivas
Las nuevas tecnologías reproductivas pueden dividirse en dos grandes categorías: (1) la fecundación artificial, que abarca (a) la inseminación artificial y (b) la fecundación in vitro y la transferencia de embrión, y (2) la reproducción agamética o clonación.
La fecundación artificial ocurre cuando el semen masculino se une con el óvulo femenino, no a través del coito, sino por otros medios. En la inseminación artificial el semen masculino es introducido en el tracto reproductor femenino mediante una cánula u otros instrumentos, y la fecundación se produce cuando uno de los espermatozoides se fusiona con el óvulo de la mujer. La fecundación ocurre dentro del cuerpo de la mujer. En la fecundación in vitro el semen masculino y los óvulos femeninos son colocados en una placa de Petri y la fusión subsiguiente del espermatozoide y el óvulo y la fecundación ocurren fuera del cuerpo de la mujer.
Consiguientemente, el embrión en desarrollo puede ser implantado en la matriz de una mujer, que puede ser aquella cuyo óvulo ha sido fecundado u otra persona.
Estas dos formas de fecundación artificial -inseminación artificial y fecundación in vitro- pueden ser bien homólogas, cuando las células gaméticas utilizadas son suministradas por una pareja casada, bien heterólogas, que emplean células gaméticas de personas que no están casadas entre sí (aunque tanto una de las partes como las dos, cuyas células gaméticas se emplean, puedan estar casadas con otra persona)1.
i. Inseminación artificial homóloga o IAH
La inseminación artificial homóloga o inseminación artificial por parte del esposo (IAH) introduce el semen del marido en el cuerpo de la esposa mediante el uso de una cánula u otros instrumentos. De ordinario, el semen del marido es obtenido por masturbación, aunque una alternativa sea el coito utilizando un condón perforado, o, en caso de obstrucción del conducto deferente, que sirve de conducto para los espermatozoides, la obtención quirúrgica del semen del epidídimo, donde se almacena el semen2.
ii. Inseminación artificial heteróloga o IAD
Normalmente se hace referencia a la inseminación artificial heteróloga mediante el acrónimo IAD, que significa "inseminación artificial por parte de un donante". Pero, como Walter Wadlington observa correctamente, "el término "donante de semen" es una mala denominación, porque ha sido práctica habitual la compensación a personas que proporcionan semen3. Es más apropiado, por lo tanto, designar esta forma como "inseminación artificial por parte de un vendedor".
Tradicionalmente la inseminación artificial heteróloga ha sido empleada por parejas casadas de forma que la esposa pudiera criar a un niño propio, cuando su esposo era infértil o en casos de "incompatibilidad genética" entre la pareja, esto es cuando la pareja es portadora de un defecto genético recesivo y, por tanto, la probabilidad de que cualquier niño que concibiesen pudiera verse realmente afectado por ese defecto genético. Hoy, sin embargo, la inseminación artificial es empleada también por mujeres solteras que quieren tener un hijo y que, como Walter Wadlington señala, "no tienen un marido o una pareja heterosexual estable, o por una mujer asociada de por vida con otra mujer"4. Se emplea también para implementar los acuerdos de subrogación según los cuales una mujer concebirá y portará a un niño que devolverá al "vendedor" de semen u otras personas después del nacimiento.
1.2. Fecundación in vitro y transferencia de embrión
En los últimos 70 Robert Steptoe y Paul Edwards lograron el nacimiento de un niño concebido in vitro y transferido pocos días después de la concepción a la matriz de la madre. Por tanto, con el nacimiento de Louise Brown el 25 de julio de 1978, un modo nuevo de reproducción humana se hacía realidad, la fecundación in vitro. Resulta irónico observar que Louise nació el décimo aniversario de la encíclica del Papa Pablo VI, Humanae Vitae, en la que afirmaba la "conexión inseparable, deseada por Dios y que el hombre no debe romper por propia iniciativa, entre los significados unitivo y procreador del acto conyugal".
La fecundación in vitro hace posible que la vida humana sea concebida fuera del cuerpo de la madre (genética), pero es todavía una forma de generar vida humana que es gamética, es decir, que es posible solamente por la fusión de una célula gamética masculina, el espermatozoide, con una célula gamética femenina, el óvulo. La nueva vida humana es concebida en una placa de Petri utilizando semen proporcionado por un hombre y óvulos proporcionados por una mujer. Aproximadamente dos días después de que el proceso de fecundación haya sido completado, el embrión, que para entonces se ha desarrollado hasta el estadio de 4-8 células, está preparado para ser transferido al útero, donde puede implantarse y, si la implantación tiene éxito, continuar el desarrollo intrauterino hasta el nacimiento.
Inicialmente la FIV-TE fue desarrollada obteniendo un único huevo (óvulo) de una mujer a través de una laparoscopia, un procedimiento que requiere anestesia general. Cuando se realiza una laparoscopia el médico aspira el huevo (óvulo) de la mujer a través de una aguja hueca colocada en el abdomen y guiada por un estrecho instrumento óptico llamado laparoscopio. Hoy es un procedimiento estándar sobreestimular los ovarios con medicación ovulatoria de manera que la mujer produzca varios ovocitos para su obtención y subsiguiente fecundación. Una práctica corriente es recuperar los ovocitos (óvulos) que ella produce, no por medio de una laparoscopia, que requiere asistencia y anestesia general, sino por medio de una aspiración transvaginal guiada por ultrasonido, que puede llevarse a cabo sin anestesia general. Esto, por supuesto simplifica muchísimo el procedimiento. Hoy es también una práctica estándar fertilizar muchos huevos, mezclándolos en una placa de Petri con los espermatozoides (normalmente recogidos mediante masturbación), que han sido "lavados" para hacerlos más aptos para el éxito del proceso de fecundación. Esto se hace de forma que se puedan generar varios nuevos cigotos humanos y se deja que crezcan hasta el estadio primero de embrión. De estos embriones prematuros, se acostumbra ahora a trasladar de dos a cuatro a la matriz para incrementar la probabilidad de implantación y de la gestación y nacimiento subsiguientes, y congelar y almacenar los otros, de modo que puedan ser usados con propósitos de implantación en el caso de que los intentos iniciales de transferencia de embrión, gestación y nacimiento, no tengan éxito. Los embriones congelados "sobrantes" pueden ser también "donados" con fines de investigación. Finalmente, si las personas responsables de su producción no los reclaman ni son utilizados para investigaciones, los embriones congelados serán destruidos5.
i. FIV homóloga y transferencia de embrión
Inicialmente la FIV homóloga y transferencia de embrión era usada casi exclusivamente en mujeres con las trompas de Falopio dañadas, para hacer posible que ellas y sus maridos tuvieran hijos propios. Sin embargo, las indicaciones para la FIV homóloga y transferencia de embrión se han extendido ahora hasta incluir el factor de la infertilidad masculina (oligospermia, por ejemplo), y otros casos en los que no se ha determinado ninguna causa precisa para la infertilidad de la pareja6. Como hoy es posible separar el semen masculino que lleva cromosomas Y (que produce hijos varones) del que lleva cromosomas X (que produce niñas), este procedimiento puede emplearse para evitar generar un niño con hemofilia (siempre en el sexo masculino) por parte de parejas con riesgo de tener un hijo hemofílico. Indudablemente, con los avances que permiten identificar las causas cromosómicas de patologías inducidas genéticamente, el uso de la fecundación in vitro y transferencia de embrión, para evitar la generación de niños afectados por tales patologías, se incrementará en el futuro.
ii. FIV heteróloga y transferencia de embrión
Obviamente la FIV y transferencia de embrión hace posible que las células gaméticas (óvulos y espermatozoides) de individuos que no están casados entre sí, sean usadas para generar nueva vida humana en el laboratorio. La fecundación in vitro heteróloga es usada a veces, por tanto, en lugar de la inseminación artificial, por un donante/vendedor en casos en que hay una incompatibilidad genética entre los esposos. Se usa también cuando la esposa carece de ovarios y en consecuencia no produce óvulos. Los óvulos pueden ser donados por otra mujer, fertilizados in vitro con los espermatozoides del marido, y el embrión implantado en la matriz de su esposa. También los embriones pueden ser "donados". De hecho, la "donación" del semen y del embrión es más fácil de manejar que la donación de un huevo en la medida en la que esta última resulta complicada por la necesidad de sincronizar los ciclos menstruales del donante y de la mujer en la que será implantado el embrión resultante concebido como in vitro. Tanto la FIV homóloga como la heteróloga pueden implicar la transferencia del embrión a la matriz de una mujer distinta de la que suministró el óvulo, así llamada madre subrogada7.
Como puede verse de lo anterior, muchos cambios y combinaciones de generar vida humana son ahora técnicamente factibles como resultado de la fecundación in vitro, entre ellas procedimientos como el TCTF (traslado del cigoto a la trompa de Falopio), que ocurre cuando el cigoto resultante de la FIV es insertado en la trompa de Falopio en lugar de trasladar el embrión al útero; la TTEP (traslado tubárico en estadio pronuclear), que transfiere el embrión muy precoz a la trompa de Falopio por medio de una laparoscopia. Son posibles otras combinaciones e indudablemente se desarrollarán más en el futuro.
1.3. Tecnologías alternativas haciendo uso de células gaméticas masculinas y femeninas
Ciertas técnicas contemporáneas no son, estrictamente hablando, variantes de la fecundación in vitro, en la medida en que la fecundación tiene lugar dentro del cuerpo de la madre y no fuera de él en una placa de Petri. Por tanto, técnicamente están más estrechamente relacionadas con la inseminación artificial que con la fecundación in vitro en cuanto métodos de fecundación artificial, pero su desarrollo fue estimulado por la investigación de la fecundación in vitro y de la transferencia de embrión. Ni tampoco en estos procedimientos es necesaria la unión sexual para unir las células gaméticas masculina y femenina.
Una técnica semejante es el TETF o traslado del semen a la trompa de Falopio. Se emplea a veces como una opción para parejas infértiles que no han concebido con la IAH. En este procedimiento los ovarios de la mujer son hiperestimulados; la hiperestimulación va acompañada de una laparoscopia con anestesia general para inyectar un concentrado preparado o "lavado" del semen del marido (o del "donante" si es necesario) en las trompas de Falopio de forma que la concepción pueda ocurrir allí8.
Otro procedimiento de especial interés es el TGTF o traslado del gameto a la trompa de Falopio. Esto es similar a la FIV, en que los ovarios de la mujer son hiperestimulados para producir múltiples óvulos. Los óvulos son obtenidos bien por laparoscopia, bien por procedimientos transvaginales guiados por ultrasonido. Se coloca un óvulo en un catéter con semen (proporcionado bien por masturbación, bien por el uso de un condón perforado durante el coito), que ha sido tratado y "capacitado", con una burbuja de aire separando los óvulos del semen, de forma que la fecundación no pueda darse fuera del cuerpo de la mujer. El catéter es insertado después en la matriz de la mujer, el óvulo (u óvulos) es sacado del catéter y la fecundación/concepción puede ocurrir entonces dentro del cuerpo de la mujer (que puede ser, por supuesto, la esposa del varón cuyo semen se ha empleado)9.
2.- Clonación o reproducción agamética
El número del 27 de febrero de 1997 de la revista Nature traía la noticia del nacimiento de la oveja Dolly gracias al trabajo de los investigadores escoceses Jan Vilmut y K. H. S. Campbell y sus asociados en el Instituto Roslin de Edimburgo. Ellos lograron generar una nueva oveja por medio de un proceso llamado "clonación" o, más técnicamente, "transferencia nuclear de la célula somática"10. Lo que hicieron fue producir a "Dolly" fusionando el núcleo de una célula somática (cuerpo) de una oveja adulta con un ovocito cuyo núcleo había sido extraído, esto es, un ovocito privado de su genoma materno. La identidad genética de la nueva oveja, Dolly, era derivada de una única fuente, a saber, la oveja adulta cuyo núcleo celular somático fue transferido a un ovocito sin núcleo para "provocar" el desarrollo de un nuevo individuo de la especie. Este procedimiento puede ser empleado, en principio, para generar nuevos seres humanos, y hacia finales de 1998 un equipo de científicos en Corea afirmó haber logrado generar una nueva vida humana por medio de la clonación. La clonación es un modo de generar vida a través de un procedimiento que es de naturaleza asexual o agamético. Por tanto, incluso desde una perspectiva biológica, la clonación es un modo bastante más radical de reproducción que la inseminación artificial o la fecundación in vitro y transferencia de embrión. Representa, como la Academia Pontificia para la vida ha observado, "una manipulación radical de la relacionalidad y complementariedad constitutivas que están en el origen de la procreación humana ... tiende a convertir la bisexualidad en un sobrante puramente funcional, dado que el óvulo debe ser empleado sin su núcleo para dejar paso al embrión clonado"11.
II.- Enseñanza de la Iglesia sobre las tecnologías reproductivas
Las principales fuentes para la enseñanza del Magisterio de la Iglesia sobre esas nuevas tecnológicas reproductivas se encuentran en cuatro discursos del Papa Pío XII y en la Instrucción acerca del respeto hacia la vida humana en sus orígenes y sobre la dignidad de la procreación, publicada por la Congregación para la doctrina de fe en febrero de 1987. El Catecismo de la Iglesia Católica resume, en esencia, la enseñanza de la Instrucción (cf. Catecismo ..., nos. 2375-2378). Otro documento magisterial, importante porque trata la cuestión de la clonación, no considerada por Pío XII y observada (y rechazada) sólo brevemente por Donum Vitae, es Reflexiones sobre la clonación de la Academia Pontificia para la Vida, publicado a finales de junio de 1997.
Aquí daré un punto de vista más amplio sobre la enseñanza del Papa Pío XII, una explicación más detallada de la Instrucción acerca del respeto hacia la vida humana naciente y sobre la dignidad de la procreación (en adelante me referiré a ella por su título latino Donum Vitae), y concluiré considerando el documento de la Academia Pontificia para la vida.
1.- La enseñanza del Papa Pío XII (+1958)
En cuatro de sus discursos, Pío XII consideró la moralidad de la inseminación artificial, aunque éste no era el tema central del que se ocupaba, y, en uno de estos cuatro, también trató la moralidad de la fecundación in vitro, que, en el momento de su discurso, era propuesta como un modo de reproducción humana, aunque no fuera entonces posible realmente12.
La enseñanza de Pío XII es muy clara. La inseminación artificial, bien de una tercera persona, bien por el esposo, es intrínsecamente inmoral. Pío XII resumió las cuestiones en el siguiente pasaje. "La Iglesia", escribía:
"ha ... rechazado la ... actitud que pretendía separar en la procreación la actividad biológica de las relaciones personales entre esposo y esposa. El niño es el fruto de la unión matrimonial, que adquiere una expresión plena cuando convergen en la acción los órganos funcionales, las emociones sensibles a ello unidas y el amor espiritual y desinteresado que anima semejante unión; es en la unidad de este acto humano donde debe considerarse la condición biológica de la procreación. En ningún caso está permitido separar estos aspectos diferentes hasta el punto de excluir positivamente tanto la intención de procreación como la relación conyugal"13.
Aquí Pío XII articula el principio de inseparabilidad, deseada por Dios y que el hombre no está autorizado a romper por su propia iniciativa, entre los significados unitivo y procreador del acto matrimonial.
Específicamente referidos a la inseminación artificial por el esposo, son muy pertinentes los siguientes comentarios de su discurso de 1951 a las matronas italianas:
"Reducir la vida común de esposo y esposa y el acto conyugal a una mera función orgánica de transmisión de semen no sería sino convertir el ámbito doméstico, el santuario familiar, en un laboratorio biológico. Por lo tanto, en nuestra alocución del 29 de septiembre de 1949 para el Congreso Internacional de Médicos Católicos, excluimos expresamente la inseminación artificial en el matrimonio. El acto conyugal es en su estructura natural una acción personal, una cooperación simultánea e inmediata de esposo y esposa, que por la naturaleza de los agentes y de la propiedad del acto, es expresión del don recíproco que, de acuerdo con la Sagrada Escritura hace efectiva la unión "en una (sola) carne". Esto es mucho más que la unión de dos genes, que puede efectuarse por medios artificiales, esto es, sin la acción natural de esposo y esposa. El acto conyugal, ordenado y diseñado por la naturaleza, es una cooperación personal, de la que esposo y esposa, al contraer matrimonio, intercambian el derecho"14.
En uno de sus discursos, Pío XII condenaba explícitamente la fecundación in vitro, que en aquel tiempo era sólo una posibilidad y no una realidad. Tratando este problema, él declaraba en términos bien precisos: "Por lo que respecta a los experimentos de fecundación humana artificial 'in vitro' es suficiente observar que deben ser rechazados por inmorales y absolutamente ilícitos"15. Además, Pío XII intentaba proporcionar argumentos para demostrar porqué la fecundación in vitro es absolutamente inmoral.
Aunque condenaba la inseminación artificial por el esposo como intrínsecamente inmoral, Pío XII declaraba que "esto no proscribe necesariamente el empleo de ciertos medios artificiales destinados únicamente a facilitar el acto matrimonial, o para asegurar el cumplimiento de la finalidad del acto natural llevado normalmente a cabo"16. Distinguía, en otras palabras, entre procedimientos tecnológicos que sustituyen al acto matrimonial (inseminación artificial, sea homóloga o heteróloga), y procedimientos que asisten al acto matrimonial para ser coronado por el don de la vida humana.
Esta distinción, como veremos ahora, es central para la enseñanza de la Donum Vitae.
2.- La enseñanza de la Donum Vitae
Este extenso documento contiene una introducción, tres grandes secciones y una conclusión. La primera gran sección trata del respeto debido a los embriones humanos; la segunda, trata explícitamente las nuevas tecnologías reproductivas; y la tercera, se ocupa de los valores y las obligaciones morales que deben ser respetadas por la ley civil.
La norma básica que proporciona la Donum Vitae para evaluar moralmente las tecnologías reproductivas es la siguiente:
"La fecundación está lícitamente buscada cuando es el resultado de un "acto conyugal que es per se apropiado para la generación de hijos a la que el matrimonio se ordena por su naturaleza y por el que los esposos se vuelven una sola carne". Sin embargo, desde el punto de vista moral, la procreación es privada de su verdadera perfección cuando no es deseada como el fruto del acto conyugal, es decir, del acto específico de la unión de los esposos"17.
Por acto conyugal "per se adecuado para la generación de hijos", el documento quiere decir el tipo o clase de acto a través del cual la nueva vida humana puede ser dada si las personas comprometidas en él son fértiles y las condiciones para la concepción, favorables.
La Donum Vitae llega a una conclusión de esta premisa normativa, a saber, que una tecnología reproductiva para hacer efectiva la fecundación "no puede ser admitida excepto en esos casos en los que los medios técnicos no son un sustituto del acto conyugal, sino que sirven para facilitar y ayudar, de manera que el acto alcance su propósito natural"18.
La Instrucción incorpora aquí la enseñanza del Papa Pío XII: el principio básico para evaluar moralmente una tecnología reproductiva es si asiste o reemplaza al acto conyugal. Si reemplaza al acto matrimonial, es absolutamente inmoral; si asiste al acto, esto es, si ayuda a que el acto matrimonial mismo, alcance su fin natural y sea coronado con el don de la vida, entonces puede ser moralmente permisible.
La distinción hecha por Pío XII y la Donum Vitae entre procedimientos tecnológicos que sustituyen al acto matrimonial y aquellos que lo "asisten" para procrear vida humana, fue reafirmada más tarde por el Papa Juan Pablo II en un mensaje para sus colegas obispos, que se reunían para estudiar los asuntos relacionados con las nuevas tecnologías a la luz de la Donum Vitae. En su mensaje, el Santo Padre decía, tras citar un relevante pasaje de la Instrucción, que "es importante distinguir la fecundación artificial de las técnicas terapéuticas que tienen como objetivo remediar las deficiencias de la naturaleza"19.
Después la Donum Vitae aborda con algún detalle la fecundación artificial heteróloga, primero, y la fecundación homóloga, después. Rechaza la fecundación heteróloga como inmoral porque viola la unidad del matrimonio, la dignidad de los esposos, y el derecho del niño a ser concebido y traído al mundo dentro del matrimonio y desde el matrimonio. Más aún, la fecundación de una mujer que no esté casada o sea viuda nunca puede ser justificada, sin importar quién fuera el donante20.
Después trata el asunto de la fecundación artificial homóloga, es decir, la fecundación de la esposa21, bien por medio de inseminarle artificialmente el semen de su propio esposo, bien por la extracción de óvulos de su cuerpo, fertilizándolos in vitro con el semen de su esposo. El principio moral clave invocado para demostrar porqué la inseminación artificial homóloga es inmoral, es el señalado anteriormente que radica en la alianza íntima entre procreación y acto matrimonial: la procreación de una nueva persona humana debe ser "el fruto y el signo de la entrega mutua de los esposos".
El documento desarrolla después tres líneas de argumentación para apoyar su enseñanza sobre la grave inmoralidad de la fecundación homóloga. La primera (1) está basada en la conexión inseparable deseada por Dios y que el hombre no está autorizado a romper por su propia iniciativa, entre los significados unitivo y procreador del acto conyugal; la segunda (2), en la dignidad del niño concebido, que no debería ser tratado como si fuera un producto; la tercera (3), en el "lenguaje del cuerpo"22.
La primera línea de argumentación basada en el vínculo inseparable entre los significados unitivo y procreador del acto conyugal, era, como observa la Donum Vitae, la razón dada por Pío XII para rechazar la inseminación artificial por el marido. Reafirmando esta conexión inseparable, la Donum Vitae declara después: "la fecundación artificial homóloga, en busca de una procreación que no es fruto de un acto específico de unión conyugal, objetivamente efectúa ... una separación entre los bienes y los significados del matrimonio"23.
La segunda línea de argumentación mantiene que la dignidad del niño como persona es violada por la fecundación artificial, aunque sea homóloga y no heteróloga. La dignidad del niño es violada porque el niño es tratado como si fuera un producto y no como una persona igual en dignidad a sus padres. Como señala la Donum Vitae, "la persona concebida debe ser el fruto del amor de sus padres. Él no puede ser deseado o concebido como el producto de una intervención de técnicas biológicas o médicas; eso sería equivalente a reducirle a un objeto de la tecnología científica. Nadie puede someter la venida al mundo de un niño a unas condiciones de eficiencia técnica, que deben ser evaluadas de acuerdo con estándares de control y de dominación"24.
Al introducir esta tercera línea de argumentación la Instrucción vaticana se refiere a la enseñanza del Papa Juan Pablo II25, quien ha escrito y hablado largamente sobre la verdad que los esposos mediante su único amor se expresan el uno al otro con el "lenguaje del cuerpo". Resumiendo su pensamiento, la Donum Vitae presenta la cuestión como sigue:
"El acto conyugal por el cual la pareja expresa mutuamente darse el uno al otro, al mismo tiempo expresa su apertura al don de la vida. Es un acto inseparablemente corporal y espiritual. Es en sus cuerpos y a través de sus cuerpos que los esposos consuman su matrimonio y son capaces de convertirse en padre y madre. Para respetar el lenguaje de sus cuerpos y su natural generosidad, la unión conyugal debe tener lugar con respeto de su apertura a la procreación; y la procreación de la persona debe de ser fruto y el resultado de un amor matrimonial. El origen del ser humano, por tanto, sigue a una procreación que está "ligada a la unión, no sólo biológica sino también espiritual, de los padres, hecha una por el pacto del matrimonio"26.
3.- Reflexiones sobre la clonación
Este documento de la Academia Pontificia para la vida fue publicado a finales de junio de 1997, tras el éxito del equipo Wilmut al clonar a "Dolly". Es el único documento magisterial que trata por extenso de la clonación como una tecnología reproductiva. Después de observar que la clonación "representa una manipulación radical de la relacionalidad y complementariedad constitutivas que están en el origen de la procreación humana tanto en los aspectos biológico como estrictamente personales", declara: "todas las razones morales que llevan a condenar la fecundación in vitro como tal y a la censura radical de la fecundación in vitro con propósitos meramente experimentales, deben también aplicarse a la clonación humana"27.
III.- Una evaluación ética y teológica de las nuevas tecnologías reproductivas
Ofreceré aquí primero razones de naturaleza ética filosófica para mostrar la verdad de la enseñanza de la Iglesia de que es moralmente permisible generar vida humana sólo en y a través del acto matrimonial y que, consecuentemente, las nuevas tecnologías reproductivas que sustituyen el acto matrimonial, sean heterólogas u homólogas, son intrínsecamente inmorales. Después daré una consideración, basada en una comprensión teológica de la existencia humana, para apoyar esta enseñanza.
En mi presentación, centraré mi atención en la inseminación homóloga y en la fecundación in vitro, es decir, en procedimientos en los que las células gaméticas usadas para conseguir la fecundación provienen del esposo y de la esposa. Lo hago así porque si se puede demostrar que la inseminación/fecundación homóloga es siempre inmoral, entonces se sigue a fortiori que la inseminación/fecundación heteróloga será siempre equivocada.
1.- Razones ético/filosóficas por las que los modos no matrimoniales de generar vida humana son inmorales
Como hemos visto anteriormente, Donum Vitae proporciona tres líneas de razonamiento para apoyar la conclusión de que es siempre inmoral generar vida humana fuera del acto matrimonial. Aquí desarrollaré la segunda línea de razonamiento esbozada en Donum Vitae, a saber, que generar vida humana por procedimientos que sustituyen el acto matrimonial viola la dignidad del niño, en la medida en que el niño es tratado como si él o ella fuera un producto, por tanto, cambiando un acto de procreación por uno de reproducción. Lo hago así porque creo que esta línea de razonamiento proporciona el argumento más directo y contundente en apoyo de la afirmación de que generar vida humana fuera del acto matrimonial es siempre equivocado. Pero antes de hacer esto, proporcionaré algunas breves reflexiones considerando las líneas primera y tercera de argumentación. Estas dos líneas de razonamiento iluminan cuestiones más amplias relacionadas con la existencia humana planteada por las nuevas tecnologías reproductivas. Sin embargo, para apreciarlas, es necesario comprobar el significado del matrimonio y los vínculos que lo unen, el acto matrimonial y la relación entre matrimonio y acto matrimonial, y la generación de vida humana.
1.1. Derechos y capacidades matrimoniales, el acto matrimonial y la generación de vida humana
La verdad central que encierra la primera línea de razonamiento basada en la inseparabilidad de los significados procreador y unitivo del acto matrimonial es que los esposos y esposas, precisamente porque se han dado a sí mismos irrevocablemente el uno al otro en el matrimonio, se han capacitado, se han preparado ellos mismos para hacer lo que se supone que las parejas casadas deben hacer, a saber, darse el uno al otro un tipo de amor especial, un amor esponsal o conyugal, para expresar ese amor en el acto matrimonial, y para dar la bienvenida al don de la nueva vida humana, y darle el hogar donde podrá echar raíces y crecer. Como marcado contraste con la unión de fornicadores y adúlteros, que de ningún modo une a dos esposos irremplazables e insustituibles, sino que simplemente junta a dos individuos que son, en principio, reemplazables, sustituibles, desechables, el acto de matrimonial de esposos y esposas une a dos personas que, por su propia libertad y elección irrevocable, se han hecho el uno al otro absolutamente irremplazables e insustituibles. Precisamente porque han hecho esto, esposos y esposas se han hecho aptos para comprometerse en el acto matrimonial, en y a través de él, para recibir el don de la vida humana amorosamente, para alimentarlo humanamente, y para educarlo en el amor y el servicio a Dios y al prójimo28. En otras palabras, ellos se han dado a sí mismos la capacidad de ser padres, madres y padres, de nuevas personas humanas. Desde luego, como el Papa Pablo VI dijo, el acto matrimonial "los hace capaces (el texto latino dice eos idoneos [literalmente "aptos"] facit) de sacar adelante una nueva vida de acuerdo con las leyes escritas en su mismo ser como esposo y esposa"29. El acto matrimonial, en otras palabras, no es meramente un acto sexual entre personas que simplemente están casadas. Es, más aún, por su propia naturaleza íntima y su propio dinamismo, una entrega de amor (unitivo) y una donación de vida (procreador); en definitiva, es un acto que participa de los "bienes" o "bendiciones" del matrimonio. El vínculo, por tanto, que une los dos significados del acto matrimonial es el matrimonio en sí mismo. Pero "lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre". Es por esta razón, creo, que hay una conexión inseparable, deseada por Dios y que el hombre no debe romper por propia iniciativa, entre los significados unitivo y procreador del acto conyugal.
Más aún, el acto matrimonial, como la tercera línea de razonamiento mantiene, es un acto que habla el "lenguaje del cuerpo", que encarna con belleza la integridad personal y corporal y la unidad de los esposos. Esto es así porque en el acto matrimonial, esposo y esposa están eligiendo libremente y realizando bienes reales en el mundo - su propia unión matrimonial y el don de la vida a la que su unión está abierta- y su propia actividad corporal, "el lenguaje de su cuerpo", es la materia constitutiva de lo que ellos hacen: el don corporal que se dan el uno al otro los hace ser "una sola carne", el sujeto común de un mismo acto, y su cooperación no es solo apropiada sino absolutamente esencial y necesaria. Para ver lo que esto significa es válido reflexionar sobre las siguientes observaciones de John Finnis relativas a la integridad personal y corporal:
"La integridad personal implica ... que uno consiga con su propia voluntad, esto es, eligiendo libremente, bienes reales, y que los esfuerzos de uno para realizar estos bienes implican cuando sea apropiado, la propia actividad corporal, de manera que la actividad sea tanto la materia constitutiva de lo que uno hace como el propio acto de escogerlo. Que uno esté realmente realizando bienes reales en el mundo; que uno lo haga así por su propia libertad y por una elección consciente; que esa elección sea llevada a efecto por la propia acción corporal de uno, incluyendo, cuando sea apropiado, los actos corporales de comunicación y cooperación con otra persona real, estos son los aspectos fundamentales de la integridad personal"30.
En el acto matrimonial, esposo y esposa están, desde luego, eligiendo libremente y realizando bienes reales en el mundo: su propia unión matrimonial y la nueva vida humana; su actividad corporal: el "lenguaje del cuerpo" es la materia constitutiva de lo que hacen; y la cooperación con el otro no es solo apropiada sino absolutamente esencial. Esta es la verdad que encierra la tercera línea de razonamiento empleada por Donum Vitae.
1.2. Procreación versus reproducción
Creo que el segundo argumento propuesto en Donum Vitae para apoyar su enseñanza de que siempre es inmoral generar vida humana fuera del acto matrimonial, requiere que consideremos primero la distinción central entre dos formas de acción humana, "hacer" (doing) y "fabricar" (making). El acto matrimonial no es un acto de "fabricar", ni niños, ni amor. El amor no es un producto que uno hace, es un don que uno da: el don de sí mismo. Del mismo modo, un niño no es un producto inferior a sus productores. Es, en cambio, una persona igual en dignidad a sus padres. El acto matrimonial, es, con seguridad, algo que los esposos y esposas "hacen": no es algo que ellos "fabrican". Pero ¿cuál es la diferencia entre "fabricar" y "hacer" y qué tiene esto que ver con la inseminación artificial y con la fecundación in vitro homóloga?
En la fabricación, la acción procede de un agente o agentes hacia algo, un producto, en el mundo externo. Los fabricantes de coches, por ejemplo, producen coches, los cocineros hacen comidas, los panaderos hornean pasteles, y así sucesivamente. Tal acción es transitiva por naturaleza porque pasa del/los sujeto/s agente/s al objeto formado por él (o ellos) y externo a ellos. En la fabricación que está regida por las reglas del arte, el interés se centra en el producto fabricado y, de ordinario, los productos que no encajan con los estándares son rechazados, son considerados en todo caso como "defectuosos". Aquellos que producen el producto en cuestión pueden ser moralmente buenos o moralmente malos, pero nuestro interés de la fabricación está en el producto, y la mayoría de nosotros preferiría tomarse unas deliciosas empanadas hechas por un cocinero moralmente malo que otras indigeribles hechas por un santo.
Al "hacer" la acción reside en los sujetos agentes. La acción es inmanente y está regida por los requerimientos de una virtud moral, la prudencia. Si el acto hecho es bueno, esto perfecciona al agente; si es malo, lo degrada y lo deshumaniza. Debe observarse, más aún, que todo acto de fabricación es también un hacer en la medida en que es elegido libremente pues la elección para fabricar algo es algo que nosotros "hacemos", y esta elección, como determinación de uno mismo, reside en nosotros. Hay, más aún, algunas cosas que no deberíamos elegir hacer, como por ejemplo, películas pornográficas31.
Cuando la vida humana viene en y a través del acto matrimonial, viene, incluso más ardientemente deseado, como un "don" que corona el acto mismo. Cuando esposo y esposa realizan el acto matrimonial están "haciendo" algo, esto es, comprometerse en un acto abierto a la comunicación y fomentando su amor conyugal único (su significado "unitivo") y abierto también a recibir el don de la nueva vida humana que proviene de Dios si las condiciones para recibir este don están presentes. Cuando ellos se comprometen, en el acto matrimonial, los esposos y esposas no están "fabricando" nada; no están "fabricando" amor porque el amor no es un producto sino mucho más, el sincero don de uno mismo. Ni, aunque venga como un don que corona su unión personal, ellos "fabrican" el niño. La nueva vida humana que corona el acto matrimonial de esposo y esposa no es tratada con seguridad como si fuera un producto. La vida que ellos engendran no es un producto de su arte, sino, como los Obispos Católicos de Inglaterra exactamente observaron, como un "don que sobreviene y que encarna permanentemente" el acto matrimonial mismo32. Cuando la vida humana viene al ser a través del acto matrimonial, podemos verdaderamente decir que los esposos están "creando" o "engendrando" nueva vida humana. No están "fabricando" nada. La vida que reciben es "engendrada, no fabricada".
Pero cuando la nueva vida humana viene a ser como resultado de una inseminación homóloga o como fecundación in vitro homóloga, es el producto final de una serie de acciones, transitivas por naturaleza, llevadas a cabo por diferentes personas con el fin de fabricar un producto particular, un bebé humano. Los esposos "producen" los materiales gaméticos que otros usarán después para hacer el producto final, el niño. En tal procedimiento, el niño "viene a la existencia, no como un don siguiente a un acto expresivo de la unión ... sino como producto de una fabricación (y, normalmente, como el producto final de un proceso manejado y llevado a cabo por personas que no son sus padres)"33. La nueva vida humana es "fabricada", no "engendrada".
Precisamente porque la fecundación/inseminación artificial homóloga -como la fecundación/inseminación artificial heteróloga- es un acto de "fabricación", es un procedimiento estándar, como hemos visto en nuestra revisión de la literatura relacionada con el tema, sobreestimular los ovarios de la mujer de modo que varios óvulos puedan recuperarse y fertilizarse después con semen (normalmente obtenido por masturbación), con el resultado de que varios seres humanos nuevos (cigotos en este estadio de desarrollo) son traídos a la existencia. Algunos de estos nuevos seres humanos son normalmente congelados y guardados como reserva por si los esfuerzos iniciales de conseguir la implantación y la gestación hasta el nacimiento fracasan. Más aún, no es infrecuente que se implanten varios embriones en la matriz para aumentar la probabilidad del éxito en la implantación y, en caso de que un gran número de embriones se implante con éxito, que se descarte el número "excesivo" de vidas humanas a través de un procedimiento que algunos llaman eufemísticamente "reducción del embarazo". Más incluso, es común, al practicar la fecundación in vitro, controlar el desarrollo de la nueva vida humana mientras está todavía fuera de la matriz y determinar, después de todo, si sufre o no algún "defecto". En caso de que se descubran defectos serios, no es infrecuente que se recomiende el aborto. Como forma de "fabricación" o "producción", la fecundación/inseminación artificial, sea homóloga o heteróloga, conduce al uso de estos métodos, porque ellos simplemente llevan a cabo la lógica de las comodidades de manufactura: uno debería emplear métodos más eficientes, que ahorren tiempo, y adecuados para entregar el producto deseado, y poner los controles de calidad para asegurar que el "producto" resultante no es, en ningún caso, "defectuoso".
Uno ve fácilmente cuán deshumanizante es tal "producción" de bebés humanos. Los bebés humanos no han de ser tratados como productos inferiores a sus productores y sujetos a controles de calidad; ellos son personas iguales a sus padres en dignidad.
Sin embargo, algunas personas, incluidos algunos teólogos católicos, observan, correctamente, que la fecundación/inseminación homóloga no requiere la hiperovulación de la mujer, creando un número de nuevos seres humanos en la placa de Petri, congelando algunos, implantando otros, controlando el desarrollo sin descartar el aborto en caso de que se descubran defectos, etc. ... De acuerdo con ellos, si estas características comúnmente asociadas con la fecundación/inseminación homóloga se rechazan, entonces un recurso limitado por parte de parejas casadas a la fecundación/inseminación artificial no transforma la generación de vida humana a partir de un acto de procreación en un acto de reproducción necesariamente.
Un representante principal de esta escuela de pensamiento, Richard A. McCormick, S.J., expresa que los esposos que recurren a la fecundación in vitro homóloga no perciben esto como la "manufactura" de un "producto". La fecundación ocurre cuando el semen y el huevo se juntan en una placa de Petri, pero "la intervención de los "técnicos" es una condición para que esto ocurra; no es una causa"34. Más aún, sigue, "las actitudes de los padres y técnicos pueden ser reverenciales y respetuosas mientras hagan frente a la nueva vida concebida naturalmente"35. De hecho, en el punto de vista de McCormick, y en el de otros escritores también, Thomas A. Shannon, Lisa Sowle Cahill y Jean Porter36, por ejemplo, la fecundación in vitro homóloga puede ser considerada como una "extensión" de la unión matrimonial, de modo que el niño generado pueda ser considerado todavía como el "fruto del amor de los esposos". Mientras es preferible, si es posible, generar el bebé a través del acto matrimonial, en los casos que nos ocupan, es imposible hacer esto, y, de ahí que su acto matrimonial -así lo afirman estos escritores- pueda ser "extendido" hasta abarcar la fecundación in vitro.
Dada la situación concreta, algunas desventajas inherentes en la generación de vidas humanas fuera del acto matrimonial, como razonan estos autores, son claramente compensadas por el gran bien de nuevas vidas humanas y la plenitud del deseo de las parejas de tener hijos, que no podrían tenerlos de otra manera. En tales condiciones, según el argumento, no estaría alejado de la realidad decir que la fecundación in vitro y transferencia de embrión es simplemente un modo de ampliar el acto matrimonial.
Es, creo, evidente que esta justificación de la fecundación homóloga se basa en el método proporcionalista de hacer juicios morales. Este afirma que uno puede, correctamente, procurar males llamados "premorales", "inmorales" u "ónticos" (las "desventajas" a las que me refería arriba) para alcanzar un bien proporcionalmente mayor, en este caso, ayudando a la pareja a tener un hijo propio. Sin embargo, este método de hacer juicios morales es muy defectuoso y ha sido repudiado explícitamente por el Papa Juan Pablo II en Veritatis Splendor. Viene a afirmar que uno nunca puede juzgar una acción humana como moralmente mala por su objeto libremente elegido, sino que puede juzgar un acto como moralmente bueno o moralmente malo sólo teniendo en cuenta su "objeto", las circunstancias en que se ha hecho y, sobre todo, el "fin" por el cual se ha hecho. Si el fin por el que se ha hecho es "un bien proporcionalmente mejor", entonces la maldad que uno hace al elegir este objeto (por ejemplo, fabricar un niño en una placa de Petri, matar a una persona inocente intencionadamente) puede ser moralmente justificable37.
En suma, me parece que el razonamiento propuesto por McCormick y otros está basado en la retórica y no en una comprensión realista de lo que esto implica. Obviamente, aquellos que eligen producir un niño hacen esa elección en función de un fin ulterior. Ellos pueden buscar - en el sentido de su intención ulterior - que el niño sea recibido en una auténtica relación padre-hijo, en la que él o ella vivan en una comunidad de personas en la que tengan cabida aquellas que comparten una dignidad personal. Si es así, este fin intencionado para el cual se hace la elección de producir el niño, será bueno tanto para el niño como para los padres. Pero, incluso así, y a pesar de que McCormick afirma lo contrario, su "intención efectiva", es decir, la elección que ellos están haciendo aquí libremente, es precisamente "fabricar un niño", el estado inicial del niño es el estado de un producto. En la fecundación in vitro el técnico no asiste simplemente al acto matrimonial (que sería lícito), sino, como Benedict Ashley, O. P., observa correctamente, "sustituye a ese acto de relación y comunicación personales, que es como un químico haciendo una mezcla o un jardinero plantando una semilla. El técnico se ha convertido, por lo tanto, en la causa principal de la generación, actuando a través de formas instrumentales de espermatozoide y óvulo"38.
Más aún, la afirmación de que la fecundación in vitro es una "extensión" del acto matrimonial y no una sustitución de él es, simplemente, contraria a los hechos. "Lo que es extendido", como Ashley observa también, "no es el acto de unión, sino la intención: de una intención de engendrar a un niño naturalmente a conseguirlo por FIV, por inseminación artificial, o por la ayuda de una madre subrogada"39. Puesto que el estado inicial del niño es, por tanto, en estos procedimientos, el de un producto, se trata de un estado subpersonal. Por lo tanto, la elección de producir un niño, es, inevitablemente, la elección de establecer una relación con el niño, no como un igual, sino como un producto inferior a sus productores. Sin embargo, esta relación inicial de aquellos que eligen producir niños con los niños que ellos producen, es inconsistente y así, impide la comunión de personas dotadas de igual dignidad, que es apropiada para cualquier relación interpersonal. Es la elección de unos medios malos para un fin bueno. Más aún, al producir niños, si el producto es defectuoso, la nueva persona viene a ser no deseada. Por tanto, aquellos que eligen producir niños, no sólo eligen la vida para algunos, sino que -¿y se puede dudar de esto realmente?-, a veces, desechan tranquilamente algunos de los que no se están desarrollando con normalidad40.
En mi opinión, las razones propuestas aquí para mostrar que no es moralmente correcto generar nueva vida humana fuera del acto matrimonial pueden ser resumidas en forma de un silogismo, que ofrezco para consideración. Es el siguiente:
Todo acto de generar vida humana que sea no matrimonial es irresponsable y viola el respeto debido a la vida humana en su generación.
Pero la inseminación artificial, la fecundación in vitro y otras formas de generar vida humana en un laboratorio, incluida la clonación, no son matrimoniales.
Por tanto, estos modos de generar vida humana son irresponsables y violan el respeto debido a la vida humana en su generación.
Creo que la premisa menor de este silogismo no requiere una amplia discusión. Sin embargo, McCormick, comentando un ensayo anterior mío en el que proponía este silogismo, afirma que mi empleo del término "no matrimonial" en la premisa menor es "impenetrable", porque el significado de una acción "no matrimonial" no es del todo claro41. Esta objeción, sin embargo fracasa al no tener en cuenta todo lo que yo había dicho en ese ensayo considerando el acto matrimonial, que no es simplemente un acto genital entre personas que sucede que están casadas, sino que es "una sola carne", corporalmente, la unión sexual de esposo y esposa (un acto de coito) que participan de o están abiertas a los bienes del matrimonio42.
Es obvio, creo, que la inseminación, la fecundación heteróloga y la clonación son "no matrimoniales". Pero "no matrimonial" es, también, la inseminación/fecundación artificial homóloga. Incluso aunque hayan colaborado personas casadas en ello, estos procedimientos, sin embargo, siguen siendo no matrimoniales porque el estado matrimonial del hombre y la mujer que participan en ello, es accidental y no esencial. No son sólo procedimientos que pueden, en principio, llevarse a cabo, por individuos no casados, son también procedimientos en los que el carácter matrimonial de aquellos que participan en ellos es, como tal, completamente irrelevante. Lo que hace a esposo y esposa capaces de participar en la inseminación/fecundación homóloga no es definitivamente su unión matrimonial ni el acto (el acto matrimonial) que participa en su unión matrimonial y que se hace posible por la virtud de ello. Por el contrario, ellos son capaces de tomar parte en estos procedimientos simplemente porque, como los hombres y mujeres que no están casados, son productores de células gaméticas que otros individuos pueden usar después para fabricar nueva vida humana. Así como los esposos no generan vida humana matrimonialmente cuando esta vida (que es siempre buena y preciosa, no importa cómo sea engendrada) es iniciada a través de un acto de abuso esponsal, tampoco generan nueva vida humana matrimonialmente cuando simplemente proporcionan a otras personas células gaméticas que pueden ser unidas por los actos transitivos de esas personas.
Las reflexiones anteriores deberían ser suficientes para clarificar el significado de la premisa menor del silogismo y establecer su verdad.
La verdad de la premisa mayor se apoya en todo lo que he dicho sobre los vínculos íntimos que unen el matrimonio, el acto matrimonial y la generación de vida humana. Estos vínculos son los medios indispensables y necesarios para respetar adecuadamente la vida humana. Ellos salvaguardan el respeto del bien irreemplazable de la unión matrimonial y de la nueva vida humana, que necesita un hogar donde echar raíces y crecer, un "hogar" preparado para él por el único amor de los esposos.
2.- La razón teológica básica por la que la vida humana debe darse sólo en el acto matrimonial
Hay, en mi opinión, una razón teológica muy profunda que ofrece un apoyo principal para la verdad, establecida en la enseñanza de la Iglesia, de que la nueva vida humana debe darse sólo en y a través del acto matrimonial -el acto apropiado y único de los esposos-, y no generado por actos de fornicación, adulterio, abuso esponsal, o nuevas tecnologías "reproductivas".
La razón es esta: la vida humana debe "ser engendrada, no hecha". La vida humana es la vida de una persona, un ser, indudablemente varón o mujer, hecho a imagen y semejanza del Dios todo santo. La persona humana, que viene a ser cuando la nueva vida humana llega a la existencia, es por así decir, un icono o "palabra" de Dios. Los seres humanos son, por así decir, las "palabras creadas" que la Palabra increada del Padre llegó a ser y es, precisamente para mostrarnos cuán profundamente Dios nos ama y para hacernos capaces de ser, como Él, hijos del Padre y miembros de la familia divina.
Sin embargo, la Palabra increada, cuyos hermanos y hermanas han sido llamados a ser personas humanas, fue "engendrada, no hecha". Estas palabras fueron elegidas por los Padres del Concilio de Nicea en el año 325, para expresar inequívocamente su creencia de que el eterno e increado Verbo de Dios Padre es, en verdad, como el Padre, verdadero Dios. Este Verbo, personalmente llegó a ser verdadero hombre, en Jesucristo mientras permanecía siendo verdadero Dios, no era inferior a su Padre; Él no era un producto del deseo del Padre, un ser hecho por el Padre y subordinado a Él en dignidad. Más bien, el Verbo era uno junto con el Padre y por ello, como el Padre, Dios verdadero. El Verbo, el Hijo del Padre, fue engendrado por un acto inmanente de amor personal.
Igualmente, las personas humanas, las "palabras creadas" de Dios, deberían, como el Verbo increado, ser "engendradas, no hechas". Como el Verbo increado, son de naturaleza única con sus padres, y no productos inferiores a sus productores. Esta dignidad personal es igual a la de sus padres, así como la dignidad personal del Verbo increado es igual a la dignidad personal de su Padre. Esa dignidad es respetada cuando su vida es "engendrada" en un acto de amor entre esposos. No es respetada cuando esa vida es "hecha", esto es, cuando es el producto final de una serie de acciones transitivas por parte de diferentes personas43.
IV.- Inseminación/fecundación "asistida"
El Magisterio de la Iglesia, como hemos visto, distingue entre procedimientos tecnológicos, tales como la inseminación artificial y la fecundación in vitro, sea homóloga o heteróloga, que sustituyen el acto matrimonial, y aquellos procedimientos que asisten al acto para ser coronado con el don de la vida humana. Aunque las parejas casadas no deberían nunca emplear técnicas que reemplazan el acto matrimonial, ellos pueden, correctamente, emplear aquellas que lo ayuden para generar nueva vida humana. Como el Papa Juan Pablo II ha dicho, "las parejas infértiles ... tienen derecho a cualquier terapia legítima disponible para remediar su infertilidad"44.
Sin embargo, hay una seria controversia, incluso entre los católicos que defienden la verdad de la enseñanza de la Iglesia, sobre la generación de la vida, al considerar los tipos de procedimientos que ayudan en lugar de reemplazar al acto matrimonial. Después de presentar algunos criterios que son útiles, en mi opinión, para determinar si un procedimiento ayuda o sustituye al acto conyugal, examinaré algunas técnicas específicas propuestas por teólogos católicos como métodos moralmente legítimos de ayuda al acto matrimonial, y ofreceré un juicio considerándolos, centrando la atención en la TTIG.
El principio básico relativo a la generación de vida humana está recogido exactamente en el siguiente texto de Donum Vitae:
"La persona humana debe ser aceptada en el acto de unión y amor de sus padres; la generación de un hijo debe, por lo tanto, ser el fruto de esa entrega mutua que se realiza en el acto conyugal, en el que los esposos cooperan como sirvientes y no como amos del trabajo del Creador, que es amor"45.
En otras palabras, el hijo debe ser el "fruto" del acto matrimonial. Esto significa que el acto matrimonial debe estar directamente relacionado (= tener una relación causal directa) con el origen de la nueva vida humana y no de manera meramente accidental. Los procedimientos tecnológicos pueden ser los medios de eliminar obstáculos para que fructifique el acto matrimonial. Si los procedimientos, efectivamente, eliminan tales obstáculos, entonces "ayudan" al acto matrimonial para que sea fructífero, y no lo sustituyen ni lo reemplazan.
De esto se sigue también, creo, que un procedimiento "ayuda" al acto matrimonial si, y sólo si, el acto matrimonial tiene lugar y el procedimiento en cuestión evita los obstáculos que previenen que ese acto conyugal específico no sea fructífero. Este sería el caso, por ejemplo, si la técnica permitiese la entrada del semen dado por el marido durante el acto matrimonial al cuerpo de su esposa, entrada quizá impedida por alguna condición fisiológica, o si la técnica facilitara la unión de semen introducido en el cuerpo de la mujer por el acto matrimonial con su óvulo, una unión a veces impedida a causa de alguna enfermedad o lesión.
2. Algunos procedimientos específicos
2.1. Transferencia tubárica baja del óvulo (TTBO)
Este procedimiento, diseñado originalmente para mujeres cuya infertilidad fue causada por bloqueo, daño o enfermedad, o por ausencia de trompas de Falopio, recoloca su huevo u óvulo, sorteando y rodeando el área de la patología tubárica para colocarlo en la trompa de Falopio, debajo del punto donde está el daño, la enfermedad o el bloqueo, donde la fecundación por parte del propio semen del marido de la mujer, introducido en su cuerpo a través de un acto matrimonial específico, puede tener lugar. A esto se le llama "transferencia tubárica baja del óvulo" porque de ordinario el óvulo es recolocado en la parte más baja de la trompa de Falopio (o a veces en el útero mismo).
Este procedimiento también "ayuda" y no reemplaza al acto matrimonial. Lo ayuda eliminando los obstáculos que previenen que el acto matrimonial no sea fructífero, en este caso, por daño o enfermedad en las trompas de Falopio de la esposa. La fecundación ocurre como resultado de un acto matrimonial verdadero y no directamente como resultado de una actividad técnica. Todo lo que el técnico hace es recolocar el óvulo de la mujer de una parte de su cuerpo a otra. El semen que fertiliza al óvulo es introducido en el cuerpo de la esposa directamente como resultado de un acto matrimonial en el que su esposo se da a ella y ella lo recibe al darse ella a él.
De nuevo todos los moralistas católicos que conozco y que han tratado esta cuestión están de acuerdo en que la TTBO es un medio moralmente legítimo de ayudar al acto matrimonial46. Desafortunadamente, no parece tener un porcentaje muy alto de éxito.
2.2. Transferencia del gameto a la trompa de Falopio (TGTF) y transferencia tubárica del óvulo con semen (TTOE)
La TGTF se ha descrito previamente: los óvulos de la mujer son recuperados por laparoscopia o por procedimientos transvaginales guiados por ultrasonido. Un óvulo (o óvulos) es situado en un catéter con semen (proporcionado por masturbación o mediante un condón perforado durante el coito) que ha sido tratado y "capacitado", con una burbuja de aire separando los óvulos del semen. Por tanto, la fecundación no tiene lugar fuera del cuerpo de la mujer (esposa). El catéter es después insertado en la matriz de la esposa (y esto puede hacerse bien antes, bien inmediatamente después del acto matrimonial). El óvulo y los espermatozoides son sacados del catéter y la fecundación y la concepción ocurren dentro del cuerpo de la mujer (esposa).
Algunos autores católicos, entre ellos Donald McCarthy, Orville, Griese, Peter Cataldo y John W. Carlson, defienden firmemente la TGTF como un procedimiento que ayuda y que no reemplaza al acto matrimonial. Ellos, por tanto, afirman que este procedimiento puede ser lícitamente empleado siempre que el semen del marido no sea obtenido por masturbación. De acuerdo con ellos, la fecundación ocurre como resultado de actos conyugales verdaderos, ayudados por varios actos llevados a cabo por técnicos con el semen y los óvulos antes de su fecundación en el cuerpo de la esposa47.
Como muchos otros, estoy en total desacuerdo con la aprobación de la TGTF. Observen, lo primero de todo, que originariamente el procedimiento se desarrolló con el requerimiento de masturbación para obtener el semen del marido. Informados de que la Iglesia Católica condena la masturbación incluso como un medio para obtener semen, los médicos que practicaban el procedimiento, sugirieron que el semen fuera obtenido utilizando un condón perforado durante el acto conyugal. Esto muestra definitivamente, a mi juicio, que en la TGTF el acto matrimonial es usado meramente para obtener semen sin que haya masturbación y esto no es esencial para el logro del embarazo. Más aún, y esto es críticamente significativo, el semen así procurado y subsiguientemente empleado para fertilizar el óvulo de la mujer ha sido intencionadamente separado del acto matrimonial y depositado no en el cuerpo de la esposa, sino en un condón. Por lo tanto, estos espermatozoides no pueden ser en modo alguno, considerados como "parte" del acto matrimonial. Así que, en este procedimiento, el acto matrimonial no está relacionado esencialmente, sino accidentalmente, y hay una disociación completa entre el acto matrimonial y la generación de la nueva vida humana. Por tanto, con otros autores, entre ellos Grisez, DeMarco, Tonti-Filippini y Ashley/O'Rourke, concluyo que este método de generar vida humana no ayuda al acto matrimonial, sino que lo reemplaza y no es, por consiguiente, moralmente aceptable48.
La TTOE es un procedimiento similar a la TGTF. En ella, el semen lo procura el marido por medio del uso de un condón perforado durante el acto matrimonial; el semen es después situado en un catéter junto con el óvulo (óvulos) de la esposa y separado por una burbuja de aire y el catéter es luego insertado en la trompa de Falopio (por ello el nombre transferencia tubárica del óvulo con semen), donde el óvulo (óvulos) y el semen se ponen y así puede ocurrir la fecundación. Como puede verse la TTOE es bastante similar a la TGTF. Los teólogos que afirman que la TGTF es un modo de ayudar al acto matrimonial, dicen lo mismo sobre la TTOE49, mientras que aquellos que, como yo, sostienen que la TGTF reemplaza y no asiste al acto matrimonial juzgan de modo similar que la TTOE hace lo mismo.
Alguien podría decir que con respecto a los procedimientos tomados aquí los católicos son libres de emplearlos ya que no hay una enseñanza magisterial con respecto a ellos, y algunos puntos de vista de teólogos pueden ser seguidos como una "opinión probable". Esta forma de ver el asunto, sin embargo, es bastante legalista. Al hacer elecciones morales, uno debe primero intentar descubrir la verdad y después elegir de acuerdo con ella. Por eso el modo adecuado de proceder aquí es examinar las razones dadas por teólogos para apoyar sus afirmaciones, para ver qué razones son razonablemente buenas y cuáles no.
Alguien puede pensar que la posición tomada aquí en apoyo de la enseñanza de la Iglesia es cruel y sin corazón, que no se preocupa por la angustia experimentada por las parejas casadas que desean legítima y ardientemente tener un hijo propio y que deben sufrir la decepción de una enfermedad patológica.
No creo que esta posición sea cruel y sin corazón, ni que no se preocupe por el sufrimiento de muchas parejas casadas. Aquí, dos verdades son de importancia crítica. La primera es que esposos y esposas no tienen "derecho a tener un hijo". No tienen derecho a tener un hijo porque un hijo no es una cosa, ni un animal doméstico, ni un juguete, sino una persona de dignidad inviolable. Esposos y esposas tienen derecho a realizar la clase de acción de suyo apta para recibir una nueva vida humana: el acto matrimonial. Pero no tienen derecho a tener un hijo. Su deseo de criar y mantener un hijo es noble y legítimo, pero este deseo no justifica ni algunos ni todos los medios para lograr su cumplimiento.
El segundo punto a tener en cuenta es que debemos ser realistas y reconocer que por alguna razón no será posible para algunas parejas casadas engendrar un hijo en y a través de su acto matrimonial. Si este es el caso, entonces es necesario reconocer que todos nosotros debemos llevar nuestra propia cruz. Pero debemos recordar que Jesús es nuestro Simón de Cirene, y que Él nos ayudará a soportar cualquier cruz que pudiera darnos.
Notas
(1) Resulta instructivo observar aquí que en su artículo sobre inseminación artificial en la prestigiosa Encyclopedia of Bioethics, Luigi Mastroianni incluye en fecundación "homóloga" procedimientos "que utilizan el semen del esposo o de un socio designado" (énfasis añadido) ("Tecnologías Reproductivas, Introducción", en Encyclopedia of Bioethics, ed. Warren T. Reich (2nd rev. ed.: New York: McGraw Hill, 1995, 2207). Puesto que esta edición de la Encyclopedia of Bioethics incluye ahora un ensayo titulado "Marriage and other domestics partnerships" (énfasis añadido) por Barbara Hilkert Anderson (pp. 1397-1402) la aparente equiparación de los esposos con "socios designados" no es demasiado sorprendente. Es tristemente una indicación de las actitudes contemporáneas occidentales.
(2) Sobre esto, ver el texto citado: L. Mastroianni, Reproductive Technologies, Introduction, 2207.
(3) Wadlington, Reproductive Technologies, Artificial Insemination, cit., 2220.
(4) Wadlington, Reproductive Technologies, Artificial Insemination, 2217.
(5) Sobre todo esto, ver Mastroianni, Reproductive Technologies, Introduction, 2209-2210; Andrea L. Bonnicksen, Reproductive Technologies, In vitro Fertilization and Embryo Transfer, en Encyclopedia of Bioethics, 2221-2224; y McLaughlin, A Scientific Introduction to Reproductive Technologies, 58-59.
(6) L. Mastroianni, Reproductive Technologies, Introduction, 2211.
(7) Ver Bonnicksen, Reproductive Technologies, In vitro Fertilization and Embryo Transfer, 2222.
(8) Para estos y otros procedimientos ver McLaughlin, A Scientific Introduction to Reproductive Technologies, 60-62.
(9) Ibid. Ver también L. Mastroianni, Reproductive Technologies, Introduction, 2211-2212.
(10) "Somatic cell nuclear tranfer" es la expresión usada para describir clonación de mamíferos por la National Bioethics Advisory Commission en su documento, publicado en junio de 1997: Cloning Human Beings: The Report and Recommendations of the National Bioethics Advisory Commission. Un resumen de este informe está impreso en "Hastings Center Report", 1997, September-October, 7-9.
(11) Pontifical Academy for Life, Reflections on Human Cloning, Libreria Editrice Vaticana, Vatican City, 10-11.
(12) Los cuatro discursos son los siguientes: (1) Allocution to the Fourth International Conference of Catholic Doctors, September 29, 1949; text en Papal Teachings on Matrimony, ed. The Benedictine Monks of Solesmes, trans. Michael J. Byrnes, St. Paul Editions, Boston, 1963, 381-385; (2) Allocution to Italian Catholic Midwives, October 29, 1951; Papal Teachings ..., 405-434; (3) Allocution to the Second World Congress on Fertility and Human Sterility, May 19, 1956 Papal Teachings ..., 482-492; y (4) Allocution to the Seventh Hematological Congress, septiembre 12, 1958; Papal Teachings ..., 513-525. Él recogió la inseminación artificial, bien por un "donante" o por un esposo, en estos cuatro discursos, y en el número 3 él consideraba explícitamente el tema de la fecundación in vitro.
(13) Pío XII, Allocution to the Second World Congress on Fertility and Human Sterility, May 19, 1956; en Papal Teachings ..., 485. Énfasis añadido.
(14) Pío XII, Allocution to Italian Catholic Midwives, October 29, 1951, en Papal Teachings ..., 427-428.
(15) Pío XII, Allocution to the Second World Congress on Fertility and Human Sterility, May 19, 1956; en Papal Teachings ..., 470.
(16) Pío XII, Allocution to the Second World Congress of Catholic Doctors; en Papal Teachings ..., 559.
(17) Congregation for the Doctrine of the Faith, Donum Vitae, II, B, nº. 4. La cita interna es del Código de Derecho Canónico, c. 1061.
(18) Ibid, nº.6; énfasis añadido.
(19) Juan Pablo II, "To my brother bishops from North and Central America and the Caribbean assembled in Dallas, Texas", en Reproductive Technologies, Marriage and the Church (Braintree, MA: The Pope John Center, 1988), p. xv.
(20) Ibid., II, A, nº.2.
(21) Ibid., II, A, nº.1.
(22) Ibid., B, nº.4.
(23) Ibid.
(24) Ibid. nº.4.
(25) En la nota a pie de página 43, Donum Vitae se refiere a la Audiencia General de Juan Pablo II del 16 de enero de 1980. Esta audiencia no fue sino una de las audiencias de los miércoles sobre "la teología del cuerpo" en un espacio de tiempo de varios años, desde el 5 de septiembre de 1979 hasta el 28 de noviembre de 1984. Estas audiencias están recogidas en una edición de un solo volumen, John Paul II, The Theology of The Body: Human Love in the Divine Plan, Pauline Books and Media, Boston, 1997.
(26) Donum Vitae, II, B, nº. 4. La cita interna es de Juan Pablo II, Discourse to those taking part in the 35th General Assembly of the World Medical Association, October 29, 1983.
(27) Pontifical Academy for Life, Reflections on Cloning, LEV, Vatican City, 1997, 10, 14.
(28) San Agustín expresó con belleza esta verdad hace siglos en su De genesi ad literam, 9, 7 (PL 34, 397).
(29) Pablo VI, Humanae Vitae, n. 12.
(30) John Finnis, Personal Integrity, Sexual Morality, and Responsible Parenthood, "Anthropos" (ahora Anthropotes), 1981, 11, 46.
(31) Las fuentes clásicas sobre la distinción entre "making" y "doing" son: Aristóteles, Metaphysics, Bk.9, c. 8, 1050a23-1050b1; Sto. Tomás de Aquino, In IX Metaphysicorum, lect.8, nº. 1865; Summa theologiae, 1, 4, 2, ad 2; 1, 14, 5, ad 1; 1, 181, 1.
(32) Catholic Bishops of England Committee on Bioethical Issues, In vitro Fertilization: Morality and Public Policy, Catholic Information Services, London, 1983, nº. 23.
(33) Ibid, nº. 24.
(34) Richard McCormick, S.J., The Critical Calling: Reflections on Moral Dilemmas Since Vatican II, Georgetown University Press, Washington, D.C., 1989, 337. La cita interna es de William Daniel, S.J., In vitro Fertilization: Two Problem Areas, Australasian Catholic Report, 1986, 63, 27.
(35) Ibid., p. 337.
(36) Ver Thomas A. Shannon y Lisa Sowle Cahill, Religion and Artificial Reproduction: An Inquiry Into the Vatican "Instruction on Respect for Human Life", Crossroads, New York, 1988, 138; Jean Porter, Human Need and Natural Law, en Infertility: A Crossroad of Faith, Medicine, and Technology, ed. Kevin Wm. Wildes, S.J., Kluwer Academic Publisher, Dordrecht/Boston/London, 1997, 103-105. Debe advertirse que Shannon y Cahill, empleando un argumento de naturaleza proporcionalista, esto es, que puede ser moralmente permisible procurar un mal denominado no moral (por ejemplo, la generación heteróloga de una vida humana) con tal de que sea posible un bien no moral lo suficientemente mayor (por ejemplo, el proporcionar un hijo propio a una pareja que no puede tener hijos de otra manera), insinúan que, si los esposos lo consienten, recurrir a terceros para gametos o incluso a madres subrogadas no violaría verdaderamente la dignidad o unidad esponsal. Ver Artificial Reproduction ..., 115.
(37) Como se observó en el texto el Papa Juan Pablo II repudia (y correctamente) este método proporcionalista de hacer juicios morales en su Veritatis Splendor. Para una crítica del proporcionalismo ver mi An Introduction to Moral Theology, ed. Huntington, IN: Our Sunday Visitor, 1994, cap. 3.
(38) Benedict Ashley, O.P., The Chill Factor in Moral Theology, "Linacre Quarterly", 1990, 57, 71.
(39) Ibid., 72.
(40) El argumento propuesto en los parágrafos previos fue recogido originariamente en un primer ensayo que escribí sobre la generación de vida humana en un laboratorio, Donum Vitae: Catholic Teaching on Homologous In vitro Fertilization, en Infertility: A Crossroad of Faith, Medicine, and Technology, 73-92, esp. 81-87, haciendo uso, también, de material desarrollado por Germain Grisez, John Finnis, Joseph Boyle, y William E. May en Every Marital Act Ought to Be Open to New Life': Toward a Clearer Understanding, "The Thomist", 1988, 52, 365-426.
(41) Richard A. McCormick, Notes on Moral Theology, en "Theological Studies", 1984, 45, 102
(42) En su ensayo, Human Needs and Natural Law (cf. n. 37), Jean Porter afirma que mi argumento en apoyo de la enseñanza de la Donum Vitae está basado en una ética sexual "kantiana", una que "otorga un lugar preferente a la autonomía" (pp. 100-101). Ella afirma incluso que yo "disiento" de la enseñanza católica en mi análisis del acto matrimonial por mi énfasis en la función que desempeña la intención al determinar el significado moral de la acción humana. Porter falla al reconocer que mi análisis, lejos de ser kantiano, se basa en la tradición católica que da importancia al carácter de determinación de uno mismo de las acciones humanas. Mi análisis, creo, se basa también en la comprensión de la sexualidad humana y de la acción humana recogidas por Juan Pablo II.
(43) Lo más importante aquí es hacer hincapié en que la fe cristiana proclama que la Palabra Encarnada es todavía un ser humano. La fe cristiana rechaza el docetismo, la doctrina de que la Palabra Increada solo pareció convertirse en humana y dejó de aparecer como humana tras la resurrección.
(44) Juan Pablo II, "To my brother bishops from North and Central America ...", p. xv.
(45) Donum Vitae, II, B, 4, 7.
(46) Consultar, por ejemplo, lo siguiente: Donald T. DeMarco, Catholic Moral Teaching and TOT/GIFT, en Reproductive Technologies, Marriage and the Church, Braintree, MA, The Pope John XXIII Medical Moral Center, 1988, 122-139; Nicholas Tonti-Filippini, Donum Vitae and Gamete Intra-Fallopian Tube Transfer, en "Linacre Quarterly", 1989, 52, 68-79; Benedict Ashley, O.P., and Kevin O'Rourke, O.P., Health Care Ethics: A Theological Analysis, 4th ed., Georgetown University Press, Washington, 1997, 242-247; Germain Grisez, Difficult Moral Questions, Vol. 3 de su The Way of the Lord Jesus, Franciscan Press, Quincy, , 1997, 244-249.
(47) Ver lo siguiente: Donald McCarthy, Infertility Bypass, en "Ethics & Medics", 1983, october, 1-2; McCarthy, Catholic Moral Teaching and TOT/GIFT: A Response to Donald T. DeMarco, en Reproductive Technologies, Marriage and the Church, pp. 140-145; Peter Cataldo, Reproductive Technologies, "Ethics & Medics", 1996, 1, 1-3; Griese, Catholic Identity in Health Care, 47-49.
(48) Ver Grisez, Difficult Moral Questions, 246-248; Tonti-Filippini, Donum Vitae' and Gamete Intrafallopian Tube Transfer, 68-69; DeMarco, Catholic Moral Teaching and TOT/GIFT, en Reproductive Technologies, Marriage, and the Church, 122-140; Ashley/O'Rourke, Health Care Ethics, 246-247.
(49) Sobre TOTS ver también McCarthy, TOTS Is For Kids, "Ethics & Medics", diciembre 1988, 1-3.