Elephant in the Black Box company estrena 'No hay flores inútiles' en el Museo, un viaje sobre el exilio y la búsqueda de la identidad
Jean Philippe Dury, director artístico de la compañía, y la productora Ana Cabo han presentado las claves de este espectáculo sobre las mujeres exiliadas tras la Guerra Civil española
Un viaje sobre el exilio y la búsqueda de la propia identidad. Así define Jean Philippe Dury, director artístico de Elephant in the Black Box Company, la propuesta de No hay flores inútiles, el espectáculo que estrenan este viernes, a las 19:30 horas, en el Teatro del Museo Universidad de Navarra, en el ciclo Museo en Danza. Las entradas cuestan 16 y 12 euros.
Dury ha estado acompañado durante la presentación por Ana Cabo, responsable de producción de la compañía, y Teresa Lasheras, adjunta a José Manuel Garrido, director de Artes Escénicas del Museo. En el encuentro ha explicado que esta obra, que da voz a las mujeres exiliadas tras la Guerra Civil española, aborda un escenario muy actual: “Todavía hay gente que llega a España en condiciones críticas, personas que quieren escapar de su país. El exilio está muy presente”.
En este sentido, Cabo ha apuntado que la pieza transita por un exilio geográfico pero también interior: “Además del exilio exterior, que pueden hacer las refugiadas o refugiados sirios, o de tantos otros lugares, ha existido también un exilio interior de la mujer en situaciones conflictivas. En el caso de la Guerra Civil y la posguerra fue esa situación: las mujeres que se quedaron también sufrieron su exilio, como no poder estudiar o estar relegadas a un lugar. La obra tiene una visión muy poética y sugerente”. De ahí que la obra ofrezca al público una gran libertad: “Da un espacio para soñar con un viaje, interior o físico, donde cada uno va a buscar su lugar y paz interior”.
Con esa misma libertad propuso Marco Blázquez, coreógrafo de No hay flores inútiles, trabajar a los cuatro bailarines, Florine Pegat-Toquet (Francia), Valentina Pedica (Italia), Antonella Sampieri (Argentina) y Bojan Micev (Macedonia), que interpretan la pieza junto a la actriz Marta Ruiz de Viñaspre. “Marco les ha dejado mucha libertad para crear. No impone pasos ni sentimientos. Primero se queda un poco atrás y deja a la persona que saque algo personal. Por eso es una pieza muy especial. Son cuatro intérpretes con una energía diferente y ha sabido sacarla de cada personaje y cada identidad”. El hecho de que los bailarines sean de distintas nacionalidades ha enriquecido la pieza, no solo por su formación diferente, sino también porque ellos mismos han dejado sus países de origen para dedicarse a su pasión, la danza.
ECOS DE LORCA
No hay flores inútiles ha supuesto un reto para la compañía, como ha apuntado Cabo, ya que se han incluido textos y una “visión más teatral”, con dramaturgia de Paula Soldevila: “Hemos contado con una escritora y poeta magnífica, Nuria Ruiz de Viñaspre, que ha realizado unos textos que se oyen en la obra y se ha incorporado una actriz, Marta Ruiz de Viñaspre. Tiene algo de ritual, de oración”. Por su parte, Dury ha valorado que “enseguida hubo una simbiosis que permitió sacar algo visceral y un trabajo magnífico”.
La poesía está muy presente en esta pieza, que bebe de la obra de Lorca. “El punto de partida es el primer trabajo de Marco Blázquez, 1936, y el mundo onírico y los personajes femeninos lorquianos, sobre todo La casa de Bernarda Alba. Desde aquí, trae a la actualidad todo lo que puede pasar en estos viajes y exilios internos y externos”, señala la productora de la compañía. “Habla de dos memorias: la de la palabra, que llega hasta ahora, y la del cuerpo, a través de las distintas edades de los bailarines y del propio movimiento. Son dos memorias contrastadas que se completan la una a la otra. Hay un juego y un ritual alrededor de lo que cuesta viajar, decidir, llegar o no”.