LOS ARCOS Y SU DISTRITO: TRES SIGLOS ENTRE DOS REINOS (1463-1753)
16 de septiembre de 2016
El patrimonio artístico de Torres del Río: mucho más que el Santo Sepulcro
Dña. María Josefa Tarifa Castillo. Universidad de Zaragoza
La localidad navarra de Torres del Río cuenta con un rico patrimonio artístico, principalmente conformado por edificios religiosos, que fueron construidos a lo largo de los siglos de la Edad Media y Moderna. Entre ellos sobresale por sus formas arquitectónicas excepcionales la iglesia del Santo Sepulcro, auténtica joya del románico navarro, a la que los estudiosos del siglo XX y XXI, tanto locales, nacionales o internacionales han prestado especial atención, en un intento de clarificar el uso y función del templo, el posible modelo tipológico en el que pudo inspirarse, los maestros que lo pudieron llevar a cabo y su cronología. Alguna de las diversas teorías que los investigadores han elaborado sobre este edificio, tienen que ver con la pertenencia del mismo a una orden religiosa, por ejemplo, la del Temple, por el hecho de ser una iglesia románica de planta octogonal, o la orden de Santiago, simplemente por encontrarse en la ruta de peregrinación jacobea. También se ha aludido a su posible utilización como capilla de un hospital; en otros casos, como linterna de muertos, para lo cual ardería en la parte superior del pequeño edículo que corona el templo un fuego en recuerdo de los difuntos, o incluso se ha apuntado la hipótesis de que puso ser empleado como faro de peregrinos que guiara a los caminantes en su viaje hacia Galicia o de regreso a sus localidades de origen. También se ha barajado la posibilidad de que el edificio presentase formas propias de la arquitectura islámica por estar cubierto con una bóveda de nervios entrecruzados que dejan libre el espacio central y cerrar los vanos de iluminación con variados diseños de celosías pétreas de entrelazo, quizás realizadas por artistas moros o mozárabes, hipótesis todas ellas a día de hoy descartadas.
Torres del Río. Iglesia del Santo Sepulcro
De la mano de los últimos estudios de Javier Martínez de Aguirre, se sabe que las formas arquitectónicas singulares del templo, como la planta central poligonal y su alzado octogonal dividido en tres niveles de altura, marcados por molduras que recorren todo el perímetro del mismo, y rematado en la cubierta por otro edículo octogonal de menor tamaño pero similar estructura, responden a la significación principal del mismo, que es la imitación de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, monumento funerario por excelencia del mundo cristiano. Por tanto, la iglesia de Torres no copia literalmente la forma completa del modelo referido, sino que lo evoca de acuerdo a la concepción que se tenía en Occidente del mismo, como un edifico de planta central con sucesivos niveles de arquerías superpuestos. Templo jerosolimitano que desde el siglo XII fue atendido litúrgicamente por los canónigos del Santo Sepulcro, orden de la que dependió desde un primer momento la iglesia torreana, como ya expresó anteriormente el padre Valeriano Ordóñez. Pertenencia a dicha orden, que también queda manifiesta por la propia titularidad de la iglesia navarra, en cuya portada sigue estando presente la cruz de doble travesaño de los canónigos sepulcristas y la representación del edificio hierosolimitano dentro del capitel dedicado a la visita de las santas mujeres al sepulcro de Cristo. Iglesia que no está llena de formas arquitectónicas de influjo islámico, sino de evocaciones orientalizantes en cuanto a trasunto de Tierra Santa, por lo que el diseño de las celosías pétreas de entrelazo de las ventanas no son soluciones mudéjares, sino trazados de tradición languedociana y la cúpula pétrea de nervios cuadrangulares que se entrecruzan dejando libre el espacio central octogonal, aunque manifiesta evidentes procedimientos andalusíes, presenta las nervaturas aparejadas por procedimientos similares a otros abovedamientos occidentales del siglo XII y por tanto, no son el resultado de un grupo de canteros mudéjares al servicio de clientes cristianos.
Torres del Río. Iglesia del Santo Sepulcro
Cúpula de nervios cuadrangulares
Un templo que, de acuerdo al análisis de dichas formas arquitectónicas, y la escultura monumental que lo complementa, fue edificado a partir del último tercio del siglo XII, más concretamente de las décadas 1160 ó 1170, en una sola fase constructiva, añadiéndose inmediatamente después la escalera de caracol adosada al muro oeste del octógono principal que permite el acceso al tejado. Fábrica que en su interior queda presidida por la talla de madera policromada de un Crucificado románico, fechado por Clara Fernández-Ladreda en la tercera década del siglo XIII, dispuesto sobre una cruz de madera con los extremos terminados en adornos florenzados. Se trata de un Cristo muerto de cuatro clavos, semidesnudo, cubierto con el paño de pureza anudado sobre el costado y con el borde que cae en diagonal, imagen que porta en su cabeza una corona real, símbolo del triunfo de Jesucristo sobre la muerte.La localidad de Torres también dispuso desde época medieval de otro edificio de culto, la iglesia parroquial de San Andrés, que gracias al auge económico y aumento demográfico experimentado a comienzos del siglo XVI, fue construida de nuevo sobre el solar de la anterior, pero de mayores dimensiones para dar cabida a la creciente feligresía. Un templo de planta de cruz latina, formado por una nave de dos tramos, crucero saliente en planta y cabecera poligonal de tres paños rectos, erigido con sillares pétreos bien labrados y volteado con sencillas bóvedas de nervios de terceletes, que en algún caso dibujan un cuadrifolio en torno a clave polar. Edificio que probablemente estuvo concluido a comienzos del tercer tercio del quinientos, y en el que Tarifa Castilla revela la intervención hasta ahora desconocida de maestros canteros locales, como Juan de Larrea, avecindado en Torralba, o el torreano Pedro Remírez. En los años finales del quinientos y principios del seiscientos se construyó la torre de alto fuste prismático adosada a los pies de la nave por el lateral derecho, contratada por Juan de Larrañaga, cantero vecino de Estella, como apuntaron los autores del Catálogo Monumental de Navarra. En la parte superior queda rematada por un campanario que se hace eco del lenguaje clasicista imperante en estos años de líneas puras y austeridad ornamental, difundido desde el foco escurialense a todo territorio peninsular a partir el último tercio del quinientos. Finalmente, en la década de 1730 la sacristía existente fue sustituida por otra barroca, trazada por Ignacio Labayen, en cuyo interior se dispuso una cajonera de madera ejecutada en 1737 por Juan José de Mendoza, maestro de Santa Cruz de Campezo (Álava), con las típicas labores geométricas de la época talladas en su frente, mobiliario que todavía hoy sigue en uso.
Torres del Río. Parroquia de San Andrés
Bóvedas de nervios
Un templo que en el siglo XVII fue dotado con un importante exorno artístico, del que es pieza sobresaliente el retablo mayor dedicado al titular, obra barroca salida de un taller riojano, el que Pedro Jiménez encabezaba en Logroño en 1637 cuando lo contrató. Un artista formado en el prestigioso taller vallisoletano de Gregorio Fernández, con quien estaba trabajando como oficial en 1610. Retablo en el que según los autores del Catálogo Monumental de Navarra también pudo intervenir su hijo Pedro Ximénez Castrejana, y en el que asimismo colaboraron el escultor Juan de Urra, vecino de Viana y el pintor Andrés de Gauna que acometió su policromía.
Armañanzas. Parroquia de San Andrés
Retablo mayor y colaterales
El retablo, elevado sobre un pedestal de piedra con cajeamientos, se compone arquitectónicamente de banco y dos cuerpos que se dividen en tres calles, articulados por columnas compuestas, cuyos fustes presentan en el primer cuerpo estrías entorchadas en el tercio inferior y verticales en el segundo nivel. Destaca la calle central por las parejas de columnas que la encuadran y también por el gran frontón triangular que corona la caja del cuerpo inferior. Los dos pisos quedan separados por frisos que en su frente acogen una decoración en relieve a base de motivos vegetales envueltos en roleos. El retablo culmina con un ático rematado en su parte central por un frontón curvo partido terminado en volutas.
Torres del Río. Parroquia de San Andrés
Retablo mayor. Pedro Jiménez, 1637
El programa iconográfico del retablo se manifiesta a través de una alternancia de relieves y bultos, reservándose éstos para la calle central y el ático. En el banco se disponen los relieves de San Miguel Arcángel derrotando al demonio, y escenas de la Pasión de Cristo, como el Prendimiento, la Flagelación, la Coronación de Espinas y Cristo Camino del Calvario, y la representación el Arcángel de la Guarda. El centro del banco está ocupado por el Sagrario Expositor, en cuya puerta se labró en relieve el Salvador Eucarístico, acompañado en los laterales por las figuras de bulto redondo de los apóstoles San Pedro y San Pablo. El primer cuerpo del retablo está dedicado a la Virgen, y por ello se tallaron los pasajes más conocidos y destacados de su vida, como la Anunciación a la izquierda y la Natividad a la derecha, que centran la escultura de bulto redondo de la Virgen María con el Niño. Por encima de dichos relieves marianos se disponen cuatro óvalos con figuras femeninas que son alegorías de las virtudes teologales de la Fe, sustentando el cáliz y la Sagrada Hostia, la Esperanza, con el ancla entre sus manos, y Caridad, protegiendo a unos niños, acompañadas de la representación de la virtud cardinal de la Templanza, efigiada como una mujer que vierte con mesura el contenido líquido de un recipiente a otro.
El segundo cuerpo del retablo se centra en el titular del templo, San Andrés, cuya figura en bulto redondo ocupa la hornacina central, representado como un hombre maduro de cabellera ondulada y largas barbas, dispuesto en pie, en contraposto, sujetando con una mano la cruz en aspa que lo identifica, y con la otra un libro. A ambos lados se disponen los relieves del martirio del Santo, crucificado en cruz aspada, a la que fue amarrado con cuerdas, y no clavado, para prolongar su agonía, y el juicio al que fue sometido el apóstol ante Egeas, procónsul de Acaya, quien ordenó torturarlo. Sobre los relieves del apóstol se sitúan dos óvalos con las figuras recostadas de los cuatro evangelistas acompañados de los atributos animales, a la derecha San Marcos con el león y San Juan evangelista con el águila, y a la izquierda San Lucas con el toro y San Mateo con el ángel. Preside el ático un calvario compuesto por la figuras de bulto redondo del Crucificado, la Virgen y San Juan, encuadrándolo en las cajas laterales dos santos obispos, uno de ellos identificado como San Fermín, que montan en pedestales con relieves de los Santos Padres agrupados por parejas, a la izquierda San Gregorio con la mitra papal y San Jerónimo con el capelo cardenalicio y el león, y a la derecha San Ambrosio y San Agustín. Una paloma símbolo del Espíritu Santo entre ráfagas culmina el conjunto.
En la década de 1650 Juan de Zabala, escultor vecino de Estella, acometió los dos retablos colaterales situados en los brazos del crucero, en el mismo lenguaje barroco clasicista que el retablo mayor, siendo tasados por Andrés de Larrea, vecino de Viana, y Juan de Urra en 414 ducados. Retablos que en origen estuvieron dedicados a Nuestra Señora y San Sebastián, si bien hoy en día acogen tallas modernas de bulto redondo, el septentrional las esculturas de San José con el Niño y la Virgen del Carmen y el meridional, con la Inmaculada Concepción y San Antonio con el Niño.
También se conserva junto al presbiterio un tornavoz barroco del siglo XVIII, y emplazados a los pies de la nave bajo el arco del coro las imágenes modernas de San Francisco Javier, el Corazón de Jesús y la Dolorosa.
Por su parte, la Cofradía de la Vera Cruz encargó a comienzos del siglo XVII un crucificado de madera policromada, barroco, de tres clavos, conocido como el Cristo del Árbol, por la forma del tronco sin desbastar que caracteriza su cruz, imagen de tamaño medio que en la actualidad se guarda en la sacristía. De los muros de esta dependencia también cuelga un exvoto pintando que narra el milagro de la curación de la vista de Francisca González, vecina de Bargota, quien en 1671 llegó ciega la iglesia y tras adorar la santa cruz de doble travesaño que se veneraba en ella recuperó la visión.
Torres del Río. Parroquia de San Andrés
Cristo del árbol. Principios del siglo XVII
Los momentos de pujanza económica que vivió la localidad en los siglos del barroco también se manifiestan en las diferentes casas nobiliarias que se construyeron en su casco urbano de trazado irregular, la mayor parte de ellas localizadas a lo largo de la calle mayor, erigidas con sillar pétreo bien labrado y presididas por el escudo de armas que pregonaba el privilegiado estatus social de sus dueños.
PROGRAMA
Miércoles, 14 de septiembre
Entre Navarra y Castilla (1463-1753)
D. Roman Felones Morrás. Profesor de Historia del Arte del Aula de la Experiencia. Universidad Pública de Navarra
Gustar y degustar: las artes al servicio de los sentidos en la parroquia de Los Arcos
D. Ricardo Fernández Gracia. Universidad de Navarra
Jueves, 15 de septiembre
Otra joya del Renacimiento en Navarra: el retablo de San Andres de El Busto
D. Pedro Luis Echeverría Goñi. Universidad del País Vasco
Piedra y cantería al servicio de la Iglesia y la nobleza en Sansol
Dña. Pilar Andueza Unanua. Universidad de La Rioja
Viernes, 16 de septiembre
Armañanzas: tras las huellas de su iglesia, retablos y casas blasonadas
D. José Javier Azanza López. Universidad de Navarra
El Patrimonio artístico de Torres del Río: mucho más que el Santo Sepulcro
Dña. María Josefa Tarifa Castilla. Universidad de Zaragoza
Sábado, 17 de septiembrte
Visita guiada a Torres del Río, Armañanzas, Sansol, El Busto y Los Arcos