Marco Paolino: “La Iglesia Católica preparó a las élites para el período posterior al fascismo”
El profesor de la Università degli studi della Tuscia imparte el seminario del Grupo de Investigación en Historia Reciente (GIHRE)
“La Iglesia Católica preparó a las élites para el período posterior al fascismo”. Así lo ha afirmado el profesor Marco Paolino (Università degli studi della Tuscia) en el seminario del Grupo de Investigación en Historia Reciente (GIHRE) de la Universidad de Navarra, donde ha destacado el protagonismo de los líderes políticos católicos durante la Transición a la democracia en Italia. Paolino trabaja con el GIHRE en un proyecto conjunto entre la Università della Tuscia y la Universidad de Navarra para estudiar el papel de la Iglesia en las transiciones a la democracia en Italia y España.
Los católicos del “ala izquierda” de la Democracia CristianaMarco Paolino ha presentado el caso de dos católicos procedentes del Fascismo que luego, en la posguerra, formaron parte del ala izquierda de la Democracia Cristiana: Giorgio La Pira y Amintore Fanfani. La Pira, que participó en la célebre Marcha sobre Roma (1922), llegó al Fascismo al ver en el movimiento una respuesta convincente tanto frente al Liberalismo como frente al Socialismo. Ante la crisis de la civilización, pensó que el Fascismo podía apoyar al catolicismo y constituir una fórmula política válida. Por su parte, Fanfani procedía, como tantos líderes católicos, de la Università del Sacro Cuore de Milán. En su juventud se acercó al Fascismo seducido por su defensa del corporativismo como forma de superar el capitalismo.
Tal y como ha explicado, en 1940 La Pira se separó del movimiento fascista, pero no por adhesión al liberalismo o a la democracia, sino porque, como católico, estaba convencido de la incompatibilidad entre el cristianismo y la doctrina racista hegemónica. En esta línea, no podía apoyar la alianza de Mussolini con Hitler. Asimismo, ha señalado que en las décadas de los veinte y los treinta había sido un opositor dentro del Fascismo frente las políticas que no sintonizaban con la doctrina de la Iglesia. “La Pira puede considerarse una figura ejemplar de la evolución intelectual que varios miembros de mundo católico tuvieron durante los primeros años de la II Guerra Mundial”, ha explicado.
La Pira, como Fanfani, acabó militando en el ala izquierda de la Democracia Cristiana. Ambos habían sido fascistas. Fue alcalde de Florencia, y se mostró firme partidario del diálogo de los católicos con los comunistas. En 2018, el Papa Francisco le nombró Venerable. Fanfani, que se separó de la Democracia Cristiana en 1950, introdujo en Italia los textos de John M. Keynes, influyentes en muchos pensadores de la Doctrina Social de la Iglesia. Las ideas económicas de Keynes, más optimistas respecto al papel del Estado en el desarrollo de las sociedades, constituyeron también una referencia para muchos intelectuales que prepararon el desarrollo de la nueva Italia.
El código de Camaldoli: un proyecto católico para la Transición en ItaliaGiorgio La Pira y Amintore Fanfani fueron miembros del Movimiento de Graduados Católicos, decisivo en la Italia de la posguerra. El Movimiento estableció “uniones profesionales” (profesores, abogados, médicos, farmacéuticos, artistas) constituyendo una organización eficiente muy extendida en las diócesis italianas. La élite intelectual que formaba parte del Movimiento de Graduados fue protagonista de la vida económica, política, cultural... de Italia. Según Marco Paolino, su reflexión –llevada a la práctica– sobre los grandes temas de la política italiana y la reconstrucción del país conduce a considerar el papel de los intelectuales como factor del progreso social.
En el Congreso del Movimiento de Graduados Católicos de 1948, el entonces cardenal Montini (luego Pablo VI) defendió el poder de la caridad y la inteligencia como elementos de unidad social. Montini era estrecho colaborador de Pío XII, lo cual ha llevado al profesor Paolino a suponer que el Papa conocía el Movimiento y, en cierto modo, participó en su gestación. Pero no es este el único indicio de la presencia del Papa en la reconstrucción de Italia: el otro fue la celebración de una reunión en Camaldoli en 1945.
Unas semanas antes de la destitución de Mussolini, en julio de 1943, se reunieron en el monasterio de Camaldoli expertos católicos de todos los campos profesionales. La clausura del convento era una buena excusa para escapar del espionaje de la OVRA, la policía secreta del régimen. El coordinador fue el obispo Bernareggi, asistente nacional de Acción Católica nombrado por Pío XII. Allí estos líderes elaboraron un documento para guiar la reorganización de Italia después de la guerra. En 1948, los principios del código de Camadoli fueron una de las bases de la Constitución de Italia. Para Marco Paolino, la reunión celebrada pocos días antes de la caída de Mussolini revela que la Iglesia tenía información confidencial sobre el plan, y es muestra del protagonismo de Pío XII en la nueva época de Italia. “La Iglesia católica preparó a las élites para el periodo posterior al fascismo”, señaló Paolino en el seminario del GIHRE.
Dos posturas de los católicos italianos ante la Modernidad políticaMarco Paolino ha estudiado cómo los católicos italianos lideraron ideológicamente la reconstrucción de Italia en su posguerra. Muchos de ellos procedían del fascismo, aunque también hubo quienes desde un inicio se opusieron de manera terminante a Mussolini. Es el caso de Luigi Sturzo, favorable a un encuentro entre liberalismo y catolicismo. Sturzo, fundador del Partido Popular italiano en 1919, vio clara la incompatibilidad entre el cristianismo y el totalitarismo fascista. Luego sería uno de los inspiradores de la Democracia Cristiana.
Ya en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial pueden observarse en Italia diversos posicionamientos de los líderes católicos ante la modernidad: desde el colaboracionismo hasta la confrontación total. También hay evoluciones ideológicas: de la oposición al diálogo. A este respecto, fue decisiva la doctrina de los grandes hombres de la Iglesia. Por ejemplo, el cardenal Montini, vinculado al Movimiento de Graduados, buscó traducir la verdad en términos aceptables para el hombre contemporáneo tomando como punto de partida y de llegada la Verdad revelada y proclamada por la Iglesia. Más adelante, otros como Juan Pablo II o el cardenal Ratzinger, plantearon propuestas más enfrentadas con la Modernidad política. Esta controversia marcó la participación de los católicos en política durante el siglo XX.