Con este título tuvo lugar una mesa redonda el pasado martes 1 de octubre en el Aula 30 del Edificio Central de la Universidad de Navarra, organizada por el Grupo de Investigación en Historia Reciente (GIHRE).

Participaron el embajador de España, José Ramón Remacha, la profesora de Derecho Internacional, Eugenia López-Jacoiste, y el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra, Álvaro Ferrary. La moderó el catedrático de Historia Contemporánea, Pablo Pérez López, quien introdujo la mesa y el posterior debate afirmando que "Gibraltar fue una solución alcanzada hace 300 años con el Tratado de Utrech de 1713, y ahora se ha convertido en un problema". Se trató de explicar qué había sucedido y en qué punto se encuentra actualmente.

En el artículo X del citado Tratado, España cede a Gran Bretaña la ciudad, el castillo, el puerto y sus defensas. Pero, como explicó la profesora López-Jacoiste, no cede ni el istmo, ni el espacio aéreo, ni las aguas territoriales. El aeropuerto se construye en el istmo en 1938, y no es hasta 1958 que se regula la extensión y finalidad del mar territorial como una extensión de la soberanía territorial del Estado ribereño, aunque nunca se ha llegado a un acuerdo de delimitar el mar territorial entre las costas de la zona de Algeciras y Gibraltar.

El embajador de España, José Ramón Remacha ilustró su explicación con la cartografía de Gibraltar desde 1713 hasta nuestros días. Se pudieron percibir las distintas construcciones gibraltareñas a lo largo de los siglos, así como los avances en la adquisición del territorio español. "La salida está en el diálogo y la negociación", aseguró.

Álvaro Ferrary argumentó que "Gibraltar es una comunidad consolidada desde hace más de 200 años, que existe, y que, como tal, habría que contar con ella. Gibraltar no quiere que la negociación sea bilateral. La Historia no está predeterminada, y va generando nuevas realidades. Las vías jurídicas puras son un callejón sin salida. Cualquier operación pasa porque las dos partes trabajen para establecer un nuevo status jurídico internacional y, después del fracaso de la soberanía compartida, una alternativa podría ser el modelo de Andorra: la soberanía es del pueblo andorrano, pero la jefatura es del Obispo de la Seu d'Urgell y del primer ministro francés".

Pablo Pérez concluyó que no se puede contemplar el problema desde los últimos acontecimientos; hace 200 años que está encima de la mesa.