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Por qué el antiperonismo de los intelectuales

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El profesor Javier de Navascués FOTO: Cedida
11/03/16 13:37

El jueves 10 de marzo, con una nevada reciente en exterior, se celebró el seminario «Los intelectuales y el populismo. El caso argentino» con el prof. Javier de Navascués, catedrático de Literatura en la Universidad de Navarra. Su intervención partió de plantear la relación entre individuo y sociedad en el mundo moderno como marco del fenómeno populista.

Navascués definió el peronismo como el primer gran movimiento populista que llegó al poder, y que se caracterizó por tener en contra a casi todo el mundo intelectual del país, de izquierda y derecha, con contadas excepciones. Esta circunstancia lo distingue de los populismos de izquierda, que suelen contar con una nómina de intelectuales orgánicos.

El ponente propuso como texto de referencia para la comprensión del fenómeno Ariel, de J. E. Rodó, donde se sostenía que una casta elegida, selecta e instruida, debía resistir al materialismo pujante que se difundía desde los EE.UU. Lo hispánico sería la alternativa frente a lo protestante anglosajón que generaba esa ola de moda. Frente a ella, el intelectual siembra cultura en la masa hasta transformarla —mediante la educación— en un pueblo.

La evolución demográfica de Argentina, y especialmente de Buenos Aires, la urbanización masiva y acelerada de principios del XX es el marco de una sociedad en transformación que asusta a la élite tradicional por el riesgo de pérdida de identidad que se descubría en tales cambios: en un siglo, la capital del Plata pasó de 35.000 a 8 millones de habitantes en 1914. E. Cambaceres describió la llegada de esos inmigrantes brutales que cambiaban el país y creaban una sociedad escindida y heterogénea, todavía más en peligro por el arraigo de movimientos sociales y políticos revolucionarios.

En ese ambiente cultural es donde algunos escritores, como Adolfo Bioy padre, ven en la llegada de los líderes de masas como Irigoyen una generación de marionetas en manos de la masa, dirigentes ajenos a la misión de guía, aupados por una multitud informe. La batalla cultural sería, pues, la gran batalla, y se veían en peligro de perderla.

Perón y el peronismo a partir de 1943, materializaron todavía más esa amenaza. Juan Domingo Perón, hábil negociador laboral entre sindicatos y empresarios, era en 1945 el más admirado, temido y odiado político en Argentina. Ese año tuvo lugar el gran acto fundacional del peronismo con la manifestación del 17 de octubre, que reclamó la vuelta de un líder secuestrado y desterrado y fundó un mito. Navascués insiste en el papel fundamental de las manifestaciones como momento significativo y simbólico de aparición de la masa y el movimiento populista: en ellas la masa se había organizado, dejado de ser violenta y habría pasado a representar ahora al pueblo en torno a su líder.

A partir de ahí Perón concitó la oposición de todos los intelectuales, excepto algunos católicos y radicales izquierdistas.

Por la izquierda, para María Rosa Oliver, todo era un carnaval. Por la derecha, para Bioy Casares, en realidad no existía el peronismo, al menos no… entre los escritores. Para Borges, el escritor «gorila» (antiperonista) por antonomasia, todo aquello fue una simulación. Entre las excepciones, Ezequiel Martínez Estrada, hijo de emigrantes navarros, vio en los sucesos y en el régimen la puesta en escena de una fuerza social antes desconocida. Para él los antiperonismos tenían tanta culpa como el peronismo de los males del país. Marechal, por su parte, uno de los pocos que apoyó a Perón, fue silenciado en cuanto cayó el régimen y enviado al ostracismo por sus colegas.

Javier de Navascués terminó señalando que el populismo se ve ahora como una lógica política de actuación. Perón habría diseñado una manera nueva de dirigirse a una masa hasta entonces desatendida. Estableció así una nueva comunicación con aquellos que no se comunicaban con el poder. Como en ese esquema la intermediación del intelectual sobraba, no puede extrañar el rechazo de ese colectivo al peronismo.

En el turno de preguntas, junto a aclaraciones sobre algunos puntos de la exposición, se trató sobre la relación conceptual y de hecho entre populismos, fascismo, nazismo, comunismo y algunos gobiernos actuales en América Latina.

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