Joan María Thomàs: “Una persona de la CEDA podía tener el carnet de Falange, pero no ser falangista”
El historiador de la Universitat Rovira i Virgili imparte un seminario sobre las tensiones desatadas entre los grupos políticos unificados por Franco
“Una persona que proviene de la CEDA podía tener el carnet de Falange, pero no ser falangista”. Así lo ha recordado el profesor Joan María Thomàs, de la Universitat Rovira i Virgili) en un seminario del Grupo de Investigación en Historia Reciente (GIHRE) de la Universidad de Navarra. Especialista en Guerra Civil y Franquismo, en su intervención ha hablado sobre las tensiones entre los grupos políticos que conformaron la coalición autoritaria franquista entre 1937 y 1945.
Durante la sesión, Thomàs ha asegurado que los conflictos existentes en el interior del franquismo transcendieron poco y que fueron consecuencia inevitable de la variedad de tendencias que agrupó el Movimiento Nacional. También ha prestado especial atención a los falangistas pues, a su juicio, estas tensiones ayudan a entender el funcionamiento interior del régimen.
La heterogénea coalición franquistaTal y como ha explicado, la coalición autoritaria que daba su respaldo a Franco estaba formada por militantes de causas distintas: falangistas, alfonsinos, carlistas, corporativistas católicos, sectores patronales e industriales, militares y, en general, todos aquellos que formaban el bando nacional. El Decreto de Unificación de 1937 trató de agruparlos en Falange Española Tradicionalista y de las JONS, pero la coalición siguió siendo muy heterogénea: “Una persona que proviene de la CEDA podía tener el carnet de Falange, pero no ser falangista”, ha señalado.
En opinión del experto, la diversidad ideológica de los protagonistas supone que estudiar el régimen de Franco sea muy complejo conceptualmente. Asimismo, ha asegurado que el sistema político tuvo un componente fascista, ejemplificado en el Partido único, y que persistió hasta la muerte del dictador, aunque perdiera importancia con el tiempo. Sin embargo, asegura que fue el Estado el que utilizó el Partido, y no al revés, como ocurrió en Italia cuando el Partido Fascista tomó el poder del Estado. Para Thomàs, en los primeros años del franquismo puede hablarse de un “régimen fascistizado”. Pero Franco, el Estado y muchos de los integrantes del Movimiento Nacional no eran fascistas, como ha señalado.
Siguiendo los estudios de Juan José Linz sobre los regímenes políticos, Thomàs ha clasificado al régimen de Franco entre los regímenes autoritarios de derechas. Los elementos fascistas no eran la única de las fuerzas en las que se apoyó el general, ni la movilización popular fue permanente, sino restringida a momentos puntuales de apoyo al Régimen, según ha señalado. A medida que pasaron los años, el Partido perdió fuerza y el país fue despolitizándose.
El conflictivo proyecto falangista: tensiones entre franquistasJoan María Thomàs ha explicado que lo que agrupó a los grupos de la coalición franquista fue, más que una ideología, una mentalidad común: “El conjunto de valores que unen a los que han luchado en la Guerra Civil”. Tal y como ha explicado, todos los grupos se habían unido en torno al mismo enemigo y, en este sentido, eran “antidemocráticos, antiizquierdistas y antiseparatistas”.
Pero, como ha señalado el experto, los elementos fascistas de la coalición franquista eran anticonservadores e intentaron introducir su propuesta de regeneracionismo político en el régimen. Para ello, se basaron en las ideas falangistas de justicia e igualdad social, además de adoptar un conjunto de símbolos dispares como la palabra “camarada”, los colores rojo y negro de la CNT… que diferían del estilo del resto de los grupos del bloque. Sus aspiraciones de reforma convirtieron a los falangistas en un sector problemático.
Sin embargo, las fricciones entre los grupos que integraban la coalición franquista comenzaron incluso antes del Decreto de 1937 que trató de unificarlos. Es el caso, por ejemplo, de las tensiones entre los dirigentes carlistas –don Javier de Borbón-Parma y Manuel Fal Conde- y el Estado Mayor franquista, o las disputas de retaguardia entre los propios carlistas y los falangistas. “Los programas de unos y otros eran incompatibles”, ha recordado Thomàs.
Los años de 1939 a 1941, los falangistas trabajaron para implantar su programa y consiguieron que el Estado aprobara dos importantes leyes sindicales, medidas destinadas a la socialización política en el seno del Partido de hombres, mujeres y jóvenes y naciera el Instituto de Estudios Políticos. Pero no culminaron la “falangistización” de España y, después de la crisis de mayo de 1941, Franco se apoyó en los sectores menos radicales de Falange y sustituyó al líder Serrano Suñer por José Luis de Arrese.
La coyuntura internacional y la derrota del Eje fueron decisivos para frenar las aspiraciones más totalitarias. Arrese agudizó el componente católico del Movimiento Nacional y, en este sentido, aunque Falange tampoco se plegó a los intentos franquistas de despolitización, introdujo al Partido en el régimen. “Si en el Estado Franco tiene a Carrero, en el mundo del Partido tiene a Arrese”, sentenció el profesor de la Universitat Rovira i Virgili.
El archivo de José Luis de ArreseJoan María Thomàs, autor de José Antonio: realidad y mito (2017) y Franquistas contra franquistas. Luchas por el poder en la cúpula del régimen de Franco (2016), se encuentra investigando en el fondo personal de José Luis de Arrese, custodiado en el Archivo General de la Universidad de Navarra (AGUN). Arrese, que fue Ministro Secretario General de Falange Española Tradicionalista y de las JONS en dos etapas (1941-1945 y 1956-1957), guardó también importante documentación de la etapa de José Antonio Primo de Rivera, así como de la Falange de la guerra y la posguerra.
Para Thomàs, el fondo personal de José Luis de Arrese en el AGUN es “el archivo más importante sobre Falange encontrado en los últimos años”. El material del fondo permite estudiar los problemas protagonizados por los falangistas, sus proyectos, sus maniobras políticas… y responder a preguntas que quizá destruyan algunos prejuicios como “¿Quiénes eran realmente los falangistas?” El archivo también muestra aspectos del franquismo como la corrupción o la represión, ante la cual, aunque sea una postura desconocida, los falangistas intentaron hacer valer sus propuestas de reconciliación.