Retablo mayor

La capilla mayor está presidida por un monumental retablo de estilo romanista perteneciente al primer cuarto del siglo XVII. Con toda probabilidad fue realizado por Juan de Huici, destacado autor del taller de Sangüesa-Lumbier, con quien colaboró Juan de Echenagusia.

La estructura y composición del retablo obedece a las características propias de la retablística romanista con un espacio muy compartimentado mediante la multiplicación de elementos arquitectónicos que enmarcan las innumerables escenas: estípites, columnas, cajas, frontones triangulares y partidos, arcos de medio punto. De este modo, el retablo se articula en dos cuerpos de cinco calles y un ático rematado por un calvario. Pero el carácter romanista del retablo no solo se aprecia en su disposición arquitectónica, puesto que el programa iconográfico también está en consonancia con los retablos de este momento. Toda esta fachada acoge en sus diferentes partes escultura en relieve y en bulto redondo.

Por una parte, el banco, cercano al altar donde se celebra el sacrificio de la misa, aloja escenas que corresponden en su mayor parte al ciclo de la Pasión: la Cruz a cuestas, la Flagelación, Jesús ante Pilatos, el Prendimiento. En el primer cuerpo se sitúan las imágenes de San Pablo con un relieve de su martirio, la Crucifixión, el Descendimiento y San Francisco de Asís con un relieve de la aparición del ángel al santo. El centro de este cuerpo, como es habitual en este momento, se reserva para la Eucaristía. Bajo un arco de medio punto, como si de un arco de triunfo se tratase, se sitúa un exquisito sagrario expositor de dos pisos rematado por un templete. El tabernáculo se decora con escenas alusivas a la Eucaristía y personajes que prefiguraron de algún modo este Sacramento. El segundo cuerpo del retablo se dedica en su mayor parte al titular. En el centro, San Pedro en la cátedra flanqueado por las escenas de su liberación por un ángel y la concesión del Primado. En el extremo del evangelio, San Esteban protomártir y en el de la Epístola San Sebastián. Finalmente, el ático se completa con las imágenes de San Lorenzo y San Vicente junto con la Crucifixión de San Pedro y en los laterales Santa Catalina y Santa Quiteria. Corona el conjunto un calvario. Junto a estas imágenes se añaden varios relieves y esculturas de virtudes, ángeles pasionarios y otras figuras desnudas, como las de Adán y Eva, cuyo estilo recuerda a los modelos del manierismo miguelangelesco. Figuras desnudas recostadas sobre los frontones que evocan a las que colocó Miguel Ángel en las tumbas de los Médici. En suma, una escultura que, a juicio de García Gainza, es rica y de indudable calidad.