Un green man recuperado

El arco recuperado en 2008 se muestra cegado mediante pared de ladrillo; y en ella se aprecia la marca de un antiguo óculo circular macizado y quizá también, la impronta de una ventana rectangular anterior (recordemos que los óculos se prodigaron en el edificio, con ocasión momento de la reforma debida a Ochandátegui de 1800 a 1805). La importancia del hallazgo estriba en el motivo plástico que exhibe la clave del arco como ornato: no otra cosa que la representación de un green man, tema bien conocido y de gran difusión en el tiempo, la geografía y las culturas; y que consiste en la representación de un rostro humano mediante el empleo combinado de elementos vegetales y anatómicos reales. La materia esculpida es una caliza de fácil labra, de tonalidad blanquecina, bien diferenciada en tono cromático de las dovelas grisáceas vecinas. Parece que la totalidad y cada uno de los arcos exteriores de la capilla dispuso de su correspondiente green man, esculpido en la respectiva clave. De hecho, hoy se aprecia el empleo de la misma piedra blanquecina para todas las dovelas centrales. Sin duda para el ideario arquitectónico de Ochandátegui resultó imprescindible depurar las arquerías de elementos anecdóticos de estirpe barroca, prescindiendo de máscaras sentidas como caricaturescas. Para ello se procedió a un raído de las claves mediante cincel, que permitió sin mayor complicación igualar su superficie con el decurso liso de las roscas. En la calle Mayor de Pamplona, entre 1709 y 1716 se terminaba la labra de la fachada del palacio de los marqueses de San Miguel de Aguayo, hasta hace poco conocido como colegio de Teresianas, edificio bien próximo a la Capilla de san Fermín, inaugurada en 1717. Precisamente en el dintel de esta portada palacial se aprecia la representación de un green man. La cercanía de ambas construcciones y su coincidencia temporal llevan a pensar que la repetición del mismo motivo plástico no es meramente casual.