Capilla

La capilla de la casa se sitúa, tras la construcción del convento de Recoletas por iniciativa de Martín Carlos de Mencos y Arbizu (1597-1669) y María Turrillos de Hebra, dentro de dicho cenobio, en el lado de la Epístola, al sur del crucero de la iglesia, llegándose a ella bien a través del arco que une la casa con el convento, o bien a través de una de las puertas de la fachada principal del mismo. La casa ha mantenido el uso de las dependencias aquí ubicadas, que se articulan en dos pisos unidos por una gran escalera construida a principios del siglo XX. En el inferior está el panteón familiar y en el superior, la capilla propiamente dicha, tras la cual se dispone la tribuna sobre la iglesia, recurso habitual en el barroco y que podemos ver en otras fundaciones monásticas ligadas a la familia real y a la nobleza, como el monasterio de la Encarnación de Madrid o los de Lerma, o el más cercano de las Recoletas de Pamplona.

Se trata de una edificación de gran sencillez, al exterior integrada en el conjunto arquitectónico del convento, y al interior articulada mediante una nave única con cabecera recta y cubierta de vigas de madera vista. Preside la capilla un sencillo retablo manierista en el que se ubica una imagen de la Virgen, talla de transición del románico al gótico, sobre una tabla con las ánimas del purgatorio. Los muros de la nave están recubiertos por un papel pintado con los símbolos de la Orden de Carlos III, realizados en época de don Joaquín María Mencos y Ezpeleta (1851-1936), conde de Guendulain y caballero de dicha Orden, a imitación de la decoración que recubre las paredes del salón de Carlos III en el Palacio Real de Madrid. En su interior se disponen diferentes piezas de temática religiosa reunidos por la familia a lo largo de la historia.