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Javier, un castillo para un Santo

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Museo

Tras la restauración de 2005, el polígono norte o zaguero del castillo, repartido en tres plantas, se ha dedicado a museo para presentar la figura de san Francisco Javier, su actividad misionera, el influjo de su persona a lo largo de los siglos y el culto que ha generado.

El recorrido se inicia en la planta de sótano, donde se recuerda la vida del santo a través de doce dioramas de José López Furió (1930-2000), valenciano afincado en Navarra, escultor neofigurativo especializado en imaginería religiosa y autor de numerosas esculturas de san Francisco Javier y el Cristo de Javier.

Una rampa, en la que se encuentra el lienzo “El divino impaciente” de Elías Salaberría (1883-1952), permite acceder a la planta primera, en la que se hace especial mención a María del Carmen Azlor de Aragón (1846-1905), XV duquesa de Villahermosa y propietaria de Javier, que entre 1891 y 1904 financió e impulsó la primera restauración del castillo y la construcción de la basílica y del colegio (hoy centro de espiritualidad), además de donar todo el conjunto a la Compañía de Jesús. El trabajo realizado se puede comprobar al contrastar el estado del castillo en las acuarelas de 1889, en los planos del arquitecto Goicoechea o en la maqueta que reproduce su situación en torno a 1500. A su munificencia se debe también la colección pictórica que se exhibe en esta planta, renacentista y barroca, de temática religiosa, tanto jesuítica como referida a Cristo, la Virgen y varios santos. Una colección de medallas atestigua el culto al santo durante tres siglos.

En la planta segunda se rememora la actividad misionera de san Francisco Javier y se ofrece una muestra del arte generado por la devoción al santo. Entre los objetos originarios de la India destaca un marfil luso-indio del siglo XVII que representa al Buen Pastor. Seis kakemonos japoneses del siglo XIX muestran su actividad evangelizadora en Imperio del Sol Naciente, en especial su desembarco y el diálogo sobre cuestiones religiosas en Yamaguchi. Se completan con un estandarte con la efigie de Javier escribiendo sus famosas cartas. Entre la colección pictórica destacan los seis grandes lienzos que decoraban la capilla levantada en el Palacio Nuevo, realizados en 1692 por el pintor flamenco Godofredo de Maes (1649-1700) y su taller. Maes destacó como pintor de escenas religiosas, temas alegóricos y retratos. Discípulo de su padre, desde 1672 ejerció como maestro con taller y en 1682 fue nombrado director de la Academia de Amberes. El lienzo más destacado del conjunto, firmado por Maes, mediante una composición compleja y aparatosa con influjo de Rubens, representa a san Francisco Javier predicando en la India y logrando la conversión de gentes de todo tipo y condición. También destaca el lienzo dedicado al cese de la peste en Manar, que sigue el modelo del italiano Ciro Ferri y logra una excelente composición con abundantes líneas y diagonales, ricas en efectos.

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Museo
Foto de Larrión y Pimoulier.

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