Javier, un castillo para un Santo
Una planta compleja para más de 1000 años de historia
Entre los edificios civiles de Navarra el castillo de Javier es el más antiguo y el único que ha permanecido habitado y en pie durante más de 1.000 años. Sus usos han sido múltiples, en una historia azarosa, pero han asegurado su permanente habitación. Esa dilatada historia ha dado lugar a una planta compleja, en la que se acumulan muros y espacios de diferentes épocas, a su vez hechos y rehechos en tiempos posteriores.
En el centro del complejo (en negro) un rectángulo abierto hacia el sur señala la torre del homenaje o de San Miguel, el núcleo originario del edificio, levantado en la segunda mitad del siglo X, como una torre exenta sobre una gran roca, concebida como punto de atracción de la nueva aldea señorial, asentada en este lugar después de abandonar el vecino cerro del Castellar.
Pronto, en el siglo XI, la torre se vio rodeada por un primer recinto (en granate), una construcción en forma de camisa que cubría tres de sus flancos y daba lugar a dos espacios a ambos lados de la torre y otro de comunicación en el flanco meridional. La torre inicial se convirtió en un pequeño y rudimentario castillo.
La gran ampliación de la fortaleza, que tiene lugar en el primer cuarto del siglo XIII, quintuplica sus dimensiones y dota al castillo de la estructura que va a conservar durante siglos, por más que en épocas posteriores se destruyeron ciertas zonas y se volvieron a reconstruir. En el segundo recinto así formado hay que distinguir el flanco sur (en azul oscuro), que es del siglo XIII, del cuerpo oriental y septentrional (en rojo), que fueron reconstruidos en los siglos XV-XVI. También en el siglo XIII se levantaron la defensa de la puerta, los puentes levadizos y la barbacana (en azul grisáceo), que se reconstruyeron en el siglo XV.
Además de las reconstrucciones, en la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI se construyeron de nuevo la barrera exterior (en amarillo), que remodeló la barbacana y el puente levadizo exterior, y el palacio nuevo y la crujía formada en torno al polígono septentrional (en rosa).
Además de ser restaurado en su totalidad, la planta del castillo se modificó a finales del XIX para construir en su flanco occidental la nueva basílica (en marrón).