aula_abierta_itinerarios_40

El escultor romanista Juan de Anchieta

aula_abierta_itinerarios_40_1_texto

Retablo mayor de la parroquia de Santa María de Cáseda

Podemos considerar este retablo como la carta de presentación de Juan de Anchieta en Navarra, pues fue la primera gran máquina que contrató a fines de 1576 con el alcalde, jurados y vecinos locales. Siguiendo la traza elaborada por el maestro, se encargó de su ensamblaje Pedro de Contreras, entallador que fue prior de la cofradía de San José y Santo Tomás de Pamplona, que agrupaba a los oficios de la madera. Construido en el plazo previsto de cuatro años, fue tasado en 1581 por el riojano Pedro de Arbulo, a quien había conocido en Astorga y Valladolid, y la iglesia nombró a Juan Rigalte, vecino de Zaragoza. El precio final, tras ser recurrida la estimación, fue de 4.200 ducados. No resulta extraño que debieran transcurrir más de dos siglos, una vez repuesta la primicia, para que la obra en blanco pudiera recibir su imprescindible complemento polícromo, por lo que el dorado bruñido y la pintura de “paños naturales” aplicados por Juan Martín de Andrés a partir de 1778 no hacen sino desfigurar los perfiles de la talla. Toda esta historia constructiva queda recogida en una monografía de M.ª T. Goyeneche en Príncipe de Viana.

El concepto arquitectónico se ha impuesto definitivamente aquí frente al decorativo de los retablos platerescos. Su traza manierista miguelangelesca, inspirada en el retablo de la catedral de Astorga, nos muestra, adaptada a la cabecera ochavada, un retablo-fachada de gran claridad estructural con un esquema de tres cuerpos y tres calles. La división del todo en partes se hace mediante cajas o portadillas independientes que decrecen en altura en virtud de la corrección óptica. Recorrer este retablo supone transportarnos por un momento a las más famosas obras de arquitectura orgánica de Miguel Ángel en Florencia y Roma, pues su léxico está formado por cajas que sobresalen y columnas clásicas retranqueadas, frontones de variadas tipologías con muchachos desnudos recostados, la superposición de dos arcos de triunfo o serlianas en la calle central, y decoración de guirnaldas y colgantes. En los extremos del banco se localizan dos mensulones foliáceos con cabezas de águila.

Se desarrolla aquí una historia de la salvación con un completo programa mariano en los seis relieves de las calles laterales desde la Anunciación hasta Pentecostés y las tallas de la calle central. Hay relieves trascolocados, como el de la Visitación que nos sorprende en el tercer cuerpo, algo que se debió de producirse por error durante el reensamblaje del siglo XVIII tras la policromía del retablo. Se inicia en el banco con los cuatro relieves pasionarios de la Cena, Caída de Cristo y Encuentro con la Verónica, Lamentación y Santo Entierro. La figura de Cristo muerto en estas dos últimas escenas deriva de dibujos de Miguel Ángel a través de un aguafuerte de Parmigianino y un estudio de Rosso Fiorentino. La manera en la que Cristo reclina su cabeza sobre el hombro en el Entierro la encontramos en la Piedad de Palestrina de Miguel Ángel. Por todo el retablo se localizan réplicas con “fieras expresiones” del Moisés de Miguel Ángel, como el profeta del ático, san Pablo, san José de la Adoración de los Pastores o José de Arimatea en el Santo Entierro.

La Virgen del Rosario es una matrona romana de unas características similares a las Madonas de Las Huelgas y Recoletas de Pamplona. Los modelos femeninos de Anchieta presentan perfil heleno con la nariz que continúa la línea de la frente, labios apretados, cuello potente y cabello recogido con raya en medio. Los escotes de sus túnicas suelen estar ribeteados por un característico fruncido en abanico y se ciñen con corpiños de cuero, como los de sus referentes Juan de Juni y Gaspar Becerra. Es característico del maestro vasco la colocación de un velo doblado sobre la cabeza, al modo de la Madona de Brujas de Miguel Ángel, como bien ha observado García Gainza.

Para el grupo de la Asunción, que está representada de pie, orlada y coronada por ángeles, escogió el modelo de brazos abiertos en actitud declamatoria y mirada celestial, que nos recuerda todavía a imágenes de su maestro Juan de Juni, como la Asunción titular del retablo de la catedral de Burgo de Osma. Aunque la torsión del cuello es similar, la cabeza rotunda con labios apretados ha sustituido a la expresión anhelante de la imagen soriana. La Coronación de la Virgen es muy parecida a la que realizó en 1578 para el retablo de la catedral de Burgos, donde la flanquean Cristo y Dios Padre, siendo su Hijo con el pecho desnudo quien la corona, como en el retablo de Astorga. En Cáseda, al ser la hornacina que la alberga de formato vertical, estas figuras se disponen en un registro superior y la paloma del Espíritu Santo se saca fuera bajo el frontón partido.

El sagrario es un templete independiente de planta central con ángulos ochavados y fachadas similares en sus tres lados, en un bello ejemplo de simetría biaxial. Las sustentan columnas corintias pareadas de estirpe miguelangelesca que sostienen frontones triangulares con su vértice cóncavo. En la puerta se representa en relieve la Institución de la Eucaristía, con dos ángeles adoradores en la parte inferior, tema que se repite en el sagrario de Añorbe. Conducen a esta puerta tres gradas que nos recuerdan a las escalinatas de acceso a los templos romanos. Sobre él asienta un segundo cuerpo, del que se eliminó un expositor con puertas posterior que había destrozado la hornacina central Tras su restauración se colocó en su lugar el grupo romanista de la Ofrenda de los panes de Abraham a Melquisedec, prefiguración eucarística del Antiguo Testamento que repetirá diez años después en el sagrario de Santa María de Tafalla.

aula_abierta_itinerarios_40_1_imagen


 

aula_abierta_itinerarios_40_bibliografia

CABEZUDO ASTRAIN, J., “Iglesia de Santa María de Tafalla”, Príncipe de Viana, 67-68 (1957), pp. 426-431.

CAMÓN AZNAR, J., El escultor Juan de Anchieta, San Sebastián, Diputación Foral de Guipúzcoa, 1943.

ECHEVERRÍA GOÑI, P. L. y VÉLEZ CHAURRI, J. J., “López de Gámiz y Anchieta comparados. Las claves del Romanismo norteño”, Príncipe de Viana, 185 (1988), pp. 477-534.

GARCÍA GAINZA, M.ª C., “El retablo de Añorbe y el arte de la Contrarreforma”, en La recuperación de un patrimonio. El retablo mayor de Añorbe, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1995, pp. 4-18.

GARCÍA GAINZA, M.ª C., Juan de Anchieta, escultor del Renacimiento, Madrid, Fundación Arte Hispánico, 2008.

GARCÍA GAINZA, M.ª C., La escultura romanista en Navarra. Discípulos y seguidores de Juan de Anchieta, 2.ª ed., Pamplona, Gobierno de Navarra, 1982.

GOYENECHE VENTURA, M.ª T., “La obra de Juan de Anchieta en la iglesia parroquial de Santa María de Cáseda (Navarra)”, Príncipe de Viana, 185 (1988), pp. 535-562.

TARIFA CASTILLA, M.ª J., “Los modelos y figuras del escultor romanista Juan de Anchieta”, en Fernández Gracia, R. (coord..), Pvlchrvm Scripta varia in honorem M.ª Concepción García Gainza, Pamplona, Gobierno de Navarra-Universidad de Navarra, 2011, pp. 782-790.

VASALLO TORANZO, L., Juan de Anchieta. Aprendiz y oficial de escultura en Castilla (1551-1571), Valladolid, Universidad de Valladolid, Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial, 2012.