La iglesia de la compañía de María (Tudela)
Por Ricardo Fernández Gracia
Cronología y promoción artística del templo
Tras medio siglo de presencia en Tudela, las religiosas pudieron ver cumplido un viejo proyecto que no era otro que el de tener iglesia propia y acorde con las necesidades de su instituto. Las obras de construcción duraron, aproximadamente, diez años. Sus comienzos han de relacionarse con un documento fechado en 1731. Se trata de un poder notarial de la religiosas para pedir permiso al Patriarca de Indias en aras a recoger dineros en Indias para disponer de fondos necesarios. Los apoderados eran un canónigo de la catedral de Sevilla y el P. Gaspar Rodero, jesuita.
El proceso constructivo coincide con la presencia en puestos de responsabilidad de la comunidad de tres religiosas de singular relevancia. Nos referimos a las Madres María Ignacia de Gante, María Petronila de Aperregui, Francisca Croy e Incolaza Colmenares. La primera de ellas falleció en 1740, con apenas veintitrés años, en pleno proceso constructivo de la iglesia. Petronila de Aperregui (1710-1790) pertenecía a lo más florido de la nobleza tudelana, su familia poseía el patronato de la Capilla de la Virgen de los Remedios, en San Nicolás y fue fundadora en San Fernando en donde falleció y dejó un gran legado literario. La Madre Croy era hija del que fuera virrey de Navarra, príncipe Chimaz (†1686). Ingresó en 1703 y falleció en 1767, tras haber ejercido diferentes oficios y el de priora entre 1725 y 1734 y a partir de 1737. En 1744 fue a la fundación de Zaragoza y después de diez años regresó a Tudela. La Madre Colmenares era pamplonesa y hermana del poeta y oidor don José Ignacio. Fue la gran artífice del aumento de vocaciones y salió a la fundación de Compostela, después de haber sido una de las forjadoras de la formación de la fundadora de México, la Madre Azlor.
En cuanto a la financiación, no conviene olvidar que el rey Felipe V concedió, en 1719, una pensión anual de 1.000 ducados sobre las rentas del arzobispado de Toledo, que se cobraron por más de un siglo y que en 1731 comenzaron a llegar las limosnas de Nueva España, gracias a la solicitud de las religiosas y al oportuno permiso del Patriarca de Indias, dando poder a un canónigo de Sevilla y al P. Gaspar Rodero, jesuita y procurador de las causas y negocios en Indias de la Compañía. En 1732 comenzaron las obras y el día 6 de abril de 1744 se inauguró con grandes fiestas. La conclusión de las mismas en la segunda fase y definitiva, con coros (alto y bajos), fachada y panteón fue ejecutada por José Marzal entre 1756 y 1761.
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