Entre las primeras representaciones de una nueva devoción

Sagrados Corazones de Jesús y de María, iconografías que sin lugar a dudas se debieron a la influencia de los jesuitas que por aquellos años difundían mediante todo tipo de medios -misiones, libros, novenas, congregaciones y grabados- aquellas devociones, y muy particularmente el apóstol de la devoción al Sagrado Corazón, el Padre Juan de Loyola, que estuvo de rector en el colegio de Tudela entre 1729 y 1732.

Navarra fue la patria chica de uno de los principales divulgadores de la devoción al Sagrado Corazón en sus famosas misiones, siguiendo al Padre Hoyos. Así, el Padre Calatayud, así como lugar de residencia del propio Padre Loyola, otro de los adalides en la difusión del nuevo culto, contó con unas cuantas láminas abiertas en las décadas centrales del siglo XVIII para estampar grabados, que se repartieron en el reino y fuera de él por los misioneros que las pedían a la Basílica de San Ignacio de la capital navarra. El hecho de haber salido de las prensas pamplonesas numerosos libros en torno al Sagrado Corazón de Jesús e incluso haber publicado en 1751 el padre Sebastián de Mendiburu su Jesusen Bihotza-ren Devocioa en vascuence nos puede ayudar a comprender mejor la difusión y extensión del culto en Navarra. Entre 1732 y 1746 se fundaron en Navarra mas de 60 Congregaciones a lo largo del reino, contando entre sus congregantes al obispo y a nobles tan señalados e influyentes como el duque de Granada de Ega, don José Antonio de Guirior, Señor de Villanueva de Lónguida y traductor de la Vida de Santa Margarita de Alacoque y el marqués de Góngora entre otros.